Hace el cazador la caza o la caza al cazador

De cuando formábamos parte de la naturaleza. Tiempo ha pasado desde entonces, un tiempo preciado que no pasa igual en todos lados, en unos más benévolo, en otros malvado, y no por ello menos necesario. Dependemos de él, y a él le dedicamos nuestra vida, pues es su paso lo que nos hace estar vivos. Y es en esta travesía donde hemos crecido, y no solo a nivel personal, ni tampoco a nivel sociedad, sino como especie, una que no ha dejado de adaptarse y seguir creciendo y creciendo, devorando todo lo que la rodeaba para plantarse como la “especie inteligente” que los gobierne a todos como si poseedora de un anillo único se tratase. Esta relación de dominación entre los humanos y su entorno solo tiene un sentido, y es en el cual somos nosotros los que nos aprovechamos del segundo para sonsacar hasta la última gota a aquellos seres, entornos o parajes que nos rodean, extraer hasta el último mineral o talar hasta el último árbol con tal de seguir en este avance que no conoce límites. Hay muchas maneras de enfocar un artículo así, perfectamente podría hablar sobre cómo los humanos extraemos valor de los lugares, creando así prácticas de dominación como son el imperialismo o colonialismo, aunque estas no afectan solo a los territorios, sino a las especies o personas endémicas del lugar. En el caso de hoy quiero hablar sobre una saga de juegos que se nutre de una relación similar desde tiempos inmemoriales, donde las personas subyugan a criaturas salvajes para utilizarlas de diferentes maneras, ya sean por ocio, deporte o simplemente económicas. Efectivamente, hoy os quiero hablar de Pokémon, y en específico la relación existente entre ellos y nosotros como especie, una colisión que se va deformando dependiendo de la subsaga de los juegos originales o incluso los propios juegos principales.

Pokémon

No creo que en 2022 sea necesario explicar en qué consisten los juegos de Pokémon, todos entendemos más o menos el funcionamiento con poco de que hayamos tanto jugado a alguno de los títulos de la saga principal o consumido alguno de los otros productos que tienen, como podrían ser el anime, el manga o las películas, un amplio abanico donde se repiten las mismas mecánicas continuamente. Nuestro deber como entrenador tiene dos metas, una consiste en convertirnos en el mejor entrenador, ya sea de nuestra comunidad/región o de otras que visitemos, y la segunda pasa por capturar a todas las especies de Pokémon para completar el bestiario que llamamos Pokédex, un instrumento capaz de complementar con información detallada a cada Pokémon que capturemos. Ambos finales están relacionados, ya que si no derrotamos a los líderes de gimnasio, personajes que dirigen escuelas y sirven como jueces en el desarrollo de los entrenadores, no podremos avanzar, y debido a esto no podremos capturar a los Pokémon que viven en otras zonas, y sin embargo, si no vamos capturando a estos y rellenando la Pokédex, estaremos relativamente lejos de poder derrotar a todos los entrenadores que se pongan enfrente nuestra. Aquí vemos un claro patrón en lo que respecta a la relación entre los Pokémon y los humanos que pueblan estos mundos ficticios, ya que los primeros existen ajenos a la vida humana, aunque haya algunos que se hayan domesticado y vivan en comunidades humanas como las ciudades o las propias casas. Somos nosotros como humanos, y como entrenadores especialmente, los que entramos en sus territorios, y cuando estos vienen a luchar para expulsarnos del mismo, procedemos a debilitarlos ya sea para que acaben inconscientes y podamos seguir con nuestro camino o para que terminemos capturándolos y se unan a nuestra fastuosa colección de seres vivos. Obviamente los entrenadores de Pokémon no se quedan ahí, sino que utilizan a estas criaturas para medirse con otros entrenadores, enfrentándose contra las del rival de turno en batallas donde el ganador solo se alza cuando ha debilitado al equipo completo del rival, una mecánica que se repetía una y otra vez, pues de ello iba el juego, de convertirte en el maestro Pokémon definitivo, un camino asfaltado por el dolor innecesario infringido hacia criaturas esclavizadas por otros entrenadores con motivaciones posiblemente similares a las tuyas, y a excepción de algún honroso casi, como podría ser N de Pokémon Negro y Blanco, esta tónica ha imperado desde el propio origen de la saga hasta el día de hoy, pero esta no es la única violencia que se comete contra estas especies cuya libertad se les es arrebatada.

tengo muy claro que antes que esclavos prefiero tener camaradas

Obviamente todo lo relacionado con las peleas entre Pokémons es fatal por todo lo implica, por lo similar que es a, por ejemplo, las batallas de gallos o perros, donde los animales son torturados y obligados a enfrentarse, algunas veces hasta la muerte, con animales en situaciones similares, dejando escenas horrendas y que, por suerte, están penados en algunos lugares, y tristemente no en otros. Pero como he dicho, aunque este sea el mal mayor que se realiza día a día contra los Pokémon, ni de lejos es el último, pues si consideramos que los combates son cosa de poco, todavía hay de qué hablar, sobre todo del entramado económico y social, que funciona en muchas ocasiones gracias a los Pokémon. En los tiempos donde se desarrollan los juegos principales de la saga, los Pokémon se ven como criaturas normales en el día a día, es relativamente normal salir a la calle y verlos tanto en estado salvaje como acompañando a su entrenador, pero en especial cabe destacar que es muy normal verlos trabajar de las más variadas formas.

La ambigüedad con la que se trata a los Pokémon tanto en los juegos como en el resto de productos deja muchos huecos vacíos, pues aunque parece que su función principal pasa por los combates, algo que está igualmente normalizado, también realizan labores imprescindibles en el funcionamiento de la sociedad general, como podrían ser trabajos en la construcción, minería, en cuerpos como el de los bomberos (o, tristemente, el cuerpo policial), un amplio abanico de trabajos han quedado relegados a Pokémons que se ven obligados a vivir entre dos tierras, un limbo fatal en el que se ven obligados a existir, donde se les enseña a trabajar como si fuese su deber y a la vez son usados como bichos coleccionables con los que echar batallitas, un modelo francamente repugnante que se repite una y otra y otra vez, un ciclo sin fin donde nos podemos sentir dioses con equipos titánicos forjados mediante la esclavitud, pero no siempre ha sido así, gracias a dios existen las subsagas de Pokémon para intentar arreglar el esperpento de sociedad existente.

Pokémon

Para hablar sobre este tema no ejemplificaré con todos los juegos que incluyen Pokémon en su título o mecánicas, pues unos cuantos de ellos no tienen relevancia que aportar al mundo de la saga al basarse específicamente en videojuegos, pero a pesar de ello todavía quedan una larga lista de juegos que, de una manera u otra, aportan ciertos tintes mucho menos tóxicos. Aunque sé que no es el mejor ejemplo, podemos mirar en la dirección de los Pokémon Snap, donde, a pesar de que interferimos directamente en el ecosistema y en la vida de los Pokémon, resulta infinitamente menos dañino que proceder a la esclavización, quedándose tan solo en la fotografía de estos en sus vidas, al más puro estilo National Geographic (para bien y para mal). Otro presente en esta lista de títulos donde sus mecánicas no son tan dañinas para su mundo debido a relaciones de poder es Pokémon Ranger, una de las subsagas olvidadas de las consolas portátiles, cosa de agradecer sobre todo por nuestras pantallas. En ella encarnamos a un ranger encargado de mantener el equilibrio y la paz en los parajes naturales donde habitan los Pokémon en libertad. Y aunque la propuesta es convincente, acaba cayendo en el uso de pseudo capturas para utilizar a los Pokémon como herramientas con las que luchar contra aquellos que quieren destrozar esta paz, una vuelta de tuerca algo menos dañina. Pero hay dos juegos que se merecen una mención especial pues considero que son los que más se han esforzado por intentar romper un poco con el esquema, y estos son la subsaga de Mundo Misterioso y Pokémon Arceus.

Antes de nada quiero destacar que en Pokémon Arceus sigue habiendo combates y estos son imprescindibles para avanzar por temas de la historia, siguiendo las mecánicas de captura, lucha, subida de nivel y evolución que hemos visto repetidas tantas veces, pero en esta ocasión el fin es algo completamente distinto. Ya no optamos a convertirnos en el campeón de nada, ya no estamos destinados a ser el mejor maestro Pokémon ni nada parecido, ya no es obligatorio retar a los líderes de gimnasio, y la gente no nos asaltará con combates gratuitos incluso cuando nuestro rival no ha llegado ni a la pubertad, pero aún así está listo para que sus Pokémon luchen ferozmente siguiendo sus órdenes. Esta vez la cosa ha cambiado, pues adoptamos el papel del investigador, aquel cuyo objetivo final es, verdaderamente, descubrir a todos los Pokémon y poder registrarlos, estudiarles para comprenderles, y sobre todo, saber cómo son, qué quieren, cómo se comportan, pues la civilización apenas se ha desarrollado en este “nuevo” continente, y la información recabada es insuficiente para siquiera llegar a saber si es un lugar seguro, aunque ahí ya entramos en temas como el colonialismo y expansión humana.

Es en este contexto donde nuestro personaje se desarrolla, y está claro que cualquiera puede hacer lo que desee con él, pero es este enfoque rompedor después de tantas entregas monótonas sobre estos temas puede abrir un abanico enorme de posibilidades que espero que no se desaprovechen en pos de incentivar combates innecesarios contra nuestro compañero cada dos por tres o contra la primera persona que nos crucemos por la calle. El otro punto de inflexión para la saga vino con los Mundo Misterioso, y aunque estos desarrollos los llevaba una empresa externa, supieron bordar de manera soberbia lo que debería de ser una comunidad gobernada por los Pokémon, y por qué no, también lo que debería de ser en la humana. En ella controlaremos a una persona que se ha reencarnado en un Pokémon, en cuyo mundo hay una especie de cuerpos enfocados en aceptar misiones que cualquiera puede publicar, que van desde rescates hasta solucionar problemas mucho más peligrosos. Para ello tendremos que ir a zonas donde habitan Pokémon salvajes, y muchos de ellos irán directamente a combatirnos como extraños que somos, aunque lo principal pasa porque estos combates son de iguales, nadie es dueño de nadie, nosotros controlaremos a un equipo conformado por Pokémon que de verdad quieren estar ahí, y de hecho no capturaremos, sino que son los propios rivales que combatimos los que piden unirse a nuestro equipo, tal vez después de haber comprobado nuestra valía. Romper con la relación de control/posesión para pasar a relaciones de camaradería es un paso enorme, y que espero que con una nueva entrega, en un futuro no muy lejano, se pueda volver a repetir.

Antes que esclavos prefiero tener camaradas

Los ejemplos no son muchos, y algunos de ellos siguen teniendo sus sombras, pues la herencia es demasiado pesada como para dejarla a un lado de un título a otro, pero se puede hacer. Ya no hablo de la saga principal, donde no espero ni de lejos un cambio así, iría radicalmente en contra de lo que significa Pokémon, pero algo más de experimentación en las sagas secundarias, como hemos podido ver en este Pokémon Arceus, significan un soplo de aire fresco en un entorno ponzoñoso contaminado por la doble esclavitud, la de los combates y la del trabajo, una ruptura simbólica a la que todavía le queda mucho perfeccionamiento, y quién sabe si esta tónica se pueda llegar a ver más adelante, solo espero que sí, pues tengo muy claro que antes que esclavos prefiero tener camaradas.