Mientras yo aprendía historia, otros jugaban a Snake

Cuando era pequeño, si, yo también lo era, o al menos eso es lo que me hicieron creer durante estos últimos veintitantos años. Pues ya sabéis como va eso, cuando somos unos mocosos todavía, entre los cinco y diez años más o menos, después de ese rango seguimos siendo mocosos hasta que empiezan a salirnos granos por toda la cara y cuello y parecemos la paella de los domingos de la abuela. Pero cuando somos mocosos nivel uno, tendemos a interesarnos por muchísimas cosas muy diversas, no solo por lo que vemos cuando tenemos menos de esos cinco años, sino que también nos interesan hechos como el funcionamiento de un microondas, el de un mando a distancia o simplemente el porqué de la lluvia. Con todo esto quiero meteros en mi noob nivel uno de hace unos quince años. En aquel entonces disponía de un ordenador sin conexión a internet ya que a mi pueblo todavía no llegaba el cable y los módems costaban lo mismo que un riñón precintado. Pero, pero, la cuestión es que yo era ese chaval que se interesaba por todo y también comencé a interesarme por la tecnología y la informática, curiosidad, la cual me llevó a conocer sin querer a mis primeros maestros de historia e inglés, pero lo de las lenguas extranjeras lo tocaremos en otra ocasión.

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Call of Duty – Mi amigo lo obtuvo como un juego de promoción… Incrédulos…

Con esta intensa introducción pasamos al primer acto de ese historia de amor y afecto. Pues resulta que estaba yo algo aburrido en aquellos años mozos míos y se dio la ocasión de que comencé a quedar con un chaval que conocí a través de otro colega, bla bla bla, la típica cadena de ‘el amigo del primo de la hermana de Pablo’, ya sabéis. Y cuando nos cogimos algo de confianza, fui a hacerle una visitilla y resultó que eramos los dos pro gamers de PC’s de comunión y en ese instante mi vida cambió drásticamente… Aquel hombre, en aquel instante tan lejano a mi ‘yo’ actual, me había dejado el juego de los juegos, el shooter de los shooters, el mismísimo comienzo de algo que nadie se imaginaría por aquel entonces que podría pasar en el futuro. Tenía en mis manos, la caja original de Call of Duty con sus respectivos discos y código para poder activarlo. Pobre de mí, todavía no sabía en aquel momento la viciada que se me caía encima.

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La guía del juego está tan desgastada que tendré que plastificarla un día de estos.

Para mi era un disparitos más. Un FPS de mucha acción ya que iba sobre una guerra – obviamente Kuba, bien pensado amigo. Pues por aquel entonces, siempre le pedía a mi hermano que me instalara videojuego ya que yo no tenía ni la más mínima idea. Qué cosas, ¿eh? Y pensar que ahora soy el técnico informático de mi casa y manejo más videojuegos por hora que una empaquetadora. Pero después de una larga instalación, relativamente larga, ya que en aquel entonces tendría un Pentium de dos núcleos a medio gigahercio, 512 megabytes de RAM y un disco duro SATA de algo menos de cien gigabytes. Oye, para la época era el torpedo propulsado por átomos abiertos, poca broma. Una vez había acabado dicha instalación, hice doble click en el icono del juego y a partir de aquel entonces mis salidas al parque habrían acabado. Que va, es broma, seguía saliendo, pero salía a jugar a los soldados, no a la pelota. Cosas de críos, supongo.

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Claro, la caja toda traducida (pasé mi infancia en Polonia, de ahí ese idioma tan raro), pero el juego en su idioma original, inglés.

Ojito al dato, el juego estaba en inglés. Nada de traducciones amateurs u oficiales. Ahí si eras pequeño y tenías poca idea de inglés, te las apañabas con lo que tenías, diccionario físico, tu hermano mayor o directamente ibas explorando los cerrados mapas de las misiones en busca de completar algo para pasar al siguiente nivel. Que bonita es la inocencia de un chaval que solo quiere jugar y divertirse, sin preocuparse por los trasfondos políticos o de cualquier otro carácter. Pero volviendo a mi partida de aquel entonces, estábamos el Capitán Foley con algunos compañeros más y yo, Martin, recorriendo los frentes de guerra y machacando nazis como si fuera esto la barra libre de una discoteca.

Mi misión en el juego era clara. Machar tipos vestidos de gris de todas las formas posibles. El juego comienza con una misión de ‘Dia D’ y sigue a lo largo de la segunda guerra mundial, dejándonos presenciar eventos o batallas como la de Stalingrado o el asedio de la casa Pavlov. La captura de Reichstag, batalla cerca de la famosa iglesia en Sainte-Mère-Église, tomar parte de la Operación Tonga e inclusive visitar el acorazado alemán Tirpitz en una misión donde somos unos topos junto con el máquina de Capitán Price. ¡Pero qué personajes, por favor!

Aún sin tener demasiada idea de inglés, iba quedándome con lo poco que comprendía y con todo el argumento de las misiones. Más tarde iba re-jugando este gran título, cada vez reforzando el conocimiento sobre el conflicto bélico más grande jamás ocurrido. Creo que el hecho de interesarme por la historia de la Segunda Guerra Mundial se me ha quedado del juego. Con eso quiero decir, que Call of Duty, fue el título que activó mi parte de cerebro responsable de ese conocimiento o hambre de éste. Mi hermano jugaba a Hearts of Iron, un juego de la serie Europa Universalis el cual también va de ese gran conflicto pero a su manera, es decir, HoI se desarrolla en un mapa donde tienes unidades y gestionas todo un país en vez de pegar tiros en primera persona. Al ser más enano que él, supongo que necesitaba ver cosas de forma más cercana para interesarme por el videojuego o lo que éste mismo nos quería contar. Incluso me interesé por el armamento militar de aquella época. Hay cosas muy curiosas, como por ejemplo el hecho de que algunos aviones llevaban motores producidos por los actuales fabricantes de coches. Más tarde empecé a jugar a estrategias como Blitzkrieg, Men of War, Sudden Strike, etc.. Juegos los cuales han profundizado mi espíritu histórico todavía más de lo cual estoy muy orgulloso.

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Una captura de pantalla de Hearts of Iron II. Para que veáis que el juego explica la historia de forma muy precisa.

Y unos años más tarde, acabe jugando el juego completo casi del tirón y comprendiendo a la perfección cada minuto, cada batalla, cada personaje de éste. Sinceramente, estuve aprendiendo mucho sin darme cuenta. Y por eso quiero dar las gracias, a todos los videojuegos y desarrolladores por títulos que además de divertirnos nos enseñas y educan. Títulos que te abren la mente y hacen experimentar cosas que más tarde te servirán para crear tu propio punto de vista sobre algunas situaciones o sucesos.

Gracias.