Vuelta a las raíces

Hace cosa de unos 3 años, Daymare 1998 se hizo un hueco dentro del género del Survival Horror tras su intención de resucitar Resident Evil 2. El que iba ser el sucesor espiritual de la aventura estrella de Leon S. Kennedy tuvo que cambiar ligeramente su hoja de ruta, al chocar con la intención de Capcom de devolver a la vida a las primeras entregas de la franquicia. Por suerte para el reducido equipo de Invader Studios, el resultado final consistió en una aventura dispuesta a abrazar las bases de los juegos de antaño, ofreciendo un ligero frescor.

El público habló, por lo que Daymare 1998 se colmó de halagos por parte del sector old-school del medio. Daymare ofrecía una aventura clásica, de otra época, cuando el número 2 era el ordinal más alto que podía ponérsele a una Play Station. Así pues, no tardó en convertirse en un juego querido para todo aquel que quisiera volver a esos tiempos mejores, en los que el césped era más verde, la cerveza más sabrosa y los chavales menos lloricas. No obstante, eran notables por todas partes los lastres debidos al poco capital disponible para el equipo de producción, dando lugar a un juego muy poco pulido para la industria profesional pero muy trabajado para la competición amateur.

Años después, con su anterior desarrollo ya establecido, el equipo de Invader Studios vuelve a la carga con Daymare 1994: Sandcastle, una precuela a la primera entrega, con la que pretenden demostrar todo lo aprendido desde entonces. Esta semana he podido jugar a su última Demo, una declaración de intenciones de lo que está por venir, así como una muestra general de lo que serán las nuevas bases jugables del título. He de decir que esta experiencia me ha dejado un poco frío, pero no de mala manera, ya que las bajas temperaturas pasan a convertirse en una de las bases de esta obra, que se permite abandonar las leyes de la física y abandonar el virus zombi de turno para introducir al verdadero enemigo: los experimentos científicos descontrolados.

Esta versión de prueba comienza de forma similar a la vista en la primera entrega. Nos encontramos dentro de una base militar y científica (presumiblemente el Área 51), donde algo no ha salido como se esperaba. No tardaremos mucho en encontrarnos el problema. Una suerte de electricidad consciente se dedica a resucitar a todos los cadáveres de la zona, convirtiéndolos en masas asesinas andantes, a las que tendremos que hacer frente. Por suerte para nosotros, esta vez contaremos con nuevas herramientas que nos facilitarán el trabajo, como un cañón de frío, muy útil tanto para congelar a los enemigos como para resolver todo tipo de puzles a lo largo de nuestro recorrido. Que se preparen las tuberías sobrecalentadas, que tenemos nitrógeno líquido para rato.

Si bien la corta duración de la experiencia no permite desarrollar opiniones muy profundas, es posible ver el cambio frente a la primera entrega. Visualmente, no vamos a encontrar una gran diferencia, ya que ambos títulos trabajan en Unreal Eninge 4, no obstante, si se aprecia un mayor nivel de atención al detalle a la hora de diseñar los escenarios y colmarlos de todo tipo de props que simulen la entropía esperable. También se aprecia la decisión por simplificar el sistema de combate y sobre todo el proceso de recarga, para ofrecer enfrentamientos más dinámicos, que se acercan más a un shooter de acción que a la lucha tosca de un survival. Pero no hay que preocuparse,ya que no dejan de ser encuentros bastante divertidos que requerirán de nuestra atención para salir con vida de ellos. Por lo menos en la demo, no tendremos que sufrir mucho a la hora de malgastar balas o fallar con nuestros disparos ya que pese a pegar más tiros que un vaquero, la munición me ha sobrado todo el tiempo.

No encontramos ningún avance crítico hacia la historia, pero se muestra presente la intención de mantener el estilo poco serio de las producciones de serie B. Somos militares, tipos duros que disparan primero y preguntan después. Las cosas se han puesto peliagudas, pero no hay que preocuparse ya que, como protagonistas que somos, siempre encontraremos una solución, así como una buena frase con la que cerrar el suceso. De nuestros compañeros, creo que no podremos decir lo mismo, aquí se muere hasta el apuntador.

Todavía quedan unos meses para poder disfrutar del juego final (se espera su llegada el 30 de agosto de 2023), pero las expectativas son bastante buenas: estamos delante de un revival, una vuelta temporal a esos juegos del paso que con tanto cariño recordamos. No obstante, no deberíamos olvidar que el factor nostalgia nos hace recordar los sucesos pasados con un cariño externo que redondea las esquinas y genera una imagen distorsionada de la realidad. Ni el césped era tan brillante ni aquella cerveza sabía distinta a la que te tomaste el fin de semana pasado. Los juegos evolucionan ofreciendo mejoras en las mecánicas jugables que permiten, por una parte, acceder a estas experiencias a mayor parte del público y por otra, intentar que todo aquel que acceda a ella pueda elevar su disfrute al máximo.

En un momento donde lo que más se estila son los remakes de survivals clásicos y no tan clásicos, es posible dejarse llevar por las expectativas y esperar de Daymare 1994 algo para lo que no está concebido. Por mucho que el equipo haya ampliado sus horizontes, sigue tratándose de una producción modesta, pero no carente de amor.


Este avance se ha realizado con una copia digital para Steam facilitada por Jesús Fabre PR.