Sorpresa: no hay consumo ético bajo el capitalismo

Nintendo

¡Trabajadores del mundo, uníos!

No podemos esperar de ninguna manera que las grandes empresas se preocupen por las cosas insignificantes que no tienen la palabra beneficio inscritas en si. No podemos esperar de estas que verdaderamente se preocupen por el medio ambiente, pues esto provoca pérdidas, tampoco podemos creer que habrá una preocupación por sus trabajadores, interesándose por su bienestar y tomando medidas que mejoren sus condiciones en un sistema decadente en el cual cada vez se hace más difícil vivir, pues esto significa dejar de ganar tanto dinero. Vale, habrá alguna honrosa excepción, sobre todo en las empresas más pequeñas, lo cual no quita que el entramado empresarial principal, donde se concentra una buena parte de los trabajadores del mundo, se rija bajo estos preceptos, no hay ética en el sistema. No son pocas veces las que he leído a gente ensalzando a Nintendo de una manera un tanto desorbitada, tal vez me incluyo pues alguna vez he caído en esos juegos, que al final es lo que son. Y es en ese pedestal desde el que, llegado el momento, están destinados a caer antes o después, pues siempre hay un San Martín, y Nintendo parece que no se iba a escapar a pesar de intentar granjearse cierta fama positiva.

El caso de esta compañía nipona es especial, pues teniendo en cuenta el mercado desde el que surge, uno donde la explotación es el pan de cada día y se llega hasta a idolatrar, sobre este asunto apenas se habían escuchado a voces disidentes de la gran N que cuestionara sus modelos, de hecho, se llegó a esgrimir el argumento de que uno de sus títulos más importantes, Animal Crossing: New Horizons, sufrió de un retraso debido a que se querían evitar jornadas extremadamente largas y perjudiciales para la salud de los estudios de desarrollo, aunque lo “bonito” no dura para siempre. El caso que nos trae a estas líneas no se desarrollo en las islas asiáticas, sino que nos mueve al continente americano, donde Nintendo of America (o más bien de Estados Unidos) tiene su sede, un lugar donde los derechos de los trabajadores parece que importa entre poco y nada.

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Hace apenas un par de días a través de Twitter se compartió información que señalaba directamente a la empresa y le acusaba esgrimiendo un gran abanico de incriminaciones, centradas en evitar cualquier atisbo de sindicalización, utilizando para ello una de las empresas más famosas en este desagradable mundillo, Aston Carter, encargada de sabotear cualquier intento de formar un sindicato en la empresa. Todos los detalles sobre lo que sabemos y la importancia que tiene esta denuncia, aunque haya voces críticas que señalen que falta saber los motivos reales pues estos no aparecen en la denuncia, los podéis encontrar en este artículo de Axios, quienes están cubriendo todo lo que va sucediendo. La respuesta de Nintendo no se iba a hacer esperar, dejando caer a través de un comunicado que la razón no es otra que la filtración de información confidencial, aunque como vemos en el artículo de Axios, que este organismo haya aceptado el caso y esté trabajando en ello puede significar que efectivamente hubo acoso frente a la formación del sindicato.

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A la espera de conocer más información sobre el tema, no es de extrañar que se den estas situaciones más comúnmente, pues desde hace no mucho venimos viendo cómo la industria del videojuego, especialmente en Estados Unidos, está esforzándose por crear sindicatos dentro de las empresas poco a poco. No ha pasado tanto tiempo desde la conformación oficial del sindicato en Raven, una empresa del conglomerado de Activision que precisamente vivió ataques similares a los denunciados por el exempleado de Nintendo of America, razón de más para no desestimar de primeras su acusación y defender por tanto el honor de una empresa que, al fin y al cabo, sigue siendo empresa. No debemos de olvidarnos de dónde venimos, pues somos quienes somos, y no estamos en la obligación de defender a conglomerados a los cuales no les importamos lo más mínimo. Ayudemos a los trabajadores que dan la cara, a aquellos que se juegan el pellejo para mejorar la situación de sus compañeres, y por tanto, la situación de una industria demoledora a la que hay que ponerle freno.