The Game Awards le cierra sus puertas a una Activision que se precipita

Es tal el aluvión de noticias en torno a Activision que se ha ido sucediendo a lo largo del año que escribirlas, leerlas y compartirlas comienza a resultar desagradable, agotador y asfixiante, pero lo cierto es que la vorágine de acontecimientos en la que está atrapada esta desarrolladora no deja de crecer. Si la empresa estadounidense lleva ya varios meses en boca de todos por estar siendo investigada por las autoridades a causa de sus políticas internas, y por las numerosas voces denunciando casos de abuso y acoso que surgieron entre sus trabajadores y ex-trabajadores, ahora una nueva mancha ensucia el emblema de Activision | Blizzard. Varios medios han publicado informaciones que aseguran que Activision ha iniciado una agresiva campaña de despidos en Raven Software, estudio con el que llevan trabajando desde 1997 y al que absorbieron poco después. Raven Software ha participado en el desarrollo de diversas entregas de la saga Call of Duty, así como en títulos como Wolfenstein, e incluso actualmente se encuentra trabajando para el popular Call of Duty: Warzone, Este último dato es lo que hace realmente llamativa esta oleada de despidos, pues esta última entrega de la famosa serie de shooters les sigue generando cuantiosos beneficios. Para añadir aún más carne al asador, los testimonios de varios de los trabajadores afectados son desalentadores; al parecer, numerosos empleados estaban a la espera de una mejora salarial, e incluso algunos habían cambiado su lugar de residencia para poder percibirla. Sin embargo, esta situación beneficiosa finalmente solo la gozarán unos pocos afortunados: el grueso de los trabajadores que han sido convocados a reuniones están siendo despedidos, y otros tantos siguen en una espera atroz, ante un futuro laboral próximo más que incierto.Activision Blizzard

Como es lógico, la imagen pública de la empresa está cada vez más mermada, y parece que sus altos cargos no aciertan a dar un paso en el camino hacia la reconciliación con su público, los medios y las autoridades, lo que irremediablemente ya está teniendo consecuencias. Sin ir más lejos, ayer mismo The Game Awards, una de las galas de premios con más renombre de la industria, y que inicialmente no se había pronunciado de forma directa acerca de la polémica, les ha vetado a las puertas de su ya inminente celebración. Geoff Keighley, la mente detrás del evento, ha hecho público a través de su cuenta de twitter que desde TGA prescindirán de la participación de Activision | Blizzard en los premios, aunque seguirán optando a los galardones a los cuales se les había nominado. Quizá son los fanáticos más acérrimos el último bastión en la defensa de esta empresa, que muchas veces aferrados a la nostalgia o el cariño que tantos mundos épicos y personajes entrañables les despierta, se sitúan en el lado incorrecto de la balanza moral, pero es que ni tan si quiera a ellos aciertan a contentar. Ni siquiera a sus jugadores, a su público, se debe Activision; tras la feroz fuga de talentos que ha azotado a la empresa, y que ha influido negativamente en varios de sus próximos títulos, Activision no termina de conseguir volver a encauzar estos desarrollos. Es el caso de Overwatch 2, que en los últimos meses, en medio de cambios y retrasos, ha perdido a su productor ejecutivo, e incluso ha visto como Jeff Kaplan, cabeza del proyecto, se bajaba finalmente del barco poniendo punto y final a su relación con la empresa.

Sin duda se trata de una situación desalentadora para todos los jugadores de tantos títulos emblemáticos que han venido de la mano de este estudio, y aunque es comprensible que puedan sentirse en una encrucijada, lo cierto es que la situación es la que es; el futuro de Activision se aproxima bañado en aguas turbias, y lo que otrora fuera un prolífico verdel, ahora, al menos moralmente, está reducido a poco más que a cenizas.