"Qué mal repartío está el mundo desde el primer mes de enero"

Los amantes de los videojuegos de rol tácticos estamos de enhorabuena, o, bueno, al menos deberíamos de estarlo. Tras varios lustros en el olvido, vivimos una época de bonanza para un género que recientemente nos ha sorprendido con obras como Triangle Strategy, Digimon Survive o Weird West, y que cuenta con títulos de gran presupuesto en el horizonte como Mario + Rabbids: Sparks of Hope. No obstante, no somos pocos los que tenemos más que asumido el plano extremadamente terciario que ocupan esta clase de lanzamientos para las grandes compañías que les dan vida. Porque, por naturaleza y definición, no dejan de apuntar a un nicho concreto y reducido, sí, pero también porque han de lidiar con los malos tratos comerciales a los que se ven sometidos.

El SRPG nunca ha vendido del todo bien. Es algo comprensible, y algo que difícilmente podrá alterarse desde el lado del usuario (por mucho que votemos con la cartera, jamás podremos hacer nada más allá de convencer a algún colega para probarlo y rascar un par de copias más). Es, sin embargo, una condición reversible, que pasa por accesibilizar el género, acercarlo a grandes IPs y en resumidas cuentas rebajar tanto como sea posible las barreras de entrada que puedan percibir los nuevos jugadores. Habrá soluciones más sencillas que otras, está claro, y llevar dichas acciones a cabo conlleva un esfuerzo (y un riesgo) que difícilmente alguna gran compañía querrá asumir durante los próximos años. Lo que está claro es, independientemente de ello, que la solución no pasa por autoboicotear tus propios lanzamientos. Te miro a ti, Square Enix.

El gigante asiático cuenta con dos esperadísimos ases bajo la manga para esta recta final de 2022 —junto a muchísimos otros lanzamientos de marcado corte nipón, como Star Ocean: The Divine Force o Valkyrie Elysium, contra los que, a su manera, también deberán de verse las caras—.

Por un lado, el inminente The DioField Chronicle, previsto para el próximo martes 20 de septiembre, y cuyo olor a Final Fantasy Tactics nos embriagó a más de uno desde su mismo anuncio allá por el pasado mes de marzo. En la otra mano, contamos con Tactics Ogre: Reborn, una puesta al día del clásico de 1995 que cuenta con un lanzamiento marcado para el 11 de noviembre, y que además llegará a nuestras tierras traducido por primera vez al castellano. Dos interesantísimas obras entre las cuales los fans, antaño cercanos a la inanición, ahora deberemos de escoger (o, al menos, priorizar).

La X, en una ecuación como esta, no parece muy difícil de despejar. Las propuestas, semejantes en planteamiento y estética pero idénticas en marketing y puesta en escena, están destinadas a luchar hasta la extenuación en lugar de cooperar en su misión de insuflar nueva (o vieja) vida al género. Si The DioField Chronicle, el primer contrincante en subir al ring, es recibido con cariño —cosechando buenas críticas tanto por parte del público como de la prensa especializada—, será el nuevo punto de mira del género, y gran parte de aquellos que se lancen a por él llegarán previsiblemente angustiados o colapsados al estreno de Tactics Ogre. Si por el contrario sale regular, los más impulsivos se tirarán directos a su precipicio mientras que la mayor parte del público seguirá esperando al estreno de la reimaginación tomándolo como nueva referencia y esperanza del género.

Sea como fuere, hay muy pocos universos posibles en los que ambos estrenos se alcen victoriosos, menos aún de que puedan considerarse completos éxitos en ventas, pero a estas alturas supongo que no queda otra que escoger bando. Independientemente de cuál sea el vuestro, y vayáis a esperar o no al lanzamiento de ambos para poder establecer comparaciones, si sois fans del género haced vuestra parte como consumidores e id a por ellos. Y, si sois de aquellos que compran su consola con lector, preferiblemente en formato físico. Viendo lo escasas que suelen ser las tiradas de estos géneros de nicho, puede que nunca volváis a tener oportunidad de haceros con una de tales ediciones.