Fotos a perretes ¿o a perros humanificados?

Remansos de paz, pequeños resquicios que aparecen dentro de estructuras opresoras y asfixiantes, sirviendo, así, como espacios donde lograr respirar, aunque sea por poco tiempo, a gusto. ¿O tal vez no? ¿Tal vez solo son parques de recreo que obedecen a las mismas estructuras que nos provocan este malestar y se construyen para que seamos más productivos? Uno ya no puede fiarse de nada, pero no nos queda otra que disfrutarlos, y sobre todo apoyar a aquellos que se alejan, cuanto más mejor, de los pseudoespacios que he mencionado. Como persona a la que le gustan especialmente los juegos independientes dentro de la industria frente a otras propuestas, suelo intentar encontrar discursos que rompan con lo establecido, lugares donde descansar lejos de tantos gráficos 4K, de los 120 fotogramas por segundo, de las SSD y del ray tracing, de los números, de las matemáticas de las especificaciones. Pero que exista una industria independiente no significa en absoluto que esta sea un lugar libre de todas estas problemáticas, que sea un lugar de remanso, pues no es así ni de lejos.

Es realizando una búsqueda más exhaustiva donde he encontrado algunas propuestas que se acercan más al concepto que formulé en mi cabeza, y aunque ahora mismo se me viene a la mente A Short Hike, es innegable que muchos más juegos me han hecho sentir así, juegos que, por muy sentimentalista que suene, puedo llamar hogar. Es en esta tesitura, y tal vez por las expectativas que me formé, que Pupperazzi no logra encontrar su sitio en mi panteón personal, aunque hubiese alguien esperando su llegada con un cartel, no logró encontrar el camino.

Pupperazzi es la nueva entrega de Sundae Month, donde exploraremos un mundo donde los perros…¿gobiernan? En este mundo utópico apenas encontraremos humanos, de hecho, ni nosotros somos uno, solo somos una simpática cámara cuyo cometido será retratar a los diversos perretes que encontremos por los escenarios. Estas tareas no serán tan simples, pues nos requerirán ciertos puntos que deberemos de cumplir para que nos validen la foto, como podría ser hacerla con un filtro específico, desde algún lugar en concreto o en el momento adecuado, aunque la esencia base está clara, sacar fotos a perros, y acariciarlos, aunque esta mecánica no aparezca como fundamental. Dependiendo las fotografías que realicemos obtendremos mayor o menor repercusión, aumentando así nuestro número de seguidores en la red social de moda, donde, para sorpresa de nadie, el principal contenido son las fotos de perros que iremos subiendo. Junto a ello, desperdigados por el mapa y como recompensa de algunas misiones recibiremos una suerte de moneda, con la cual podremos adquirir nuevas lentes para la cámara o carretes que hacen las veces de filtros, logrando así poco a poco una mayor personalización de nuestro trabajo como fotógrafo perruno.

Pupperazzi

Tras realizar varias de las misiones que nos plantean en los destinos tendremos la posibilidad de ir a una nueva zona, o en el caso de que estemos más avanzados en Pupperazzi, viajar a destinos que ya habíamos descubierto, pero en una franja horaria distinta, habilitando de esta manera tanto un nuevo abanico de posibilidades para realizar nuestras sesiones como misiones nuevas para seguir desbloqueando contenido. Y básicamente esto sería todo lo que rodea al título, pues cuenta con una duración corta (lo cual se agradece) y una “historia principal” similar, aunque posteriormente las posibilidades de revisar los escenarios por donde ya pasamos pero con ciertos cambios, fomenta la rejugabilidad y la búsqueda de nuevos enfoques (y perretes, eso siempre es importante). Aunque donde hay luces, siempre hay sombras, y en este caso no se salvan, pues, aunque detrás de una capa superficial bastante bonita y una premisa interesante, detrás se esconde un mal mayor que desentona con el objetivo del juego, una artificialidad y humanización innecesarias que causa una disonancia entre ambos.

Pupperazzi

Obviamente esta crítica no termina de empañar el juego completo, pero sí que afectó a mi visión del juego, ya que conforme más avanzaba, más irreal me parecía el mundo que plantea. En el primero de los niveles de Pupperazzi nos situamos en una especie de puerto donde un perrete marino nos da las primeras indicaciones sobre cuál será nuestro trabajo pues, efectivamente, estamos trabajando, y nos dará unas primeras pinceladas sobre las mecánicas presentes. Tras ello, empezamos a tener libertad para ir en busca de los disparos necesarios para cumplir las misiones, ya que nuestro carrete será limitado, y necesitaremos de espacios para poder hacer fotos, así que lo recomendable es hacer primero las misiones para posteriormente eliminar las fotos y tener hueco para las que hagamos por puro placer. En este puerto los perros estarán haciendo un par de actividades, ya que, por ejemplo encontramos, a uno en un barco, pero la gran mayoría están jugando alrededor, contando con algún juguete que les alegrará aún más nuestra presencia. El problema llega con los niveles posteriores, en los cuales no quiero entrar en detalles por si alguien quiere mantener la sorpresa, pero en estos los perros van adoptando actitudes tristemente humanas, siendo la peor de todas ellas el trabajo. Mientras que de primeras nos puede resultar gracioso ver, por ejemplo, a un perro repartidor o a un perrete dependiente, a la larga va adquiriendo un matiz bastante distinto, rozando lo irreal, pues mientras que yo, por ejemplo, esperaba ver a perros disfrutando, simplemente actuando como actuarían de manera normal, aquí los vemos haciendo trabajos humanos, actividades humanas, una humanización innecesaria en un juego así y que desperdicia una gran oportunidad.

No estoy diciendo que debería de haber menos perros o que deberían de estar haciendo todos lo mismo, pero habría sido más gratificante fotografiarlos como perros siendo perros, y no como perros pretendiendo ser humanos. Mis palabras pueden sonar ridículas, y es posible que más de uno que me lea pueda resultarle más atractiva esta faceta de Pupperazzi que la propuesta que yo hago, algo completamente lícito, pues mi intención no es otra que plasmar aquí mis pensamientos personales.

“Habría sido más gratificante fotografiarlos como perros siendo perros, y no como perros pretendiendo ser humanos”

Lo cortés no quita lo valiente, Pupperazzi es entretenido, y gracias a su duración nos puede alegrar una tarde tirando fotos para ver si, poco a poco, con los nuevos objetos que vayamos comprando, nos superamos hasta alcanzar el estilo que queramos o los planos/momentos que andábamos buscando. Aunque lo expresado me ha hecho arquear una queja, no le puedo negar que he pasado un buen rato con él como me pasó con Toem (cuya crítica realicé con mi compañero Jaime) y en parte disfrutado moverme por su mundo para ver a todos los Pok…..perros, quería decir. A continuación os dejo con el tráiler de lanzamiento, y lo tenéis disponible en PC y Xbox One, también en el servicio de Gamepass, un lugar tan bueno como cualquier otro para darle una oportunidad si nos gustan los perros y la fotografía, y en especial si queremos hacer las dos cosas a la vez, sacar fotos a perretes.


Esta crítica se ha realizado con un código de descarga para Steam cedido por Popagenda PR.