Un deja vu que nos retrotrae a nuestra infancia

Recuerdo ir a ver Cars 2 con gran entusiasmo cuando era pequeñajo. Salí fascinado por la maravillosa película que me encontré, e inmediatamente arrastré a mi madre al GameStop más cercano para adquirir el consecuente videojuego. Un perfecto combo que solo extendía el idilio en el que me había atrapado el universo automovilístico de Disney. Sí, eran otros tiempos. Analizando ese videojuego en la actualidad, quizá no era tan magnífico como recordaba. ¿Y qué más da? Con diez años no me preocupaba por los gráficos, por la jugabilidad, u otras cualidades del título. Solo quería jugar con Francesco Bernoulli —esa pedante parodia de un Ferrari de Fórmula 1—. El resto solo eran nimios floripondios. Estos videojuegos, que únicamente vienen a adornar el lanzamiento de un largometraje o serie, puede que vivan su segunda edad de oro gracias a Netflix.

Bueno, decir que van a vivir una segunda edad de oro quizá sea pretencioso. Pero desde luego si juntamos Netflix y videojuegos puede salir una combinación francamente interesante. Ayer mismo la compañía estadounidense oficializó la compra de Night School Studio, desarrolladora de Oxenfree  y su secuela, entre otros. No es una gran adquisición, pero no queramos correr antes de andar. El estudio ha creado media decena de juegos, y tres de ellos disponibles en dispositivos móviles. Su experiencia en el campo de los teléfonos inteligentes es amplia, y eso le interesa a Netflix.

Este movimiento se entiende mejor en consonancia con el lanzamiento de cinco títulos el pasado día 27 en la Play Store. Estos son: Stranger Things: 1984, Stranger Things 3: The Game, Card Blast, Teeter Up y Shooting Hoops. Estos tres últimos videojuegos son menos relevantes a priori en tanto que no versan sobre ninguna de las licencias de Netflix. Por otro lado, los títulos protagonizados por Once y compañía sí que cuentan con ese gancho en forma de serie. Un aliciente que sin duda será explotado por la compañía de Reed Hastings para exprimir aun más sus múltiples y archiconocidas franquicias.

Pero, ¿cuál es el quid de esta cuestión? Estas aplicaciones solamente estarán disponibles para aquellos usuarios registrados en Netflix —y que estén al corriente de pago, evidentemente—. Se podrán descargar directamente desde la Play Store o a través de un enlace en la app de Netflix en Android. El propósito que persiguen es claro: afianzar y aumentar el nivel de fidelización de la plataforma. Con esta nueva aventura Netflix pretende volver a un sendero una vez muy concurrido, pero cada vez menos recurrente: merchandising de películas o series en forma de videojuegos. Pero ese camino voluble no es igual que antaño. Hace una década poco o nada me importaban las especificaciones técnicas de la obra que jugaba, mientras que ahora esas cualidades son difíciles de ignorar.

Si bien es cierto que los títulos que han mostrado hasta ahora no son la panacea, el músculo financiero de este gigante audiovisual encontrará pocos obstáculos para ejecutar su plan. Tampoco espero que se erija como un gran nombre de la industria del videojuego —o al menos no a corto-medio plazo—, pero desde luego que su presencia se irá notando cada vez con más intensidad. No creo que se mantengan cien por cien fieles al mercado móvil, pero este le servirá para tantear el posible lanzamiento de un título de mayor envergadura en consolas. Al final sus franquicias son conocidas mundialmente y la capacidad de arrastre podría ser considerable. Si en algún momento llegamos a este punto, solo dependerá de Netflix seguir la estela de los grandes videojuegos basados en películas y series de nuestra infancia, o convertirse en una técnica sacacuartos de lo más rastrera. Dejen sus apuestas.