Varios países europeos acuerdan tomar medidas

El precedente que han sentado las loot boxes o ‘cajas de botín’, aunque no puede compararse a los primeros pasos del contenido descargable de pago con la expansión del juego online en la época de Xbox 360 y PlayStation 3, ha sido mucho más impactante para toda la industria del videojuego, incluyendo desarrolladores y jugadores, los primeros obligados a tener en cuenta este tipo de prácticas en ocasiones a la hora de diseñar el sistema de contenidos de sus juegos, y los segundo forzados a acostumbrarse a que estas opciones aparezcan de forma más o menos intrusiva y con mayor o menor impacto en el juego final.

lootboxesCon múltiples polémicas servidas en los últimos tiempos, siendo una de las más remarcables la ocurrida con Star Wars Battlefront II, que forzó a Electronic Arts ha modificar el sistema por completo, y algunos hecho que podrían tacharse de cómicos si no tuvieran la relevancia que tienen (como las múltiples noticias que aparecen cada semana de que un jugador se gastó una cantidad infame de dinero en micropagos en uno de los juegos de moda), algunos países se han puesto ya en marcha para reforzar sus leyes y calificar a las loot boxes como lo que son desde su concepto: un juego de azar presentado de forma mucho más atractiva para el consumidor medio, con regulaciones tal y como hizo Bélgica en primer lugar, medida a la que ahora se suman múltiples territorios europeos.

Esta misma semana se ha aprobado un acuerdo en la Comisión de Juegos de Azar del Reino Unido (UK Gambling Commission) de cara a limitar el impacto que este tipo de prácticas puedan tener de cara a los consumidores, y ha sido suscrito por: Austria, España, Francia, Holanda, Irlanda, Letonia, Malta, Noruega, Polonia, Portugal, República Checa y varias territorios dependientes del Reino Unido como Jersey, Isla de Man, y Gibraltar. El jefe ejecutivo de dicho organismo, Neil McArthur, explicó la necesidad de dicha declaración:

Hemos unido fuerzas para pedir a las compañías de videojuegos que aborden la clara preocupación del público general acerca de los riesgos que implican los juegos de azar y que algunos videojuegos pueden suponer para los niños. Animamos a las empresas de videojuegos a que trabajen con sus reguladores de juegos de azar y a que tomen medidas ahora para abordar estas preocupaciones y garantizar que los consumidores, y en particular los niños, estén protegidos.

Es evidente que algún tipo de medida de cara a regular estas prácticas es necesario, aunque posiblemente vaya a quedarse en algo meramente simbólico (como una indicación en la caja del juego o aviso a la hora de comprar el juego en formato digital) como ocurre con el código PEGI para catalogar los juegos como recomendables de cara a diferentes perfiles de usuarios, pero ante el creciente número de casas de apuestas o de juegos de azar clásicos (como ruletas, por ejemplo) y la cada vez mayor exposición que reciben en todos los medios de comunicación, no se puede permitir desde la propia industria del videojuego que se apliquen estos mismos conceptos a productos que no los necesitan.

Entiendo perfectamente que las desarrolladoras, y mayormente las distribuidoras tienen como su único fin ganar dinero (al margen de ofrecer un buen producto, ya que a fin de mes este segundo punto no garantiza poder pagar sueldos a empleados, y mucho menos presentar beneficios), pero con este tipo de medidas van a encontrarse con mi oposición frontal. Los micropagos de cosméticos me son totalmente indiferentes, es algo completamente opcional para los jugadores que no crea ninguna ventaja respecto a los jugadores que no deciden pasar por caja, pero el hecho de jugar con la propia base de usuarios con porcentajes ridículos para los objetos especiales que supongan un “robo a mano armada” para los jugadores es algo con lo que la comunidad debería mostrar su descontento. Ya consiguió cambios con Electronic Arts, y ahora teniendo apoyo por parte de gobiernos de varios países, es momento de plantearse qué hacer con las Loot Boxes.

Opciones, desde luego, hay. La cuestión es llegar a un punto que pueda satisfacer a todas las partes.