El puño más excéntrico del mundo

El spin-off es un recurso interesante. Una franquicia, conforme pasan los años, supone cada vez más “trabajo” para el espectador que, con el tiempo, tiene que ir actualizándose en un no parar de elementos que salen al mercado uno tras otro. Pero el problema viene cuando queremos sumarnos a un universo ya en marcha, con sus correspondientes temporadas, secuelas, precuelas, etcétera. Curiosamente, el spin-off es una forma estupenda de introducirse en un lenguaje concreto que comparten el resto de elementos del universo de turno, aunque añada ideas y tramas que no pertenecen a la saga numerada. Su formato más contenido que normalmente viene con menos entregas es más asequible (salvo si eres Persona y decides ser más conocido en el público general que Shin Megami Tensei, claro). Así, si queremos introducirnos en la saga Yakuza, jugar a Judgment es una buena idea ya que obtendremos unas sensaciones similares, además de empezar a captar cómo funciona el entorno en el que estamos adentrándonos.

A raíz de esto me topé con Clash: Artifacts of Chaos, una entrega en formato spin-off perteneciente al universo de Zeno Clash y su secuela, juegos que no conocía y que, sin duda, me gustaría traer en un futuro. La premisa de este nuevo título entra por los ojos. Un brawler en tercera persona ambientado en un salvaje mundo muy “tribal” donde todo el mundo ha decidido que la mejor forma de resolver diatribas es darse puñetazos en la boca. Y bueno, teniendo en cuenta que nuestro protagonista está más fuerte que el vinagre, poder apalizar a bichos diseñados por alguien con muchas ganas de generarnos traumas siempre va a ser algo bienvenido.

Pseudo, que así se llama nuestro protagonista, se encuentra con un ser pequeñajo y lleno de plumas al que llamaremos el Muchacho. Este ha sufrido una pérdida reciente y decidimos hacerle compañía para que pueda evitar las adversidades. Pronto descubrimos que Géminis, algo así como el cacique del lugar, quiere los poderes del pequeño, que todo el mundo asocia con una maldición de la que no sabemos mucho. Comienza pues nuestra odisea por Zenozoik para buscarle un poco de sentido a todo, equipándonos en condiciones y resolviendo cabos sueltos aquí y allá antes de enfrentarnos a Géminis, un combate que podría ser mortal.

Si bien su premisa no parece del todo original, su entorno sí que lo es. Las excentricidades están a la orden del día y recorreremos los numerosos pasillos interconectados al estilo Souls enfrentándonos a criaturas de pesadilla que parten de ideas normales pero que se encuentran bastante retorcidas. Así, después de pegarle bien fuerte en el pico a una especie de dinosaurio volador puede que nos enfrentemos a un león con cara de sexagenario al que le gusta desayunar con una botella de anís siempre a mano. Incluso el propio Pseudo tiene una estructura muscular algo extraña, por no hablar de un carácter arisco, siempre refunfuñando como evidencia de su vida de ermitaño. Por su parte, ese estilo Souls nos ofrece diferentes escenarios tan llamativos y llenos de detalle como intrincados y repletos de pequeños objetos y materiales que recoger.

Con estos materiales podemos fabricar armas (aunque estas también las encontramos por el camino) y ropajes. Esto facilita un poco el orientar las estadísticas hacia la agresividad, la defensa, el bloqueo, etcétera. Sin embargo, mi recomendación es que obviéis las armas hasta que un jefazo se os atragante demasiado, pues lo divertido de Clash es pegarnos a puñetazo limpio con todo lo que se mueve. Prácticamente todo el mundo es nuestro enemigo, a excepción de tres o cuatro personajes amigables que comercian con nosotros o nos ofrecen ayuda. Uno, por ejemplo, permite fabricar más frascos para las pociones. Estas las podemos preparar con materiales en los campamentos que vamos desbloqueando a modo de hogueras. Estos campamentos, a su vez, nos permiten pasar del día a la noche y viceversa, alterando el escenario según el momento. De día transcurre la trama en sí misma y podremos avanzar, mientras que de noche abriremos zonas secundarias gracias a una forma nocturna que permite traspasar barreras de espinas, para luego poder volver a ellas durante el día.

El combate en sí mismo es bastante simple en formato. Tenemos dos posturas que podemos ir alternando durante la batalla y una serie de ataques especiales. Dominando los bloqueos y la esquiva, podremos ir haciendo combinaciones altamente destructivas que eliminen a los enemigos más simples de un plumazo. Debemos también invertir puntos de habilidad en las estadísticas más adecuadas para el estilo de combate que prefiramos. Estos estilos o posturas pueden obtenerse si exploramos y encontramos unos tótems que hay dispersos por el mapeado y, además, también podremos invertir en ellas unas figuritas de paja que permiten mejorarlas. Así, si elegimos el estilo relámpago seremos extremadamente rápidos a la hora de golpear, pero no haremos mucho daño con cada golpe, a no ser que vayamos mejorándolo. Realmente no hay estilo de combate estrictamente mejor, por lo que podemos elegir aquel que más nos llame la atención y si sabemos coordinar correctamente los golpes seremos imbatibles.

El Ritual
Lo interesante del combate viene cuando, en lugar de enfrentarnos a un ser salvaje, nos encontramos con alguno de los muchos individuos inteligentes que quieren capturar al Muchacho para llevarlo ante Géminis. Aquí, en vez de zurrarnos como bestias incivilizadas, primero echaremos una partida de dados. Sí, dados. Existe una tradición en Zenozoik llamada “El Ritual” que, basándose en las premisas de la Ley Única, obliga a cualquier individuo a aceptar el desafío. Este consiste en una partida donde se apuestan ventajas para el combate posterior (sí, los guantazos son inevitables). Básicamente, los participantes ofrecen un artefacto de un solo uso que gastarán si ganan El Ritual, el cual se centra en obtener la puntuación más alta posible con la tirada de dados. La gracia viene con el uso de “tchaks”, unos palos que clavamos en el tapete y que alteran el resultado de los dados, reduciendo su puntuación, dividiéndola por la mitad, eliminando dados enemigos, etcétera. Así, el que gane El Ritual tendrá derecho a utilizar su artefacto en la batalla posterior, que puede ser más o menos destructivo. Hay uno, por poner un ejemplo, que obliga al adversario a pelear atado a un poste, mientras que otro desatará avispas que atacarán si el rival se queda quieto.

Algunos combates son más difíciles de lo que pudiera parecer en un primer momento. Por ello, ganar el ritual es importante para solventar con sencillez algunas peleas. Puede parecer un trámite un poco simple, pero esconde cierta complejidad, además de encajar bien en el trasfondo. Y bueno, es una forma estupenda de enfrentar a los rivales más difíciles, aunque si perdemos estaremos en gran desventaja. Esto último también tiene su atractivo, porque si ganamos aun bajo circunstancias adversas, la satisfacción es mayor. Siempre podemos recurrir al ataque definitivo de Pseudo, que colocará la cámara en primera persona (al estilo de la saga principal) y nos permitirá enlazar buenos combos para tumbar enemigos fuertes con pocos golpes. Si todo sale mal, la forma nocturna nos da una última oportunidad de repetir el combate para rescatar al Muchacho (y los enemigos tendrán menos vida) antes de tener que cargar el punto de control.

‘By The One Law: I challenge you’

El equipo chileno de ACE Team ha creado un título que, aunque no es perfecto, se vuelve increíblemente entretenido y nos mantendrá ansiosos por superar su desafío. Posee una buena progresión y, pese a que el control y el combate no emulan la excelencia de otros como Sifu, donde la habilidad del jugador permitía maravillas, es suficientemente complejo como para garantizar la diversión durante toda la trama. Algo parecido sucede con sus enemigos, que se repiten de vez en cuando pero emplean combinaciones distintas. Así, un enemigo con forma de pajarraco al que tumbamos con facilidad puede no ser tan fácil más adelante, cuando aparezca con un par de amigos listos para una ensalada de puños. Esto, sumado a la variedad de localizaciones, convierten a Clash: Artifacts of Chaos en una experiencia muy recomendable para cualquiera al que le gusten los brawler y cualquier derivado del beat’em up.


Esta crítica se ha realizado con una copia adquirida por la propia redacción.