Fair play

El campeonato mundial de 2018 de League of Legends de 2018 se acerca a su fin, y con ello parece que la normalidad teórica del juego vuelve a estar presente, al menos desde la perspectiva del espectador, y es que tras la sorpresa monumental que supusieron los cuartos de final del torneo, los favoritos para estas series de partidos se impusieron con excesiva facilidad a sus rivales, que poco o nada plantearon en los 3 mapas que duró cada una de estas semifinales.

G2 Esports, que se enfrentaba contra el segundo mejor equipo chino, Invictus Gaming, volvió a recodar al equipo que durante toda la temporada regular en Europa daba síntomas de mejoría, pero que no llegaba a estar al mejor nivel y que no terminaba de conectar todas sus piezas, con 3 de sus jugadores (Wunder, Jankos y Perkz) considerados muy por encima de su Botlane, conformada por Hjarnan y Wadid. Sin embargo, durante estos Worlds, estos papeles parecen haberse invertido, y los dos jugadores que más críticas han acumulado fueron los únicos miembros reconocibles de su equipo en un día para olvidar a nivel de juego, en el que nada parecía salirle bien al equipo europeo, y que, tras un gran papel a lo largo de una temporada que se presuponía dura, tras perder a 4 de sus jugadores (Expect y Trick rumbo a Corea, y Zven y Mithy en dirección a Team Solo Mid, que por primera vez en su historia no se ha clasificado para este torneo, y dejando de ser el único equipo que había participado en todas sus ediciones) ha realizado un buen papel, igualando el hasta la fecha mejor resultado de la región (si ignoramos aquel campeonato de la Temporada 1 que a posteriori fue considerado como el Mundial), pero tal vez con sensación de poder haber plantado más cara en este encuentro, tras haber dejado a un lado su papel de “Underdogs” en la competición.

Un camino diferente, aunque ha acabado teniendo el mismo final, ha sido el de Cloud 9, que tras ser el único equipo norteamericano en superar el corte de la fase de grupos y acabar con facilidad con Afreeca Freecs, cayeron contra Fnatic sin la esencia que les ha llevado hasta este punto, con una agresividad excesiva y forzando peleas en cualquier momento de la partida y combinando diferentes estilos gracias a sus suplentes, intercambiando a Jensen por Goldenglue y a Svenskeren por Blabler según lo requirieran las situaciones, por estilo de juego y además posibilitando un descanso para algunos jugadores en medio de la serie. Sin embargo, durante esta serie parece que Reapered y su equipo se olvidaron de estas opciones, además de que plantearon unos Picks & Ban más que cuestionables, respondiendo al Viktor Top que se ha puesto de moda con un Ekko que de poco o nada sirvió en ninguna de las partidas, llegando a optar por elegirlo para llevarlo a la calle inferior tomando así una decisión que, además de no servir para mucho en la partida, dejó patente la inferioridad de Cloud 9 respecto a Fnatic, que sin mucho esfuerzo logró el pase a la final, que tendrá lugar este sábado, por primera vez sin coreanos entre los participantes, y con ambos clasificados justanmente, por su nivel de forma y comprensión del metajuego actual.

Prácticamente todos los equipos llegaron a este torneo con una concepción muy similar del metajuego, jugando tanques en Top (como Sion) o incluso en Mid, apostando por la Botlane como fuente de daño para ganar las partidas. Sin embargo, el pick de Viktor (junto a una pérdida de prioridad en casos como los de Urgot o Aatrox) sumado al aumento de presencia de los asesinos en la calle central, como Le’Blanc) ha provocado que el juego sea menos táctico y que gire más alrededor de las actuaciones de las líneas individuales, suponiendo tanto el Jungla como los jugadores de Bot más un apoyo o un lastre, en función de la partida. Según las estadísticas que proporciona Riot tras cada serie de partidas, además, ha dejado ver que el Barón Nashor supone el empujón final para que la ventaja que lleve uno de los equipos alrededor del minuto 25 sea suficiente para cerrar la partida y, sumado a los personajes viables en la actualidad, ha provocado un desbalanceo de los lados del mapa y que abre la puerta a posibles cambios en el futuro del juego.

La ceremonia de la final de Worlds dará comienzo este próximo sábado 3 de noviembre a las 8:30, con la final comenzando poco tiempo después, y supondrá, además del fin del implacable dominio coreano de la escena competitiva de League of Legends a nivel mundial, la primera vez que, en mi opinión, el nivel individual de los jugadores no ha supuesto el factor determinante a la hora de inclinar la balanza de uno u otro equipo, mientras que sí lo han sido las estrategias de cada equipo o su capacidad de adaptación, y eso es algo que personalmente me gusta mucho. Esto no quiere decir que un estilo agresivo que fuera peleas de equipo constantemente no me guste, pero que esa sea la identidad de un equipo y que la imponga es algo que necesitaba la escena. Matemáticamente, los coreanos siempre tienen las de ganar, entrenan más, tienen la mayor población de jugadores (superados por los chinos, en función de como se computen sus servidores) y analizan mucho mejor cada situación, pero si se les saca de su zona de confort, pierden esa ventaja, y eso es algo que parece haberse comprendido en esta ocasión, extendiendo aquellas partidas de Misfits del pasado mundial. Ahora solo queda esperar otra temporada para ver si esta nueva normalidad se mantiene, o se pierde de nuevo.