Jim Ryan acusa de inapropiada la propuesta comercial de Microsoft

No son pocas las veces que nos hemos reunido entre estas páginas para hablar al respecto de la compra de Activision Blizzard por parte de Microsoft. Y las que nos quedan, amigos. Y es que, como es de esperar, no desembolsas 69.000 millones de dólares si no esperas llevarte un buen pellizco. No hay que olvidar la cantidad de licencias de las que se adueña Microsoft con esta transacción. Pero más allá del imperio rolero de Blizzard o del ejército de juegos para smartphone de King, lo que hoy nos trae aquí es el matamata por excelencia, Call of Duty.

Ya lejos de los tiempos donde la saga peleaba con EA y su saga Medal of Honor, COD han sido las siglas más repetidas por gran cantidad de jugadores. Los títulos de Activision suelen ser la primera opción para muchos usuarios a la hora de decidirse por los shooters online, de la misma manera que FIFA suele serlo para las elecciones futboleras. De hecho, hay una importante proporción de jugadores que tan sólo acuden a estas dos franquicias año sí año también a la hora de consumir videojuegos. A todo esto se le suma Warzone, de acceso gratuito y con opción a micropagos. Esta prioridad ha permitido a la franquicia Call of Duty amasar una suma de 30.000 millones de dólares, casi la mitad de la inversión total de Microsoft.

No hay nadie en el equipo de Phil Spencer que no sea consciente de que tienen delante la gallina de los huevos de oro. Por eso mismo, está asegurada una deliberación prolongada antes de cada acuerdo comercial, acuerdos que en muchas ocasiones no son recibidos muy entusiasmadamente, como en la situación actual. Jim Ryan, director de PlayStation ha hablado acerca de las ofertas mantenidas con Microsoft sobre la saga, calificándolas de “inadecuadas en muchos niveles”.

Al parecer, la oferta actual por parte de Microsoft es de mantener la presencia de la franquicia en PlayStation al menos tres años más de los ya estipulados en el contrato previo a la adquisición de Activision Blizzard. Este comunicado, ha sido tomado en la red como un grito de alerta frente a la posibilidad de un futuro monopolio de color verde. Antes de perder la calma y salir a la calle a gritar la llegada del fin con un gran cartel sobre nuestro pecho, demos una vuelta a las cosas desde un punto de vista más “comercial”.

Esta compra, la más grande en la historia de los videojuegos, está siendo estudiada con lupa por múltiples entidades internacionales encargadas de la regulación antimonopolio, y cada pequeño movimiento hace saltar las alarmas. Tras la confirmación de que tanto títulos de Activision como Blizzard llegarían a Game Pass, ya fueron muchas las predicciones de exceso de control del mercado. Como consumidores, ninguno ganamos con la formación de un monopolio en el mercado (situación no tan lejana en base a los grandes fondos que controlan gran parte de las empresas), pero este movimiento dista de ser una actitud inesperada. Detrás de toda producción videolúdica, hay un imperioso interés por el dinero. En el momento en el que Xbox se haga con el control de la IP, las negociaciones van a ser cada vez más duras, de la misma forma que lo serían si la situación fuese justo la inversa. Por ello mismo, firmar ahora mismo el uso de la licencia durante un periodo de tiempo más elevado, no sería la opción más inteligente por parte de Microsoft.

Realmente, sería más probable un cambio en los porcentajes de beneficios entre Sony y Microsoft que en los títulos disponibles en la consola. Un cambio que, en base a la ingente cantidad de dólares que mueven las franquicias, pueden ser un impacto económico notable. Pero estas rencillas no son algo nuevo, son innumerables las “guerras” económicas que se libran detrás de reuniones privadas e información confidencial. Son sólo unas pocas las que atraviesan ese filtro y llegan a oídos del público, posiblemente a la espera de que resuenen amplificadas.

No podemos buscar amigos detrás de las grandes compañías, de la misma forma que ellas no tienen que buscar paladines dispuestos a morir por santificar su nombre en nosotros. En un mundo ideal, el apoyo a la inversión de Microsoft debería venir como respuesta a la calidad del producto ofrecido y no a guerras consoleras. Mientras tanto, todo es cuestión de esperar si la adquisición finalmente será aceptada o algún organismo la echará para atrás a última hora.