Destripando la esperada revisión

Después de muchos años preguntándonos cuándo habría una remasterización de Final Fantasy VIII, por fin ha llegado. Y tuve que jugarlo… por centésima vez. Porque más allá de esta reedición es uno de los Final Fantasy que más he disfrutado de chaval. De hecho es uno de los juegos de mi juventud, y volver a él más de 10 años después fue un cúmulo de sensaciones. Este análisis es de un fan de la saga, de alguien que en su momento se pasó decenas de veces los originales de PlayStation y PC (con aquella conversión de EIDOS), y toca destriparlo y darle caña a ver si realmente satisface.

Me encantaría explayarme sobre la historia y el sistema de juego, aunque no tendría demasiado sentido porque las novedades de este lanzamiento son otras. Sin embargo debo decir que, a pesar de que para mi gusto tiene una historia algo floja y con giros cuestionables, me sorprende que haya envejecido tan bien. Incluso con sus altibajos sigue siendo un juego muy disfrutable, y sin duda es un básico para entender esta maravillosa saga. Trata temas muy variados, pero destaco su trasfondo acerca de estar en paz con uno mismo, superar los miedos y confiar en los demás, evitando encerrarse.

De la misma manera que podría tirarme líneas y líneas argumentando el por qué es uno de los títulos más flojos de la franquicia, paradójicamente el sistema de juego me parece uno de los mejores. La amplia experimentación con los conceptos de la segunda y sexta entrega de la saga dio lugar a un gameplay muy particular. De corte mucho más realista y profundo, a pesar de sus evidentes puntos flacos es uno de los sistemas más interesantes de jugar. La personalización es bastante elevada, así como la libertad para modificar parámetros gracias a que no es un sistema tan lineal. Pero debido a su propia naturaleza tiene varias contrapartidas:

  1. Una dilatación artificial de las batallas debido a la altísima dependencia de los G.F., sus invocaciones y la extracción de lo que aquí llaman pseudomagia. Recordemos que los hechizos no funcionan con un sistema de PM, sino de “robar, guardar, usar y tirar” como si de un consumible más se tratase.
  2. El juego se puede romper muy fácil si tenemos suficiente pericia consiguiendo magias y asignando enlaces.
  3. Que los enemigos suban de nivel a la par que nosotros no consigue equilibrar el juego si llevamos a cabo el punto anterior, ya que a mayor nivel éstos poseerán magias más poderosas que podemos extraer y enlazar, pudiendo mejorar con ellas nuestros parámetros. Y es ahí donde comienza un círculo vicioso sin demasiado sentido…

Y con esos comentarios al aire, dejo de hablar sobre aspectos que se llevan discutiendo 20 años y voy al tema principal que nos está vendiendo esta reedición, que a eso hemos venido.

Los gráficos: una de cal y otra de arena

El punto fuerte del remaster son los supuestos gráficos mejorados. Y digo supuestos porque, aunque el tratamiento general es bastante aceptable teniendo en cuenta que usaban la base original, también tiene bastantes pormenores que lastran el resultado. En primer lugar esto no es un remaster, así de claro: es una versión HD, el equivalente a lo que hicieron con los Final Fantasy VII y IX. Lo único que tiene de remaster son los modelos 3D de los diversos personajes, enemigos e invocaciones. Por supuesto que eso supone un salto muy importante de calidad y se agradece mucho, pero es insuficiente para otorgarle el apellido de “remasterizado”, como veremos ahora.

Los fondos pre-renderizados han sido tratados mediante un filtro que, si bien no es una maravilla porque los emborrona, tampoco me parece el desastre absoluto que muchos comentan. De todas formas podrían haber usado algún tipo de mejora por IA o algo similar para hacerlos más nítidos, como ya se ha visto con algunos trabajos hechos por fans. Existen ocasiones donde se notan demasiado, concretamente los que incorporan NPC en ellos. El resultado de eso es que dichos NPC integrados (un truco de la época para ahorrar recursos) se ven excesivamente pixelados. También hay ocasiones donde usan pantallas directamente extraídas de las versiones antiguas, algo extraño y que queda horrible. Otra cosa mejorable son algunos entornos 3D de las batallas, que podrían estar mejor definidos.

Las escenas CGI siguen siendo buenas pero a veces pierden algo de nitidez debido al reescalado. El juego conserva el formato 4:3 con unos marcos superior e inferior un poco más anchos de lo deseable, pero recordemos que no hay que perder de vista las limitaciones con las que contaban.

El Squall que conocimos de aspecto más adulto, malencarado y mirada semi vacía, aquí da paso a un diseño teenager genérico de Nomura.

Algo que me parece bastante malo es el nuevo modelo in game de Squall. Más allá de su calidad (que es maravillosa), ahora luce más cercano a los Dissidia. Es cierto que todos los protagonistas son adolescentes de 17-18 años, pero Squall ahora se ve especialmente aniñado y de estilo manga, con un pelo más oscuro, peinado algo diferente y unos ojos más grandes. Esto lo aleja mucho no sólo del modelo original de 1999, sino también de su imagen en el menú, de las escenas CGI y del resto de personajes.

Es una metedura de pata, y se habría agradecido que respetasen el diseño auténtico por pura coherencia. Después de un tiempo jugando uno termina acostumbrándose, pero no ha sido la mejor decisión para esta entrega.

Otro apartado con aristas es el tratamiento de las fuentes de texto y algunos cambios gráficos. No es nada terrible, pero sí que habría estado mejor escoger una tipografía gruesa con menos peso, ya que el contraste entre la fuente normal y la negrita me resulta demasiado bestia. Y sobre la supuesta autocensura que podemos encontrar en algunos detalles (como la invocación Sirena o el escote de Rinoa), dejémoslo en que es una cambio ridículo pero no empaña la experiencia. A la hora de la verdad ni se nota, y de hecho Sirena quedó muy bien, pero eso de descafeinar diseños por cierto puritanismo no es algo con lo que esté muy de acuerdo…

Un sonido con luces y sombras

Este remaster incorpora la música original de PlayStation y no las versiones MIDI de PC. Pero una vez más se hacen concesiones en determinados detalles: cuando cambiamos entre escenas con diferente música o terminamos una batalla, las canciones se cortan de manera brusca. En las versiones originales ésto era algo más suave al incorporar una reverberación, pero aquí esa cualidad se pierde obteniendo silencios que aparentan poco profesionales si uno tiene buen oído.  Al menos sí que han conservado ciertos momentos sonoros con fade in o fade out.

Es aquí donde me atrevo a decir que incluso la versión de PC tiene una experiencia más satisfactoria en este aspecto, a pesar de que la música es puramente MIDI. Ahí el tratamiento de sonido era mucho más coherente y natural, aunque dicha versión no goce de la bendición de las masas.

Algunas ayudas extra
De igual forma que ocurrió con Final Fantasy VII y IX, aquí también tenemos los potenciadores de juego que se pueden activar y desactivar cuando queramos. Tenemos la velocidad x3 para aumentar el ritmo de la acción (perfecto para algunas secuencias repetitivas); un modo para eliminar los combates aleatorios y un modo turbo para que en las batallas tengamos siempre la vitalidad a tope, así la posibilidad de ejecutar los límites. Son añadidos que pueden estar bien para momentos puntuales, sin más.

Errores: haberlos haylos (como las meigas)

El juego arrastra varios fallos que piden a gritos una actualización para parchearlos. Al menos en la versión de PS4 y Switch podemos obtener un desagradable bug que afecta con más frecuencia a batallas contra jefes. En determinados momentos tras uno de estos combates, después de la victoria o al abrir el menú, nos podemos encontrar que el juego se queda en negro sin posibilidad de hacer nada mientras la música sigue sonando de fondo. Parece que usar el modo de  velocidad x3 ayuda a incrementar las posibilidades de que aparezca. Para colmo este error no se resuelve al recargar la partida, obligándonos a reiniciar la consola para que podamos continuar sin sufrir dicho bug una y otra vez.

Podréis encontraros con alguna escena donde no se carga ninguna canción o ruido ambiental, quedando todo en silencio; e incluso existen problemas de traducción como los que se ven en algunos mensajes de batalla. Por si eso fuera poco también hay congelamientos en la invocación de Gilgamesh, sobre todo cuando se une a nosotros y tiene unas líneas de diálogo.

Un trabajo de remasterizado al que le cuesta estar a la altura del clásico

Considero que esta versión no debería tener la etiqueta de remaster. Razonemos un poco el por qué:

  1. Final Fantasy VII HD fue lanzado como versión en alta definición, incorporando casi todas las mejoras de esta octava entrega (excepto nuevos modelos 3D).
  2. Final Fantasy IX HD fue reconstruído para adaptarse a interfaces gráficas táctiles, y así lo llevaron tal cual a consolas (una pequeña chapuza).
  3. Final Fantasy X HD era una mejora visual que realmente sí podría considerarse un remaster.
  4. Final Fantasy XII The Zodiac Age sí es una remasterización muy cuidada, superando en todo a la versión original de PS2.

Entonces, ¿en qué posición queda este VIII? Si esto es un remaster, ¿por qué parece inferior a todos los anteriormente descritos? ¿Por qué es un pastiche de todos esos conceptos? ¿Y por qué lo anunciaron como un gran trabajo si podría ser la peor reedición de toda esa lista? Era difícil superar las inconsistencias de Final Fantasy IX HD, pero con este VIII creo que lo consiguieron (o al menos quedaron a la par).

Sin embargo el juego en sí está bien. No tanto por la versión aquí analizada sino por méritos propios, los mismos que tuvo hace 20 años. ¿Merece la pena este Final Fantasy VIII Remastered? Si podemos pasar por alto ciertos detalles y arreglan algunos errores, es interesante tenerlo en nuestra colección. El precio no está mal (20 euros) y disfrutar de los nuevos modelos 3D es una delicia. Pero, como ya dije al principio del artículo, fui jugador habitual de las versiones clásicas y esta “remasterización” se antoja un tanto extraña. Hay cosas que no terminan de encajar y se perciben ciertos acabados demasiado toscos para un producto que supuestamente fue mimado. Deberían afinar algunos detalles, ya que Square Enix se ha complicado la vida innecesariamente vendiéndolo como un “remaster”; uno que claramente no está a la altura de lo esperado y que se salva por los pelos gracias a que es uno de los mejores juegos de una generación.


Este análisis se ha realizado con una copia para PS4 adquirida por la propia redacción.