¡Viva Monoespaña!

Hay algo extremadamente gratificante en completar videojuegos al 100%. Tanto es así que, en muchos casos, los títulos aspiran a que rejuguemos sus fases de forma insistente, desbloqueando numerosos secretos, elementos para el inventario, etcétera. Lo mejor de todo es que el videojuego, por su carácter interactivo, permite hacernos partícipes de la situación y, como tales, podemos tomar ciertas decisiones sobre lo que queremos o no hacer. Por ello, aunque en los juegos de Spider-Man necesitemos obtener puntos para desbloquear determinados elementos (como los trajes), está en nuestra mano si queremos hacerlo realizando varias misiones secundarias o todos los desafíos opcionales que nos proporciona una sola. Así, nosotros elegimos el reto.

Ape Escape es una saga que domina esta forma de plantear el desafío jugable y la aplicó en sus tres entregas principales, permitiéndonos “completar” los niveles sin completarlos estrictamente hablando. Fue una de las apuestas de Sony por el plataformeo en la época de los dos mil, esta vez firmada por Japan Studio, subsidiaria de la empresa japonesa. Hace no mucho, hablamos de Sly y, casualmente, con Ape Escape sucedió algo similar cierto tiempo antes. Todo el mundo recuerda ambas sagas, pero han quedado olvidadas en el tiempo, mientras que otros plataformas como Ratchet & Clank o Spyro tuvieron vida mucho más allá, llegando hasta la contemporaneidad de estos párrafos, ya sea con nuevas entregas o con remasterizaciones. Pero Ape Escape es un caso especial porque, más allá de que pudo ser un fenómeno que lo llenara todo de monos, como bien intentó Ubisoft con los Rabbids años después, fue el primer título de PlayStation en hacer uso obligado de los joysticks que, por si no os acordáis, fueron incluidos en versiones avanzadas del mando allá por 1997, ya con el nombre de DualShock.

Y es que los monetes japoneses vinieron para dar la lata pero bien, porque en lugar de jugar como uno acostumbraba, ahora tocaba aprender a utilizar el joystick derecho para golpear y utilizar los diferentes artilugios. Poco a poco el manejo de la cámara fue apropiándose de nuestro pulgar derecho, pero en aquellos entonces el fijado detrás del personaje con un solo botón era más bien la norma, con mejores o peores resultados dependiendo de qué entorno 3D tuviésemos por delante.

El primer Ape Escape nos pone en situación y, siendo la única entrega de la saga que vio la luz en la PlayStation original, también es la que de verdad muestra sus costuras a día de hoy. El reducido número de polígonos hace mella en escenarios bastante dinámicos con plataformas móviles, agua y un sinfín de monos que capturar. Pero, con todo, el conjunto quedó solvente y bien apañado, pudiendo disfrutarse sin problemas si jugamos a versiones con la resolución escalada. Quizás, la cámara y el control sean lo más frustrante, pero nada que no se pueda tolerar.

Por poner en contexto a los neófitos y recordar un poco de qué va el asunto a los veteranos de la saga, nuestro querido villano Specter es algo así como César de las precuelas de El Planeta de los Simios. Solo que albino y con peor carácter. Curiosamente, aunque su vida ha sido sometida a la experimentación y a la exposición por placer en zoológicos, la trama de los tres juegos lo presentan como revolucionario, pero poco más. Aquí hemos venido a jugar y pasarlo bien capturando monetes, así que dejemos la ética a un lado. Eso sí, tres juegos y tres veces que los macacos obtienen súperinteligencia y conocimiento militar gracias a inventos humanos que se utilizan mal. Es que no aprendemos nada.

Spike, nuestro protagonista, tendrá que cazar los monos uno a uno con una red para evitar que los planes de Specter triunfen. Así que toca recorrer toda la línea temporal porque, como somos tontísimos, también tienen acceso a una máquina del tiempo. Menuda movida capturar monos con dinosaurios dando vueltas. Sin embargo, esta premisa que parece tan absurda es lo que da versatilidad a Ape Escape, con multitud de escenarios variopintos a más no poder.

Ape Escape 2 es para mí el punto álgido de la saga. No es necesariamente el mejor, pero sí el que mantiene una fórmula equilibrada (sin los añadidos de la tercera entrega que veremos más adelante) y optimiza todas las ideas de su predecesor para convertirnos en un maestro pillamonos. Bueno, a Hikaru, el primo de Spike, que también es muy cabezón y envió los cascos que dieron problemas en el primer juego al zoológico donde casualmente está Specter, como no podía ser de otra forma. Otra vez a capturar monos aquí y allá valiéndonos de los artilugios que vamos desbloqueando. Así, como sucedía en la primera entrega, podemos utilizar la porra para aturdir monos, la red para capturarlos y multitud de artefactos como un coche teledirigido, una hélice para elevarnos en el aire o un aro con el que ir a toda velocidad, entre otros.

Una vez obtenemos el radar para monos podemos detectarlos a distancia y averiguar dónde se esconden dentro de cada nivel. Pero lo mejor de todo es que podremos acceder a una serie de datos informativos sobre el simio en cuestión, algo muy original que eleva a la saga por encima de premisas similares. Gracias a ello no capturamos monos en masa, sino que lo hacemos uno a uno, con sus particularidades, su personalidad, su forma de ser… Con esto, más allá de los datos irrelevantes pero que dan un toque especial, cuán difícil puede ser capturar a un mono concreto, por si corre o se defiende. El color de pantalón de los monos indica su estilo de acción, para saber si de repente va a sacar una ametralladora de mano y dedicarse a disparar como loco (sí, hacen eso a menudo). Así vamos aprendiendo poco a poco cómo afrontar determinadas situaciones y cómo utilizar los artilugios a nuestra disposición.

La mayor parte del juego la pasamos en secciones semiabiertas donde explorar aquí y allá en busca de los monos necesarios para superar el nivel. Esta es, como decíamos al inicio, una particularidad del videojuego que le sienta estupendamente a la saga Ape Escape, pudiendo completar cada juego sin necesidad de capturar a todos los simios huidos. Siempre podemos, eso sí, volver a repetir los niveles en busca de los restantes, a menudo con mejores capacidades gracias a haber obtenido nuevos artefactos. Si, por lo que sea, nos aburrimos de perseguir monos vestidos de torero por Monoespaña o de intentar dar caza al Mono Claus, siempre podemos jugar a los minijuegos como el Monofútbol, donde podemos utilizar a los macacos capturados para echar un torneo.

Por si los vehículos que podemos utilizar en ocasiones, los artilugios y los minijuegos no fueran suficiente, Ape Escape 3 incluyó transformaciones. El protagonista, a elegir entre Satoru o Sayaka, puede utilizar células de energía para recargar la transformación y utilizarla cuando mejor le convenga. Esto es bastante espectacular y molón, pero a mi juicio rompe un poco la jugabilidad que ya estaba suficientemente bien estructurada en la segunda entrega. Podemos convertirnos en un caballero que aporrea bastante más fuerte y tiene ataques especiales, entre otras transformaciones, pero no termina de tener tanto gancho como podría haber tenido.

Quizás, la idea del radar podría haberse explorado más aún, con datos que necesariamente tengamos que emplear para capturas de monos más personalizadas, si cabe. Que cada mono requiera más trabajo, o una táctica más elaborada ya que, al final, siempre podemos capturar a un mono agresivo solo con la red si nos lo proponemos y lo pillamos despistado. En cualquier caso, Ape Escape 3 también destaca en su versatilidad, insignia de la saga. Aquí revisitamos decenas de narraciones clásicas en un constante rodaje cinematográfico por diversas localizaciones que no comentaré para vuestra sorpresa. Si en la segunda entrega teníamos monos interesantes, esta vez serán verdaderamente memorables.

Ape Escape es una saga divertida y original. Tiene sus problemas, como el hecho de tener que asignar nosotros mismos los artefactos a botones del mando. Puede parecer buena idea, pero como algunos artefactos son muy necesarios, acabaremos por cambiar solo uno según las circunstancias, entrando en el menú cada vez para cambiar de objeto. Pero, con todo, su potencial sigue siendo abrumador y no puedo dejar de pensar en las posibilidades de diseño que podrían mostrarse en una nueva entrega de una saga que lleva mucho tiempo abandonada. Quién sabe, quizás Specter vuelva a hacer de las suyas en algún momento y toque volver a perseguir a sus huestes por el espacio-tiempo.