Recuperando lo olvidado

La actualidad del mundo del videojuego presenta cada día propuestas sorprendentes. 2023 viene cargado de títulos y vivimos una época estupenda para el amante de este medio, con una oferta amplísima si nos alejamos del terreno exclusivamente triple A. Sin embargo, uno no puede parar de recordar ciertos momentos de su experiencia como jugador. Y es que, como uno de los principales agentes activos de la sección “Tributos” de nuestra querida HyperHype, recordar es una de mis pasiones.

De tanto recordar, curiosamente llegué a Remember Me, un juego que, sin intenciones sarcásticas, quedó olvidado en la escena jugable. Es difícil que no os suene Life is Strange o incluso Vampyr, que es ciertamente notorio a día de hoy, pero Don’t Nod Entertainment debutó en 2013 con esta obra sci-fi ambientada en una París tan futurista como distópica. Y, pese a su nombre, una simpleza en la mayoría de elementos abanderó la ironía de relegar su estatus a “poco recordable”, o así lo catalogó la crítica de aquel entonces. Sin embargo, investigando por Steam o foros podemos ver como son muchos los usuarios que sí que se acuerdan (y con cierto cariño), lo que me llevó a darle una oportunidad a este título que apenas tanteé en su momento y que juraría que no terminé por aquel entonces.

Olvidémonos del mundo abierto. Puede parecer un error teniendo en cuenta la época de su lanzamiento (a las puertas ya de la generación de PS4 y Xbox One) y el hecho de presentarnos una ciudad (cuando ya existían sagas muy afamadas con grandes entornos explorables). Y lo cierto es que lo fue, al menos en lo relativo a la opinión general, pero no necesariamente a su calidad como videojuego. Innumerables son las palabras escritas en esta web en defensa de la linealidad cuando el mundo abierto es un añadido insulso, como bien podéis comprobar. Por ello, que Remember Me no optara por él no debería ser un problema.

Neo-París es una ciudad pseudogobernada por una corporación que ha desarrollado la tecnología suficiente para gestionar los recuerdos de las personas. La humanidad puede, ahora, eliminar los recuerdos negativos e incluso sustituirlos por vivencias positivas. Esto, como podéis imaginar, genera un debate filosófico al más puro estilo sci-fi clásico donde los límites de la tecnología y lo que podemos hacer con ella son los verdaderos protagonistas. Una tecnología que, como puede intuirse, es harto peligrosa, teniendo en cuenta que el juego no tarda en presentarnos la sistematización de borrados de memoria con interés punitivo, castigando a cualquier antisistema y condenando al olvido con soltura.

Controlamos a Nilin, una “Errorista”, cazadora de recuerdos que junto al resto de representantes del movimiento antisistema intenta generar una revolución. Su amnesia inicial podría resultar algo cliché, pero precisamente su trasfondo respalda esta decisión en la narrativa y, por una vez, no es un héroe que no recuerda algo tras un accidente. Por su parte, la primera mitad del juego nos presenta una ciudad muy habitada, con sus cafés y sus terrazas que, por mi parte, me recuerdan a la Praga de Deus Ex: Mankind Divided, manteniendo un estilo arquitectónico europeo muy conseguido y que se integra bien con el toque futurista. Eso sí, si las ratas de la París actual son famosas, no quiero imaginar cómo podrían llegar a ser las de Neo-París, que ha desarrollado unos suburbios en las zonas bajas donde apenas llega la luz del sol y mucho menos cualquier posible servicio municipal de limpieza. Más adelante, además, podremos atravesar instalaciones y despachos que sí brillan por el buen cuidado diario, señalando de forma evidente la segregación derivada del sistema corporativista. Todo muy cyberpunk.

Al centrarnos en los recuerdos como eje neural de la trama, uno podría pensar que tiene mucha presencia en lo jugable. Y sí, en cierto modo Nilin puede manipularlos para añadir o quitar elementos que alteren los resultados de una vivencia pasada, lo que hace que la persona de turno actúe diferente en el presente. Sin embargo, esta “remezcla” de recuerdos apenas se realiza tres o cuatro veces en todo el juego, algo que también supuso críticas muy negativas en su momento. Tras terminar este minijuego interno y haber derrotado al jefe de la zona, pasaremos al siguiente capítulo y así sucesivamente.

¿Y cómo se juega a esto? Os preguntaréis. Pues bien, el aspecto psicosocial en relación a la salud mental de este sistema que mercantiliza los recuerdos tiene mucho que ver. Básicamente, muchos de los individuos han acabado presos de sus propias mentes, destrozadas por un dolor que nubla todo lo demás al haber perdido sus recuerdos positivos. Estos “leapers”, que así se llaman, mendigan en los lugares más oscuros de la ciudad al no tener capacidad económica. En nuestro camino, por desgracia, tendremos que luchar contra muchos de ellos, así como algunos soldados de la corporación. Y lo haremos de la forma más espectacular posible.

Nilin puede golpear con brazos y piernas, pero no de cualquier forma: a ella le gustan los combos. Y a nosotros también, ya puestos. Así que tendremos que experimentar con hasta 4 combos diferentes que tendremos que aprendernos conforme avance la aventura. Eso sí, y ahora viene lo bueno: podemos personalizarlos. Los “pressens” son comandos para diferentes tipos de puñetazos y patadas que iremos desbloqueando. Podemos asignarlos en sus lugares correspondientes dentro de cada cadena de combo, pudiendo alterar su estética a la hora de combatir (ojo, que nada supera a la patada voladora de tacón con giro en ningún videojuego) y, además, sus efectos. Esto es así porque cada “pressen” se asocia a un tipo, pudiendo utilizarlos para curarnos o hacer más daño, entre otros. Y por si fuera poco, tenemos habilidades que van surgiendo al avanzar, así como alguna herramienta alternativa, así que tendremos ideas nuevas hasta el final, teniendo que combinarlas entre sí para ser eficientes.

Remember Me es un título más que decente. Las principales quejas que uno puede leer a día de hoy con respecto a su lanzamiento versan sobre sus promesas previas, pero como sucede con otros tantos juegos y pensando en el juego que es (y no en el que prometió ser), nos encontramos con algo bastante resultón. Eso sí, es cierto que uno se queda con ganas de explorar Neo-París, algo que sería ideal en una secuela (aunque sin caer en los errores de Mirror’s Edge Catalyst). Desviarnos exclusivamente para algún coleccionable o una mejora de salud no parece suficiente y ojalá poder conocer más de su mundo sin necesidad de leer texto en forma de perfiles de personajes, sino jugando.

“Una sociedad cuyo único objetivo es olvidar sus errores no sobrevivirá”

Su reducida dificultad en unos combates que podemos “romper” utilizando combos de salud y un plataformeo casi automatizado con muy poca interacción del jugador le dan a Remember Me esos matices que son fácilmente olvidables. Mientras tanto, la ambientación tan cuidada y su interesante trasfondo lo devuelven a nuestra memoria con fuerza. Un juego que, a día de hoy, suele tener un precio irrisorio en PC (más aún en rebajas navideñas) y que puede ser una gran experiencia para todo aquel que sienta nostalgia por esa época de PS3 y X360 donde no todos los títulos eran perfectos y, sin embargo, podían ser geniales.