Creando escuela, perdurando en el tiempo

Seamos honestos: no solemos tomarnos en serio los juegos para dispositivos móviles. Y razones no faltan, ya que su propia naturaleza cuenta con limitaciones muy importantes. Cambiamos los mandos y teclados por lo táctil, y la simpleza se adapta a las pequeñas pantallas, potencias generalmente bajas y las baterías no muy duraderas. Por si esto fuera poco tenemos que sumar el modelo free to play, la publicidad, la enorme cantidad de plagios, la apabullante mala calidad de muchos títulos y los no menos desastrosos ports. Los juegos móviles parece que se quedan en algo barato destinado a lo casual con lo que matar un rato libre y aburrido… ¿o no?

Con esta pasada década recién terminada muchos nos hemos parado a reflexionar cuáles eran nuestros juegos favoritos lanzados a lo largo de esos años. Y es ahí donde me he sorprendido a mí mismo pensando en Monument Valley, lanzado en 2014. ¿En serio un juego de móviles podría estar en la lista de los mejores juegos en 10 años? Pues sí. No me cabe duda de que la repercusión que tuvo fue muy grande, porque más allá de su propio éxito podemos observar los innumerables juegos que copiaron su fórmula o su diseño. Los chicos de Ustwo Games por fin demostraron que los títulos para esas plataformas, aunque sencillos, podían ser realmente buenos. Había esperanza para algo más. Un título original, con un apartado artístico muy cuidado, una jugabilidad muy bien trabajada para lo táctil y se vende como un todo. El pagar por él, alejándose de costumbres intrusivas del free to play, permite que la experiencia sea orgánica de principio a fin. Y eso, aún a día de hoy, es oro.


¿En busca del diseño perfecto?

Monument Valley no inventó nada en sí, de hecho es bastante conservador para los sistemas a los que están destinados. No deja de ser otro juego de puzzles de tantos que habitan en ese nicho de mercado, y sin embargo consiguió tener esencia propia y revolucionar nuestros teléfonos y tablets. Se atreve a plantearnos los puzzles con una arquitectura cuya perspectiva cambia cuando movemos las piezas, creando formas imposibles e ilusiones ópticas. Cuando interactuamos directamente con nuestros dedos se escuchan sonidos y notas musicales, lo que provoca una respuesta inmediata en los sentidos. Despierta la curiosidad del jugador por tocarlo todo, y es algo que difícilmente se puede trasladar a los mandos o un teclado. Algo realmente primario e interno en nosotros, algo que nos acompaña desde niños y que aún de adultos funciona tan bien.

El tratamiento gráfico también es harina de otro costal tratándose de juegos móviles. Su uso de combinaciones cromáticas perfectas en un alarde de auténtico preciosismo refuerza aún más la belleza de las construcciones y sus paisajes minimalistas. Los movimientos, los zooms, efectos, la tipografía y todo su acompañamiento sonoro hacen el resto. Todo es puro diseño, sabiendo poner el foco allí donde importa y creando un balance prácticamente perfecto. Es por tanto el juego hecho para deleitarse y disfrutar mirando, y uno de los que más justifican el ahora llamado “modo foto”.

Obviamente, como todo juego móvil, tiene sus contras. La historia, aunque evocadora y onírica no deja de ser anecdótica, pero se le perdona por lo poético del contexto. La duración es sin duda su punto más criticado, con permiso de la escasa dificultad. Pero, ¿realmente es tan importante? Ya he dicho que Monument Valley es en esencia un juego móvil conservador, con todo lo que conlleva de ser casual, pero quería ir más allá. Quería ser serio, ofrecer calidad, algo de lo que mereciera la pena pagar por tener en nuestros dispositivos. Y… bueno, no hace falta más que ver lo que pasó: premios por doquier y uno de los juegos de este tipo más vendidos (y pirateados, para qué negarlo) en las app stores. Todo el mundo lo adoraba y reclamaba más, lo que finalmente llevó a unas bienvenidas expansiones (Forgotten Shores, Ida’s Dream) y culminó en segunda parte lanzada en 2017 que pasó prácticamente sin pena ni gloria. Será entonces que esos problemas no eran tal, que realmente estaba más o menos todo en la justa medida para dejar buen sabor de boca. Que salió en el momento oportuno, hizo su trabajo y se quedó en la memoria de mucha gente, y eso es lo que interesa. Que cuando las cosas están bien hechas desde el principio se nota, y que cuando un juego móvil se cuela en mi lista de los mejores juegos de la década de 2010 algo habrá hecho bien.

Creo por tanto que Monument Valley fue el primer juego de este tipo que podíamos tomarnos en serio. No solo podíamos, sino que debíamos. Se hacía respetar y lo sigue haciendo. Abrió la veda de un grupo selecto de títulos móviles del que todo buen videojugador podría presumir. Vendrían otros de los que podríamos hablar, incluso con propuestas muy dispares e interesantes, y prácticamente siempre centradas en el minimalismo y las sensaciones. Pero esta maravilla es el rey, y nadie ha conseguido quitarle aún el trono. Su legado perdura aún hoy y se vuelve, en mi opinión, en un título imprescindible al que dedicar unos megas de nuestros smartphones.