Un juego en perfecto estado zombie

He tenido que buscar la fecha en la que se anunció Dying Light 2 (siendo en concreto en el E3 de 2018, durante la conferencia de Microsoft), y que pocas o ninguna novedad tuvo desde entonces, hasta enero del año pasado, punto en el que Techland, su distribuidor, congeló la fecha de lanzamiento de manera indefinida, cuando el título estaba originalmente previsto para principios de dicho año, y no ha sido hasta hace poco que hemos vuelto a oír acerca del título, aunque no precisamente por buenas razones, incluyendo acusaciones de acoso a uno de los escritores del título.

Sin embargo, las mayores similitudes parecían corresponderse con otra secuela con temática zombie, Dead Island 2, que había entrado de forma notoria en lo que se denomina como Development Hell, o como se conoce a la situación de bloqueo extremo que puede darse en el desarrollo de un proyecto por constantes cambios de objetivos (en lo que al concepto se refiere) o de equipo (tanto de desarrollo al completo, o bien en aquellos que lideran cada departamento), y en el que, aunque parece que podíamos considerar inmerso a Dying Light 2, la desarrolladora ha comunicado que no es el caso, y que el problema es que se dio a conocer de manera prematura.

Aunque estas declaraciones puedan considerarse como una maniobra de PR para hacer control de daños respecto a la ya muy deteriorada imagen que tiene la comunidad del juego, sinceramente creo que algo de verdad hay en esas palabras. En resumidas cuentas, una cosa (que el juego se anunciara demasiado pronto) no quita la otra (que esté en Development Hell). No es raro, dentro de la industria del videojuego, preparar demos o tráileres específicos para según que eventos, como puede ser el caso del E3 de 2018, un escaparate impecable, con mecánicas sujetas con alfileres con tal de tener algo que mostrar (aunque no esté terminado o no vaya a estar presente en la versión final del juego), y puede que ese sea el caso de Dying Light 2.

Yo soy parte de esos afortunados que pudo ver el juego en tiempo real durante la Gamescom de 2018 (en pase privado, controlado por uno de los desarrolladores, con lo cual estaba todo “bajo control”, y aun así hubo sesión de problemas técnicos con pantallazo azul de Windows incluido), y aunque era una demo sobre raíles en la que no había lugar a las sorpresas, se veía sólida en el contexto de un juego recién anunciado, y que iba a tener tiempo en el horno antes de llegar a las tiendas. Sin embargo, que años después, no se sepa absolutamente nada más empieza a dejar caer que posiblemente ni siquiera el concepto del juego estaba planteado, y que lo que muchos asumimos como una base sobre la que trabajar no era más que un prototipo o versión de pruebas que no fuera aprovechable a la hora de la verdad.

Y en caso de que esto sea cierto, el problema principal no está en el programador y el diseñador que elaboraron la demo “creando falsas expectativas”, sino en el directivo que dio luz verde a esa demo o que no fijó un rumbo claro desde el primer momento que ha desembocado en esta situación de estancamiento total, que ha provocado que el título esté ahora mismo en punto muerto y, si tuviera que hacer una predicción, está más cerca de la cancelación que de llegar a ser jugable.