Dando la talla... de momento

En los días previos al E3 numerosos rumores y conjeturas circulan por la red. No sé si os pasará a vosotros, pero estas fechas me resultan agotadoras. Andamos en un dimes y diretes constante, donde las habladurías inundan las secciones de «última hora» como si fueran hechos irrefutables. Además las noticias verdaderas caen a cuentagotas, pues los anuncios más sorprendentes están guardados bajo llave. Pero siempre hay alguna información que no solo nos sorprende, sino que también nos pone los dientes largos a la espera de la gran feria del videojuego. Eso me pasó ayer cuando me enteré de que God of War: Ragnarök saldrá tanto en PS5 como en PS4.

Siempre es una gran noticia que una compañía decida seguir apoyando a su consola de pasada generación. En el caso de Sony, no es de extrañar, pues PS4 ha superado las 115 millones de unidades vendidas, ganándose a pulso el apoyo y mimo de la empresa nipona. Aunque el dilema al que se enfrenta Sony no es inaudito, sí que es, cuando menos, comprometido: decidir cuándo cortarle el grifo a su antiguo sistema y depositar los nuevos lanzamientos en la flamante PS5 de forma exclusiva. Pero es que este videojuego no es el único que se ha sumado a la lista cada vez más larga de títulos intergeneracionales de PS4 y PS5. Gran Turismo 7 y Horizon: Forbidden West completan un trío de auténticos títulos vendeconsolas que se lanzarán tanto en la pasada como en la nueva PlayStation. Este fenómeno lleva con nosotros desde que las diferencias técnicas entre generaciones no son abismales, pero se sigue enfrentando al mismo problema desde sus inicios: las diferencias entre versiones.

Ciertamente es lo que más me preocupa de la dicotomía que plantean estos títulos que no son ni de una consola ni de otra. En el State of Play de la semana pasada Sony mostró un gameplay de la nueva aventura de Aloy. ESPECTACULAR. Solo puedo decir eso, pues visualmente me dejó impactado. A su puntero apartado técnico hay que sumarle un diseño artístico muy favorecedor para la obra de Guerrilla Games. Las diferencias entre la primera entrega y esta otra son palpables a simple vista. El detallado de los escenarios ha mejorado sobremanera, y en líneas generales el videojuego se siente como una evolución —que no revolución— de su antecesor. Claramente los requerimientos técnicos de este título son superiores a los de Zero Dawn, por lo que me pregunto cuán acusadas serán las diferencias entre las versiones de PS4 y PS5.

Esta situación siempre siembra en mí la duda de si realmente se están aprovechando todas las capacidades de la consola de nueva generación, o por el contrario se está creando una versión más equilibrada entre ambos sistemas para no dejar en evidencia al dispositivo más antiguo. En el caso de Forbidden West parece que no han escatimado en la aventura next-gen, y ya veremos cómo se las han apañado para que la edición de PS4 no quede deslucida ante su hermana más potente. El apoyo realmente fuerte que Sony le está brindando a PS4 contrasta con el soporte más tímido que recibió PS3 tras el lanzamiento de su sucesora. Todo ello, unido a los futuros lanzamiento de exclusivos de la compañía en PC, hacen prever que la estrategia de la empresa nipona pasa por aumentar su base de adeptos a costa de «quitarle» los exclusivos a su nueva plataforma. Recordemos que PS5 dispone de menos de una docena de títulos inéditos en otras consolas, un número realmente bajo en el que no se encuentra ningún videojuego first party que sirva como buque insignia del catálogo del sistema. Esta precaria situación cambiará en menos de diez días cuando llegue al mercado Ratchet & Clank: Una dimensión aparte.

No espero que los videojuegos intergeneracionales con el sello de «PlayStation Studios» nos defrauden. Sony no permitirá que la versión de la pasada generación sea una obra injugable y apenas disfrutable —lo digo por ti, Cyberpunk—. Pero me es difícil desprenderme de las dudas y temores que rodean a estos lanzamientos que están en tierra de nadie, entre dos videoconsolas.

Aunque God of War: Ragnarök se haya retrasado hasta 2022 —y previsiblemente también Horizon: Forbidden West—, que una compañía apueste con tanta decisión sobre una consola pasada es remarcable. Y lo es aun más si tenemos en cuenta las declaraciones de Hideaki Nishino, Vicepresidente Senior de Sony Interactive Entertainment, que en una entrevista el año pasado afirmó que seguirían apoyando a PS4, por lo menos, «unos tres años». Parece que PS4 cumplirá una década a la venta recibiendo títulos punteros, lo que me lleva a rescatar un vaticinio que ha estado cobrando fuerza desde hace unos años en medios y foros especializados en videojuegos: que el mercado de las consolas empezará a coquetear cada vez más con el modelo del mercado de móviles. Este se basa principalmente en la ausencia de saltos generacionales importantes y en la actualización del hardware periódicamente, sin cambios revolucionarios que dejen obsoletos a los modelos anteriores. Por lo pronto parece que la cuasi confirmada «Switch Pro» nos dará alguna pista del posible rumbo del sector.