Que no en paz, volverá en 2024

En medio de la semana de Elden Ring (ese evento casi religioso que millones de fieles llevan esperando años, en el que su profeta Hidetaka Miyazaki, esta vez en colaboración con George R. R. Martin, les ofrece una nueva versión de su biblia), con el embargo ya levantado y las pasiones desatadas, hemos podido conocer también el destino actual de otro gran nombre de la industria del videojuego, Call of Duty, que descansará en 2023 en pro de volver más fuerte en el futuro. Tal y como cuenta Jason Schreirer, un habitual en desvelar informaciones de este tipo de calado, el que probablemente fuera el mayor icono del sector en la generación de PlayStation 3 y Xbox 360 seguirá el camino marcado por otras franquicias antaño anuales, como Assassin’s Creed, para recuperar esa frescura que vuelva a encandilar a los fans. Porque esa es la intención, ¿verdad, Activision (y dadas las últimas noticias, Microsoft)?

 

Si bien en el caso del credo de Ubisoft la jugada les salió redonda con Odyssey (2018) primero y Valhalla (2020) después, Activision ha podido permitirse posponer este movimiento unos cuantos años más. En primer lugar, por el diferente enfoque que se plantea a nivel interno de cara al desarrollo. Mientras que Ubisoft tiene decenas de estudios repartidos por medio mundo que colaboran entre sí (con más o menos peso dentro del proyecto), Activision centralizaba el proceso de desarrollo de manera prácticamente íntegra en un único estudio (a saber, Infinity Ward, Treyarch, con la posterior adición de Sledgehammer Games) con apoyos puntuales. El reparto de cargas de trabajo daba lugar a desarrollos más largos en el tiempo para cada título, pero también la focalizaba en menos personas. Esto ha acabado dando lugar, más allá de un agotamiento de la fórmula (que se veía venir desde lejos, un servidor opina que desde Black Ops II, allá por 2012, esto solo ha ido hacia abajo) ha llevado a la propia Activision a pausar la máquina en pro de ofrecer un mejor producto en 2024. Para vender más, claro está. Las indemnizaciones y los bonus de Bobby Kottick no se pagan solos, después de todo.

Después de una última entrega, Call of Duty: Vanguard, que ya suponía un perfil bajo por completo, a la de este año solo le queda un nombre grabado a fuego en la memoria de los que antaño fueron seguidores acérrimos de la saga, Modern Warfare, como reclamo principal. Call of Duty ya no es lo que era, por mal que nos pese a toda esa generación que hemos perdido una cantidad indecente de horas en sus servidores. Y si ya se da descanso por adelantado a la franquicia el año que viene, a buen seguro es que las previsiones este año no sean buenas. Ojalá me equivoque, pero este tipo de decisiones no se toman por casualidad, hay motivos fundados para ello. Y puede que, para que los inversores de Microsoft puedan contar más billetes en 2024, puede que la mejor solución sea que la saga se tome un descanso. Sin paz, por ahora.