Minimalismo ante todo

Fácil de aprender pero difícil de dominar; una premisa que suele funcionar y de la que hace gala un Kolumno que se estrenó hace ya dos años en la plataforma Steam, pero que debuta ahora en un formato que le sienta de maravilla, y es el híbrido de Nintendo Switch. Minimalismo y sencillez son los puntales jugables y estéticos de un puzle que nos llega de la mano del estudio español Devilish Games.

Como os digo, Kolumno es sencillez, y es que su punto de partida no puede ser más simple, una esfera sobre un cilindro y un hoyo en la parte inferior. Deberemos empujar la esfera hacia abajo para, gracias a la fuerza de la gravedad, introducirla en el hoyo y así ir superando los 75 niveles que nos propone el juego. Evidentemente no todo es un camino de rosas, y en el cilindro, que no para de girar, nos encontraremos diversos obstáculos, por lo que el “timing” es crucial para llegar a buen puerto, así como lo son las cuatro habilidades que iremos aprendiendo, tales como hacer la bola más pequeña, detener la caída por un momento o acelerarla. En este sentido estamos ante un título en el que se premia la precisión, pues al más mínimo error la esfera chocará, desviándose de su trayectoria y haciendo que tengamos que repetir el nivel. La paciencia es elemento clave en este Kolumno, pues se basa en observar y esperar el momento adecuado para actuar.

Cierto es que en ningún momento el juego nos empuja a pulsar el botón de acción sin pensar, fomentando en todo momento esa paciencia de la que os hablaba mediante un envoltorio realmente bello e incluso relajante. El lienzo de nuestra pantalla se cubre con colores planos pastel y formas geométricas perfectas que se ven rodeadas por una banda sonora igualmente tranquila y pausada, características que en mi opinión hacen que Kolumno destaque, y es que si la estética y el audio no acompañaran el juego no sería el mismo. Vemos aquí uno de esos casos en que lo jugable es inseparable de lo plástico, en una conjunción indisoluble que hace que el producto funcione y funcione como un todo, algo que hemos podido ver en otras propuestas como el precioso Monument Valley. Aquí cada nivel supone una satisfactoria mezcla de formas, color, melodía y movimiento armónico que alcanza su culmen al completar nuestro objetivo y que se reinicia hasta cumplir con todos los niveles propuestos.

Si fallamos volveremos a comenzar el nivel inmediatamente por lo que nos veremos tentados -aunque, como decía, no se nos invita a ello- a pulsar repetidamente el botón para lanzar la esfera al vacío hasta que por azar acabemos introdiciéndola en el hoyo, cosa que quizá nos venga a la cabeza sobre todo en las etapas más avanzadas, en las que la dificultad ya no es ninguna broma y que pueden llegar a frustrarnos un poco. Jugando así convertimos lo que es un juego de observación en una mera lotería sin gracia y todas las virtudes del programa se desdibujan al intercambiar precisión por azar. Esta es la mayor pega que puedo ponerle a Kolumno, y es que si lo afrontamos de esta manera deviene de puzle en pachinko, y para nada es la idea que subyace a la obra.

Hablando de dificultad, la curva esta muy bien medida y lo que en nuestro primer contacto es coser y cantar se va complicando, y mucho, a medida que avanzamos, pero de una manera gradual en la que se nos irán introduciendo las habilidades poco a poco para que nos vayamos acostumbrando. Eso sí, ya avanzados en el juego los niveles llegan a picos altos de dificultad en los que la precisión que se requiere es milimétrica y que nos obligarán a repetir una y otra vez hasta dar con el momento adecuado del lanzamiento, las habilidades necesarias y el orden de uso de las mismas, pudiendo caer en la frustración y en dejar nuestra esfera al azar, empañando la experiencia como comentaba en el párrafo anterior.

Y es que en estos niveles más avanzados se genera un verdadero contraste entre su dificultad y la calma de todo lo que rodea a la obra de Devilish Games, como si las imágenes y la música nos invitaran a pararnos un segundo, respirar y a pensárnoslo mejor.

Lo cierto es que la experiencia es satisfactoria, y sí, habrá niveles que tendremos que repetir muchas veces, pero con paciencia acabaremos superándolos, y además, a lo largo de las 75 etapas el estudio ha conseguido dotar al título de una variedad que sorprende dado lo simple de la idea inicial y eso hace que en ningún momento llegue a aburrirnos o a resultarnos repetitivo. Kolumno parte de unos fundamentos bastante originales y los traslada a lo largo de toda una experiencia que no nos resultará muy larga, pero suficiente teniendo en cuenta el estilo de juego, su origen independiente y su precio. Es de esos juegos que enganchan a la primera y que no dejarán que soltemos la consola, siempre con la excusa de terminar un nivel más.

Sencillez y abstracción

El título de Devilish Games se mueve entre los géneros de la habilidad y el puzle, quizá encajando más en el primero, pero del puzle toma una de las características que acompaña a muchos de sus exponentes y es la de la abstracción, escapando de entornos hiperrealistas y figurativos para elaborar un marco jugable de formas geométricas y colores planos. En este caso, esas formas se alían con color y música para componer un todo preciosista y tan minimalista como unas mecánicas aptas para todo de jugadores, y que sobre todo nos piden una cosa: paciencia.


Este análisis ha sido realizado con una copia para Nintendo Switch adquirida por la propia redacción.