No hace falta ser adivino para ver como acaba esta historia

Hará unas pocas semanas, salió a la luz un plan del Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid para, presuntamente, fomentar el desarrollo de la industria del videojuego y los deportes electrónicos en la ciudad mediante la construcción de un “Campus del Videojuego”, con un presupuesto total de más de 20 millones de euros entre los tres pabellones que se pretenden rehabilitar, y en cuyos concursos  podemos ver implicadas a habituales del sector del videojuego, como podrían ser Deloitte (consultora sin relación directa con la industria), Movistar Riders (que tiene un equipo de eSports) y Vodafone (que ha patrocinado eventos y equipos pero poco más) entre otras. Puro conocimiento del sector, justo lo que hace falta para que despegue, no como la corrupción que destila todo este tejemaneje.

Como no, el Ayuntamiento de Madrid (y porque no ha sido el gobierno de la Comunidad, que si no hubieran sido varios los proyectos relacionados con tal de esquilmar un poco más el erario público con cualquier excusa grandilocuente) estaba preparado para proporcionar toda la ayuda necesaria para el correspondiente trinque. Colaboración público-privada, quieren llamarlo, pero no es más que un trasvase de activos públicos a manos privadas, cuidadosamente elegidas. El modelo que se pretende para la región, ni más ni menos, chanchullo tras chanchullo y tiro porque me toca. Porque nadie se creerá que esto es un proyecto serio, ¿verdad?

 

 

Más allá de lo absurdo de levantar tal complejo, cuando las grandes empresas buscan recursos propios por aquello del secreto profesional y llevar a cabo los desarrollos con la mayor discreción y complejidad posible, y los equipos pequeños no disponen de recursos normalmente para siquiera alquilar un espacio de oficinas, que ya de por sí denota un profundo desconocimiento de las necesidades de los estudios de videojuegos, esta la burbuja de los eSports, que sí, sigue creciendo y dando dinero, pero que sigue sin proporcionar retorno endémico, sosteniéndose todo en base a patrocinios y flujo externo de dinero. Como (odio eterno a) el fútbol moderno. Y a la que vienen mal dadas, como puede pasar con una pandemia, agujero negro y rescates con dinero público para tapar pérdidas de entidades privadas. De nuevo, el modelo, redirigir el dinero de todos a manos de unos pocos, sin tener en cuenta el interés general o la utilidad intrínseca de estos proyectos.

 

 

 

Pero lo auténticamente sangrante, aunque no puedo decir que sea sorprendente, es la implicación de Gammera Nest en este chanchullo, capitaneado por el ilustre caballero cuyas declaraciones acerca de derechos de trabajadores podemos ver en el tuit de arriba. Para quien no le suene el nombre, es uno de los implicados en el proyecto PlayStation Talents, cuyos problemas de raíz salieron a la luz hace meses, y aunque no ha habido demasiadas consecuencias (al menos, de cara al público) para la convocatoria de la nueva edición, Gammera Nest era un nombre que miraras donde miraras dentro del organigrama, estaba ahí.

¿Vergüenza de instituciones por prestarse a colaborar con una elevada suma de dinero público con semejante empresa? Ninguna. Esto es Madrid, tierra de la Libertad y el trinque, el límite no existe cuando piensas en verde. Ahora solo queda esperar a que no se cumplan plazos de ejecución, el “Campus del Videojuego” sea un solar sin uso y, como puntilla, que sea el ente público el que tenga que mantener escombros o incluso pagar penalizaciones a empresas privadas. ¿Me atrevo con comisiones asociadas, o no hace ni falta?