No en todos los casos parece una decisión correcta

De un tiempo a esta parte, los formatos en los videojuegos han ido variando enormemente. Y no, no me refiero a la explosión de las tiendas digitales frente a sus homólogas físicas, sino a las diferentes maneras de distribuir un videojuego. Antaño, debido a limitaciones de memoria principalmente, no existía la posibilidad de incluir mucho contenido en un cartucho, y para compensar este aspecto, se elevaba la dificultad hasta niveles insospechados de manera que la duración del juego no se veía comprometida. Sin embargo, con el auge de la escena independiente, y con muchas propuestas cortas (de no más de un par de horas) o simplemente con menos contenido que los AAA del momento, con múltiples secuelas de un mismo concepto (que bien podrían haber sido pequeñas actualizaciones que no forzaran al usuario a pasar por caja) o lo que hoy nos ocupa, aquellos que apostaron por un formato episódico como vía para publicar sus juegos.

El primer ejemplo que me viene a la cabeza para poner como ejemplo es Half Life 2, con sus expansiones “Episodio 1” y “Episodio 2”, a la espera de la tercera parte que de conclusión a la historia de Gordon Freeman. Sin embargo, este caso tampoco llega a ajustarse perfectamente al concepto episódico, si lo entendemos como que todo el título debe seguir esta idea, ya que la aventura principal y sus expansiones siguen caminos diferentes, y en este caso, el título de “Episodio” se queda en eso, un título, que realmente sirve como guía para explicar el orden temporal de lanzamiento de los nuevos contenidos, más que otra cosa.

El siguiente ejemplo que me viene a la mente es Life is Strange, que en este caso si aplica la distribución a su narrativa, y aunque en el caso del proyecto de Dontnod fue originalmente planteado como un lanzamiento único, y se cambió de cara a un posible éxito mayor, no quita que la obra se adecúe perfectamente a este propósito. En lo personal, prefiero jugar estas propuestas cuando se encuentran completas (la mejor comparación, una serie de televisión, recibe novedades cada semana, un espacio de tiempo poco comparable al par de meses que suelen darse en el mejor de los casos en la industria del videojuego), por cuestiones de impaciencia. Pero sobretodo, me parece una buena implementación de cara a atraer público no habitual para el género en cuestión (aventuras gráficas en este caso), con un primer capítulo que haga las veces de demo y, gracias a un planteamiento interesante a nivel de trama o jugabilidad, consiga retener (ahora sí, pasando por caja) al jugador con el resto de la historia.

Pero realmente, y en donde he visto realmente el motivo para hacer este artículo, es con el remake de Final Fantasy VII, anunciado en 2015 en la conferencia del E3 de Sony, y que seguirá un formato episódico, algo que trató de implementar Square Enix con las expansiones de Final Fantasy XV, y que se saldó con la cancelación de la mayoría de estos contenidos y una historia inconclusa, después de un desarrollo tan problemático como el que supuso la última entrega numerada hasta hoy de la franquicia, con cambios de nombre y concepto de por medio. Y en una situación similar se encuentra el nuevo proyecto de Nomura, que parte de uno de los mayores clásicos de la historia del medio para cambiarlo prácticamente por completo a nivel jugable (tema en el que no me meteré en esta ocasión) pero también a nivel narrativo para integrar en un único producto el juego original junto a las expansiones posteriores con divisiones aún por conocer. No sólo por ver como cuadran a nivel narrativo la transición entre capítulo y capítulo, sino por la gestión del desarrollo que pueda haber a nivel interno.

Sinceramente, tras 4 años sin noticias del proyecto que han terminado con el State of Play de esta semana, esperaba que hubieran recapacitado esa decisión inicial, que a nivel comercial no es lógica (desde mi punto de vista) ni necesaria. Final Fantasy VII tiene el suficiente nombre como para no necesitar estudios de mercado en forma de juegos recortados. Metal Gear V: Ground Zeroes es el claro ejemplo de esto, extendido hasta lo absurdo, cobrando por una demo, pero por desgracia no me extrañaría una maniobra de Square Enix en esa dirección. Y al margen de que Final Fantasy XV ya haya supuesto un giro en una dirección cuanto menos extraña para lo que ha significado siempre la franquicia, el hecho de que un remake de una de las entregas más icónicas pueda tener una revisión cuanto menos polémica por formato antes que por el contenido (que seguro que será duramente criticado, no por mala adaptación a los tiempos actuales, sino por no respetar el original) da que pensar.

El formato episódico puede ser una herramienta muy útil, pero de cara a proyectos de una escala tan grande como Final Fantasy VII Remake, y con el precedente de la cancelación de los DLC tan reciente, me parece más la primera parte de una gran excusa para justificar una cancelación si fracasa en términos económicos, allá por 2022 cuando llegue a las tiendas. Llamadme pesimista, pero bien, desde luego, no huele.