Doh de pecho

Sí, sé lo que estáis pensando, otra resurrección de un juego arcade para sacar pasta a los nostálgicos, y tenéis razón. Sin embargo, eso no haría justicia a lo que los desarrolladores, hasta cierto punto, parecen haber querido intentar. Arkanoid es un juego más trillado que las galletas María, pero no por ello deja de hacerte el apaño. Ha sido llevado a todas las plataformas habidas y por haber, tanto de forma oficial como con clones, y es innegable que la fórmula funciona sin muchos retoques. Aún así, aunque intenta tirar por las tendencias de los últimos años, no consigue despegar del todo y parece conformarse con ser quién es.

Arkanoid: Eternal Battle modo NeoEl juego está desarrollado por Pastagames con la licencia cedida por Taito, ahora perteneciente a Square Enix. Es un estudio pequeño, no nos vamos a engañar, y creo que en este caso ha sido una decisión más que acertada por la atención al detalle que le han dado. El juego es el mismo de siempre: mover la Vaus de una punta a otra de la pantalla haciendo rebotar una pelota. Cuando destruyamos todos los bloques con la misma, pasamos de pantalla. Cada bloque tiene una puntuación y van soltando poderes de vez en cuando, además de tener bichos rondando por el escenario que nos alterarán la trayectoria al chocar.

Todo lo conocido está aquí, pero las reglas han cambiado un poquito. Conservas los poderes de una pantalla a otra y solo pierdes la mitad de los puntos cada vez que continuemos la partida, además de conseguir una vida cada 20.000 puntos. Para variar un poco, también se han añadido nuevos poderes, y las pantallas son, por supuesto, variadas e interesantes.

Arkanoid: Eternal Battle bloqueEste es el modo Neo, con 45 niveles y algunos pensados para resolverse como si fueran puzles. El objetivo para avanzar es romper los bloques, pero lo realmente importante es la puntuación y como subirla al máximo antes de palmar, porque sí, vas a palmar. Es muy fácil empezar a jugar, simplemente hay que moverse de un lado a otro y a veces hacer un pequeño dash para pegarte a una pared concreta (es lo malo de no manejarse con una rueda de arcade y depender de los joysticks o botones). Ahora, la dificultad no es moco de pavo. Que la clave me la hayan dado para Switch es una bendición al poder suspender la consola, porque perder el progreso es doloroso cuanto menos si lo que quieres llegar al final. La práctica hace al maestro, por supuesto, pero estar repitiendo los mismos niveles una y otra vez puede hacerse algo pesado, y en eso la estética ayuda a romper un poco la monotonía.

Estéticamente, el juego es chulísimo. El estilo futurista tan influenciado por obras como Tron inunda la pantalla en todos los buenos sentidos, con errores visuales, brillos, parpadeos y neones. Le acompaña una banda sonora que no llega a cansar en ningún momento, y que variará ligeramente cuanto más alto sea el combo. Eso sí, cuidado si sufres de epilepsia o te afectan este tipo de efectos, porque el juego está plagado de ellos y, a salida de esta crítica, no hay opción para desactivarlos.

La vibración pasa un poco desapercibida quitando momentos concretos y se podría haber aprovechado un poco más. Quitando eso, es un título que llama mucho la atención visualmente y no agota, lo cual es un punto bastante positivo teniendo en cuenta que vamos a estar haciendo lo mismo una y otra vez. Es sin duda el punto más fuerte, y un Arkanoid necesita embaucarte solo con mirarlo.

Arkanoid: Eternal Battle modo Eternal Battle

Modo Eternal Battle

Junto al modo Neo encontramos el que debería ser el principal atractivo: el modo Eternal Battle. Aquí nos enfrentaremos a otros 24 jugadores o IAs por aguantar lo máximo posible consiguiendo la puntuación más alta. Doh, el malo del juego, se cargará al que menos puntos tenga cada 20 segundos, y cuando solo queden 4 habrá una batalla final en la que todo el mundo se pegará a la vez por derrotar al jefe. Cada cierto tiempo las pantallas se limpiarán, y los bloques que no hayamos destruido se restarán de nuestra puntuación. También contaremos con armas para subir en el ranking o fastidiar a uno de los dos contrincantes inmediatos, haciendo que la presión por ganar suba. Es un modo bastante interesante y que sería aún mejor si se pudiera jugar sin conexión. El máximo número de humanos que hemos estado en una partida han sido cuatro, y el juego tiene crossplay con otras plataformas, así que no es que haya mucha actividad. Poder jugar contra la máquina debería de ser una opción visto lo visto, sobre todo de cara al futuro.

Arkanoid: Eternal Battle modo RetroHay otros dos modos de juego: el modo Versus y el modo Retro. Versus consiste en competir entre dos y cuatro jugadores por completar una pantalla lo antes posible. Gana el que limpie cinco primero, y contamos con los mismos poderes ofensivos del modo Eternal Battle. Es un pique constante y uno de mis favoritos por cómo cambian tus prioridades a cada pantalla. Además, aquí sí que puedes jugar contra la máquina, así que ni tan mal. El último modo, Retro, es una recreación del juego original, y digo recreación porque no estoy nada seguro de que se esté emulando ninguna versión del juego. Aquí el ambiente cambia por completo para meterte en un salón de arcades. El juego original no tenía música, solo el ambiente ruidoso del garito, las risas y gritos de otros jugadores y la música de máquinas colindantes. Si hay algo que Pastagames ha hecho muy bien es en meterte a cada pantalla sea el modo que sea, porque las mecánicas no han evolucionado. Solo quedaba la estética, pero eso provoca que el juego se sienta conformista.

Arkanoid, ni más ni menos

Arkanoid: Eternal Battle llega en un momento precioso para los abuelos de la industria, uno en el que se reconocen sus méritos con cariño (como en Atari 50, que es prácticamente un museo) o se experimenta con conceptos nuevos explorando el significado de Jugar (como Tetris Effect). Hasta Pong se ha revisitado con obras como qomp. Sin embargo, ya sea por falta de presupuesto, por limitaciones creativas o por falta de ideas, este juego puede saber a poco, y entendería por qué muchos se echarán para atrás al ver que es más de lo mismo. Los desarrolladores le han puesto mucho amor y se nota, en serio, pero es imposible que no te cambie la cara al ver al precio que se está vendiendo (y que probablemente ellos no tengan ni voz ni voto). Lo recomiendo sin duda si tenéis curiosidad o queréis revisitar este clásico; tenéis horas de juego para aburrir si os mola el género como es mi caso. Por desgracia, eso no quita la sensación de que podría haber hecho algo más y que requiere un desembolso para algunos prohibitivo, empañando una experiencia que siempre ha sido y será muy sólida.


Este análisis ha sido realizado con una copia para Nintendo Switch cedida por Meridiem Games.