Más allá del foco mediático

2025 está demostrando ser un año lleno de juegazos, desde los indies que han jugado unas pocas personas hasta los AAA de los que todo el mundo se pasa semanas hablando. En estos últimos años en los que parece que cada mes tenemos varios lanzamientos importantes que podrían competir perfectamente a juego del año o, como mínimo, al mejor del año en su género, es normal que hayan varios lanzamientos de los que ni siquiera nos enteramos. Algunas veces tenemos la suerte de ver un vídeo o publicación en redes sociales que nos descubre alguno de ellos o incluso puede que se acabe colando en alguna nominación de los Game Awards.

Lamentablemente, también se da el caso con muchas obras de que jamás llegan a superar las tres cifras en la cantidad de reseñas en Steam ni a vender lo suficiente como para, aunque sea, cubrir los costes del desarrollo (si ya ocurre con algunos de los lanzamientos más destacados del año, imaginad con indies hechos por un equipo enano). Es por esta razón por la que he estado estas últimas semanas jugando a varios de estos casos, para poder traer una lista con la que intentaré dar visibilidad a algunas experiencias que creo que se lo merecen y sobre las que apenas he visto a gente hablando.

Despelote

A pesar de ser uno de los juegos mejor valorados de todo el año en Metacritic (siendo actualmente el puesto número 4 de 2025), no he visto a casi nadie hablar de este indie en los dos meses y medio que han pasado desde su lanzamiento, en los cuales no ha conseguido ni siquiera superar las 300 reseñas en Steam. Soy consciente de que el fútbol es algo que tira a muchas personas para atrás, y Despelote parece centrarse única y exclusivamente en patear una pelota. Sin embargo, esta experiencia de apenas dos horas ha acabado siendo de mis juegos favoritos de lo que llevamos de año, a pesar de que yo también odio el fútbol.

Despelote nos cuenta la historia de cómo la selección de Ecuador clasificó por primera vez a un mundial en 2001 a través de los ojos de Julián, que por aquel entonces tan solo era un niño. En lugar de centrarse en los partidos de fútbol y en la cultura, muchas veces tóxica, que rodea al deporte, esta historia decide mostrar como, en su estado más puro, sirve para unir a la gente bajo una misma afición y para inspirar a niños como Julián. No vemos a borrachos y adultos inmaduros quejándose y pegándose por el resultado de un partido, sino a los ciudadanos de un país entero que está pasando por un muy mal momento unidos por algo que les hace olvidar sus problemas durante 90 minutos.

Además, el juego acompaña este mensaje con un precioso estilo visual tan llamativo como nostálgico, con una reproducción fidedigna de las calles en las que creció Julián que nos transportan a la ciudad de Quito en 2001 y con muchos momentos creativos que aprovechan el hecho de que Despelote es un videojuego al máximo. Con todo esto, este indie consigue combinar la cotidianeidad de un vecindario variopinto con la grandilocuencia de una selección de fútbol que consigue algo histórico que marcó para siempre la historia de un país.


Look Outside

El género de terror en la industria de los videojuegos lleva muchos años en un estado bastante triste, en el que solamente merecen la pena uno o dos AAA del género al año junto a algún que otro indie de entre los cientos de clones de otras obras o experiencias hechas para streamers que salen al mercado. Por suerte, Look Outside es una de esas excepciones, siendo uno de los juegos que más han llamado mi atención antes de haber jugado ni un solo minuto. La enrome cantidad de críticas positivas, que tan solo cueste 10 euros y su estilo visual tan característico hicieron que lo comprase a los pocos días de haberlo descubierto.

Es cierto que, en este caso, sí que hay una cantidad considerable de reseñas positivas en Steam, pero aún así no he visto a muchas personas hablar de Look Outside, por lo que considero que merece la pena añadirlo a esta lista. No puedo decir demasiado sobre él sin entrar en spoilers, pero al menos puedo dejar claro que su espectacular y macabra dirección artística no es lo más impresionante del juego; consiguiendo crear con un sistema de combate similar a Undertale una experiencia en la que podremos perdernos muchos ítems o dejar puzzles sin resolver, muchos enemigos se podrán transformar en aliados y en la que cada momento clave y final será distinto dependiendo de nuestras decisiones.


Butcher’s Creek

Uno pensaría que el siguiente juego del creador de Dusk, uno de los indies más exitosos de la historia, atraería a muchísimas personas y sería de lo más comentado del año. Lamentablemente, Butcher’s Creek no se ha llevado la atención y reconocimiento que, al menos en mi opinión, merece. Es cierto que se sitúa por encima de la mil reseñas en Steam, con la inmensa mayoría siendo positivas, pero esto frente a las más de 20 mil de Dusk se siente un poco decepcionante. Esta tensa y emocionante experiencia de apenas dos horas de duración tiene un enfoque muy diferente al juego que bautizaría el género boomer shooter en 2018, pero sigue demostrando porque David Szymanski ha conseguido posicionarse entre los nombres más relevantes de la escena indie de los últimos años.

Butcher’s Creek decide cambiar a los demonios por una secta de asesinos que graba todas sus “obras” y los tiroteos por un brutal sistema de combate cuerpo a cuerpo, mientras mantiene el estilo visual característico de Szymanski. Nuestro objetivo será abrirnos paso por las diferentes zonas que componen la base de operaciones y refugio de esta secta, por lugares tan estrechos y cerrados como sucios, en los que nos enfrentaremos a verdaderos psicópatas con lo que tengamos a mano mientras descubrimos atrocidades que dejarán la cordura de nuestro personaje pendiendo de un hilo.

Este violento tour por las tierras de esta panda de psicópatas consigue mantener la velocidad y satisfacción de los tiroteos de Dusk aún cambiando básicamente todo lo respectivo a la jugabilidad. La mayor diferencia se encuentra en la falta de peleas contra jefes y en una menor cantidad de secretos escondidos por cada mapa, aunque son dos aspectos claramente intencionales para mantener una experiencia corta y satisfactoria, en la que he pensado varias veces en las últimas semanas desde que completé Butcher’s Creek de una sentada.


StarVaders

Empezamos la segunda mitad de la lista, como no podría ser de otra manera si hablamos de indies hoy en día, con un roguelike. En el caso de StarVaders, no solamente se trata de uno de esos juegos que, a pesar de pertenecer a un género que está de moda y rozando la saturación, está muy cuidado en todos los aspectos, sino que también es un poco diferente respecto a la perspectiva que tenemos durante los combates. Aunque mantiene la vista cenital clásica del género y su mecánica principal es el uso de una baraja de cartas que podemos ir mejorando y expandiendo, lo que es diferente es que lucharemos en una cuadrícula de 5 por 9 cuadrados, teniendo que defender las últimas tres líneas mientras los enemigos que no hayamos derrotado avanzan una casilla por turno.

Aunque al principio puede parecer sencillo, StarVaders es de esos roguelikes que se vuelven adictivos en poco tiempo, y pronto nos encontraremos probando personajes y niveles de dificultad diferentes y cayendo una y otra vez en combates en los que la estrategia lo es todo. Si le añadimos a esa jugabilidad inteligente y adictiva un estilo visual llamativo, un world-building cuidado y una buena banda sonora, nos queda uno de los mejores juegos de lo que llevamos de año, el cual recomiendo a cualquiera al que las palabras roguelike de cartas no le genere un rechazo instantáneo (algo que igualmente es comprensible a estas alturas).


Keep Driving

Si la propuesta de StarVaders no ha sido lo suficientemente única como para darle una oportunidad a un nuevo roguelike a pesar de la exagerada cantidad de exponentes que salen cada año, tal vez Keep Driving sí que lo sea. La premisa es sencilla: debemos conducir con nuestro coche de punto en punto del mapa hasta un festival de música en el que nos esperan nuestros amigos, y si se nos estropea el coche volvemos a empezar el viaje desde cero. No obstante, este juego se guarda varios ases bajo la manga, siendo el manejo del inventario y la compra de ítems o mejoras en las gasolineras y tiendas de cada parada del mapa solamente el principio.

En primer lugar, el coche podrá estropearse mediante encuentros aleatorios que ocurren al viajar de un punto del mapa a otro, desde obstáculos en la carretera hasta atascos o coches de policía que quieren obligarnos a detener el vehículo, los cuales podremos superar mediante un interesante sistema de combate por turnos. Por otro lado, podremos escoger entre varias habilidades pasivas cuando nuestro personaje se quede pensando sobre la vida durante un trayecto. También habrá que tener en cuenta factores como el hambre, el frío o el dinero que nos queda; no todo consiste en no romper el coche.

Y, para acabar de darle ese toque de viaje en carretera, podremos escuchar varias canciones de una amplia y muy buena banda sonora mientras conducimos y elegir entre varios autoestopistas para recoger por el camino. Cada uno de ellos tendrá una misión secundaria que completar en un punto concreto del mapa y traerá consigo diferentes habilidades pasivas o para el combate por turnos. Lo más interesante de Keep Driving es que gracias a estas misiones secundarias no iremos todo el rato hacia adelante para llegar al festival, sino que también nos encontraremos yendo y viniendo de diferentes puntos (incluso volviendo atrás) para completar objetivos secundarios, lo cuál añade mucha rejugabilidad a la experiencia tras llegar por primera vez a nuestro objetivo y ver los créditos.


Bonus: Blue Prince

Sé lo que estaréis pensando: este es uno de los juegos más populares del año y el segundo mejor valorado, es imposible que piense ni por un segundo que es uno de los indies que han pasado desapercibidos. Y por supuesto que no lo es, pero sí que hay algo sobre Blue Prince que me hace colocarlo en esta lista. No voy a comentar de qué va el juego ni sus mecánicas principales porque probablemente cualquiera que esté leyendo esto ya sabrá bastante o incluso habrá jugado por su cuenta a este peculiar roguelike que cambia los combates por la construcción de habitaciones. Añado este juego como bonus porque es muy probable que una buena parte de las personas que han llegado a los créditos no hayan decidido avanzar mucho más.

Y es que el post-game de este título es muy distinto a lo habitual, puesto que la primera vez que llegamos a los créditos solo hemos visto, sin exagerar, alrededor de la mitad del contenido que tiene que ofrecer. Por tanto, es casi imposible que te hayas perdido Blue Prince, pero sí que es muy probable que te hayas perdido algunos de los mejores puzles y muchas habitaciones y secretos nuevos si lo dejaste justo después de alcanzar la habitación 46. Así que espero que estos dos párrafos sirvan como incentivo para echarle unas horas más a esta obra tan compleja o, como mínimo, para ir a YouTube a ver todos los puzles y contenido que os falte por descubrir, porque merece mucho la pena.


Dada la larga duración de la mayoría de juegos importantes de lo que llevamos de año, quería hacer esta lista con el objetivo de ofrecer algunas opciones que, además de ser poco conocidas, también sean cortas y baratas. Cualquiera de los juegos indie que he recomendado puede comprarse por menos de 30 euros, con muchos de ellos oscilando entre los 10 y 15 euros, además de tener una duración de entre 2 y 10 horas. Es cierto que, por su rejugabilidad, Blue Prince o StarVaders pueden ser mucho más largos, pero siguen siendo perfectos para echarse una partida en algún rato suelto: ningún día de Blue Prince me duró más de unos 45 minutos ni ninguna partida de StarVaders más de unos 25. Incluso si estáis cansados de los roguelike, espero que por lo menos las otras tres entregas que nada tienen que ver con el género os despierten la curiosidad.