Frenetismo a las puertas de Dios

Una de las mejores experiencias en el videojuego proviene de la sensación de fluir. ¿Recordáis vuestra primera partida a Mirror’s Edge? Podíamos mantener el ritmo de Faith corriendo sin parar y, si enlazábamos el salto de obstáculos con eficiencia, no había quien nos parara. Recuerdo probar una demo en PS3 y pensar que esto era una cosa muy loca y divertida. Años después, con un PC entre mis manos, pude disfrutarlo “a tope” y fue ahí cuando le puse nombre a eso que llevaba años sucediéndome con algunos juegos como los Hack n’ Slash. Ese “entrar en la zona” y ser capaz aprovechar el flujo de los escenarios a nuestro favor, ya sea en juegos de combates como en juegos de plataformas y velocidad. Tras varias horas, siempre encontramos combos eficientes, formas de ser mejores y más rápidos, de ser uno con la propuesta de los desarrolladores y dominar las mecánicas aprendidas a la perfección.

Neon White es un enorme juego preparado en pequeñas dosis donde el mencionado concepto: fluir, es la principal herramienta a nuestra disposición. Simplemente completando los primeros escenarios veremos el potencial que tiene. Pero comencemos por el principio: ¿de qué va Neon White? La premisa es más simple de lo que parece: hemos muerto. Supuestamente, dado que no hemos sido adalides de la bondad en vida, tendríamos que ir al infierno. Pero en lugar de ello, se nos ofrece un plan alternativo: ejercer de control de plagas para los ángeles en una competición en el purgatorio. Si ganamos, se nos ofrecerá un pase al cielo. Al menos, eso es lo que tenemos que creer, pues la mayoría de las cosas que observamos acaban siendo suficientemente turbias como para pensar que hay gato encerrado.

Bueno, encerrado no sé, pero gatos en cargos burocráticos hay unos cuantos y no es que estén muy contentos con su trabajo. Pero, por suerte, esto da pie a numerosas conversaciones llenas de humor, sátira y crítica social. Cada vez que estamos en esta especie de resort paradisíaco donde podríamos disfrutar de una piña colada (aunque no nos dejan porque somos sucios y cutres Neons) podemos aprovechar para conversar y así aclarar un poco algunas ideas sobre lo que sea que esté pasando. El resto del tiempo estaremos, cómo no, ejerciendo de espectáculo para los ángeles mientras cazamos demonios.

El juego se divide en zonas a las que accedemos avanzando en la trama. Cada una de ellas tiene numerosas fases fabricadas artesanalmente al milímetro. Es muy interesante escuchar a los desarrolladores hablar de ello, porque vemos cómo se debatieron constantemente entre posicionar un enemigo unos metros más hacia la izquierda o a la derecha para facilitar el disparo. También, en el mismo vídeo enlazado podéis observar cómo la speedrun apenas supera los 30 minutos que, teniendo en cuenta las numerosas fases presentes, es toda una locura. Pero todo ello es posible gracias a que el propio juego está diseñado para ello. Nos proporciona la capacidad de afrontarlo como speedrunners, sin dedicarnos activamente a ello.

Neon White es un título de plataformas con mecánicas de shooter. La apuesta es, a su vez, extremadamente minimalista a niveles estéticos. Solo presenta ciertas diferencias de color para diferenciar los enemigos y las cartas. Sí, las cartas. Estas son las herramientas que se nos proporcionan para optimizar nuestro movimiento y la criba de enemigos, necesaria para que se abra el portal que da por terminada la fase. Solo podemos llevar dos cartas de diferente tipo, incluida la carta que siempre llevamos con nosotros: una katana. Las cartas, cada una de un tipo y color, poseen siempre dos propiedades: la activa, que emula el arma que representa y la habilidad de descarte, que pone en marcha un poder especial, diferente también según la carta. Así, las amarillas, cartas de pistola, permiten disparar de manera semiautomática y, si pulsamos el botón de descarte, obtendremos un impulso ascendente similar al clásico doble salto.

Tenemos munición limitada, aunque habrá cartas de munición dispersas por el algunos escenarios y obtener más cartas del mismo tipo sirve para obtener también algunas balas más. Así, alternaremos entre escopetazos, disparos de fusil y algún que otro explosivo. Pero ojo, no pensemos que este “juego de cartas” va de coleccionar. Todo lo contrario: constantemente estaremos descartando y utilizándolas, pues las fases raramente duran más de un minuto. Aquí prima la velocidad, tanto a la hora de exterminar demonios como de superar las plataformas. Y todo, como decíamos, está medido al milímetro, por lo que cada carta está posicionada donde debería, teniendo que gastarla en los momentos precisos para así superar la fase. Eso sí, si queremos obtener los mejores tiempos, tocará experimentar.

Esta experimentación basada en mejorar tiempos es lo que hace enorme a un juego como Neon White. Aspirar a superar nuestros propios tiempos sirve para conseguir mejores medallas y más conocimiento, lo que nos dará información sobre el nivel, como pistas de por dónde podríamos hacer un mejor tiempo o un reflejo fantasma de nuestra mejor marca. Todo ello está preparado para repetir y repetir hasta alcanzar los mejores tiempos posibles, compitiendo con amigos o aspirando al ranking global.

Fluir se siente similar a como se sentía Dishonored una vez dominábamos las mecánicas. Al inicio, decidir qué hacer con las cartas será algo más complicado, pero pronto lo controlaremos todo a nuestra perfección y será sencillo tomar decisiones casi instantáneas. Es una sensación de vínculo completo con el personaje: sabemos que todo lo que hacemos es nuestra acción y no queda nada al azar de la programación. Es similar a lo que ocurre con Hollow Knigth, donde todo está perfectamente medido y el control responde con total fidelidad.

El roce con el agua nos hace extremadamente veloces, por lo que siempre querremos aprovecharla. Al igual que esto, buscaremos pequeños trucos aquí y allá con los que mejorar poco a poco. Es más, el propio juego está pensado para saltarnos zonas del escenario a propósito y así obtener el mejor tiempo. La imaginación con los recursos que tenemos es clave e intentar obtener al menos una medalla de oro en cada fase es un buen reto para divertirnos más aún. Pero, además, tendremos que adaptarnos a nuevas mecánicas y cartas de forma constante, algunas de ellas más eficientes a la hora de matar demonios y otras más pensadas para el movimiento.

Not bad for a dead guy, huh

Las premisas aquí expuestas pueden no parecer nada del otro mundo, pero Neon White es un juego que necesita experimentarse para que comprendamos hasta qué punto se fluye a través de los niveles. Los Neons, antiguos amigos nuestros al parecer como Neon Red y Neon Yellow, compiten con nosotros por la estancia en el cielo, pero podremos conversar con ellos e incluso ofrecerles regalos para desbloquear diálogos nuevos y algunas misiones secretas. Todo está lleno de secretos y los misterios de la trama serán un buen incentivo para seguir jugando. Un buen protagonista con amnesia siempre es un recurso eficiente.

En definitiva, Neon White anima a la superación constante en un divertido juego de ensayo y error, apoyado en una narrativa tan simple como entretenida gracias a los excéntricos diálogos y la sátira. Una propuesta que puede no parecer llamativa en un inicio, pero en la que se volarán las horas mientras averiguamos cómo aprovechar las plataformas haciendo cosas que no estaban diseñadas para hacerse.


Esta crítica fue realizada con una copia digital para PC adquirida por la propia redacción.