O al menos, será un fantasma. O incluso un impostor

Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. También podría decirse que a grandes males, grandes remedios. Pero lo cierto es que el E3, si ya estaba herido de gravedad en años anteriores por no haber adaptado su formato a la evolución que marcaban los tiempos, tras el coma inducido por la pandemia y anunciar que salía de la UCI hace unos pocos meses para iniciar un proceso de recuperación de cara al próximo verano, el nuevo parte médico no ha sido precisamente gratificante ni alentador, al menos para mí.

El resumen es que, en ese intento por acercarse a las masas, el E3 ha perdido aquello que convertía a este evento en algo especial. Más si cabe, quiero decir. Antaño exclusivo para prensa y medios especializados, se abrió al público general allá por el año 2017, y eso supuso un punto de no retorno. Desde luego, la viabilidad económica del proyecto seguramente pesaría por encima del resto de factores, pero ser el evento más importante de la industria del videojuego implicaba ciertos sacrificios. Si quieres a todos los medios a nivel mundial centrados en tu espectáculo, tienes que darles facilidades, por supuesto, pero también material exclusivo. Si cualquiera puede acceder directamente a las presentaciones y novedades, ese factor se pierde. Y si intentas juntar ambos mundos, como es la propuesta para la edición correspondiente a 2023 (que se celebrará físicamente del 13 al 16 de junio, siendo los dos primeros días exclusivos para prensa e industria, el tercero compartido con consumidores, y el cuarto y último limitado solo a estos últimos) me parece que es quedarse en tierra de nadie.

Y esa diversificación es exactamente la misma que se da en otros eventos, a escala nacional (como las Madrid Games Week) o la propia Gamescom, el evento referente en lo que a Europa se refiere, pero con un matiz. Y es que allí la industria (desarrolladores y prensa) van a mostrar el producto, no a presentarlo. ¿Cuándo ha habido anuncios de primera categoría en el marco de la Gamescom? En la feria alemana, aunque hay un día específico sin público (y pabellones a los que no pueden acceder, en los que se pueden probar demos concretas o acudir a presentaciones privadas), el propio concepto de la misma gira en torno a la presencia de la gente. No es el caso del E3, que está teniendo que adaptarse a contrareloj y a trompicones para no perder un trono que ahora mismo es más imaginario que real.

Las grandes marcas, bien sean las fabricantes de consolas como Nintendo, Sony o Microsoft, o grandes nombres que acuden por peso como Electronic Arts o Ubisoft, ya se han dado cuenta que no necesitan para nada al evento de Los Ángeles, y de ahí el auge de sus presentaciones independientes en base a streamings. Con formatos distintos y enfoques ajustados a su público o lo que toque anunciar en cada ocasión, pero los tiempos en los que las novedades “se reservaban” para el mes de Junio quedaron atrás ya. Y los cambios de formato u organización, si pretenden modificar la superficie pero no atacar la raíz del problema, se van a encontrar con fracaso tras fracaso en lo que, igual de forma prematura, pero a mí ya me parece un cadáver andante que va buscando un agujero que haga las veces de tumba. Y lo peor, es que nadie recordará el actual E3, sino siempre el “antiguo”. Nostalgia, bendito problema.