La escasez amenaza con convertirse en habitual

La pandemia de la COVID-19, esa que ya suena tan lejana pero que, de hecho, sigue entre nosotros, ha resultado ser un auténtico depredador, no solo para la salud mundial sino para la economía también, para la maquinaria capitalista. Bueno, en referencia a esto último, quizás haya sido simplemente un catalizador de fallos y deficiencias que ya estaban ahí, latentes. El caso es que, como pieza de toda esta maquinaria, la industria del videojuego sigue viéndose afectada a diario por los estragos de la pandemia. Son de sobra conocidos los problemas de stock de PlayStation 5 o Xbox Series X|S, o el incremento de precios en ciertos componentes para ordenadores, y ahora, esos mismos problemas están empezando a afectar a Nintendo.

La compañía nipona, que ha lanzado recientemente el modelo revisado de su consola híbrida, Nintendo Switch OLED, ha tenido que modificar sus planes de producción y de futuro cercano para su nueva versión de la popular consola. El medio japonés Nikkei ha informado de que la compañía de la gran “N” ha decidido dar marcha atrás a sus planes de producción para este año fiscal, que, de hecho, contemplaban aumentar la producción de Switch OLED debido a la elevada demanda. Ahora, sin embargo, debido a la escasez de chips han decidido reducir la producción en un 20%, pasando de los 30 millones de unidades previstos a 24 millones. Un portavoz de la compañía aseguró que “están valorando el impacto en la producción”, refiriéndose a la escasez de chips. Previamente, el propio presidente de la compañía, Shuntaro Furukawa, había admitido que sería muy difícil afrontar la producción habitual debido a esta situación.

Esta situación evidencia el problema actual al que se encamina la industria del videojuego (junto con otros sectores de la economía, como el automovilismo), hacia la escasez de recursos fruto de una sobrexplotación y un desmedido impulso al consumo y la demanda. El sistema capitalista ha alimentado el hambre de consumo en los públicos, mediante la creación de necesidades o la obsolescencia programada, entre otras estrategias. Siempre ha sido su forma de alimentar la rueda y de hacerla progresar, la manera de hacerse crecer a sí mismo como sistema, de retroalimentarse. Sin embargo, ese camino ha conducido al colapso que parece estarse dando actualmente, aunque no sea de manera abrupta, sino pasito a pasito. Pero bueno, este es un problema que daría para toda una antología de artículos que se desviarían demasiado de la noticia que tratamos. El caso es que la punta de lanza de Nintendo se enfrenta al mismo problema al que se llevan enfrentado PlayStation 5 y Xbox Series desde su lanzamiento, y ese “oasis de seguridad” que suponía Nintendo a la hora de un producto al que recurrir podría empezar a dejar de ser tan seguro. Esto podría ser especialmente problemático de cara a las fechas que se avecinan, ya que la campaña de navidad y el Black Friday alargado durante semanas pueden mermar el stock de esta consola. Sin duda, los videojuegos son uno de los productos predilectos en las listas de regalos de estas fechas y, con esta situación extendida entre las tres consolas de sobremesa, no tardarán en llegar las grandes listas de espera para las reservas y las quejas de los consumidores.

Sinceramente, todo parece apuntar a que está será una situación que se repita en el futuro con consolas y dispositivos similares, tengo la sensación de que no mejorará cuanto más nos alejemos de los estragos de la pandemia, sino que será el común denominador al que nos enfrentaremos a partir de ahora, y que la pandemia solo ha acelerado o aumentado la visibilidad del problema. De hecho, los vendedores minoristas en algunas regiones han tenido que empezar a recurrir a un sistema de “venta racionada” debido a esta escasez. En mi opinión, el mercado de las consolas y todo lo relacionado con los componentes electrónicos y microchips, empezará a pasar por el panorama de la escasez y las eternas y “exclusivas” listas de reservas. Como dijo una vez Rodrigo Rato, es el mercado amigos.