Construyendo la biblioteca de Alejandría

Mucho se ha hablado, debatido y discutido ardidamente ya sobre las supuestas ventajas del formato físico por sobre el formato digital en los videojuegos. Hay puntos en los que estoy muy a favor, como el hecho de que nada supera la sensación de tener el juego en nuestras manos y sentir que es nuestro; las cajitas, además, hay que admitir, se ven lindas expuestas en una repisa o donde toque, sobre todo cuando acumulamos varias de la misma plataforma y las podemos poner en fila o bien una encima de otra, si es que eres un salvaje; y cómo no mencionar las ediciones coleccionistas, los steelbooks o cuánta cosa inventen para hacernos gastar un poco más y que, de no ser demasiado dinero y cuando entregan algo de calidad, no le veo mayor problema –a menos que venga de mano de la editora Limited Run Games, todos mis homies odian a Limited Run Games. En el caso de mi Death Stranding, por ejemplo, junto con la compra de mi copia física me dieron un llavero con la forma de Estados Unidos con un diseño de una red cruzándolo de este a oeste, la cual representaba las conexiones que se van haciendo a través de dicho juego.

Uno de los problemas de una de las más férreas defensas al formato físico se basa en una verdad parcial y es que, cuando se comienza a indagar en el verdadero estado actual de éste, tener el disco o el cartucho de un juego de, al menos la actual generación, no significa en ningún caso que uno realmente sea dueño de éste.

Actualizaciones, juegos incompletos y llaves digitales

El 25 de febrero de 2025 se produjo un apagón en casi todo Chile. La cuestión es que ese día mi pareja, que no había usado su Switch desde hace un par de meses, no pudo jugar a ningún juego que no haya instalado y jugado previamente, fuesen estos digitales o físicos. Entonces, si no se puede jugar a juegos físicos por no tener conexión a internet, ¿Qué le depara al formato una vez que los servidores de Switch inevitablemente cierren? Porque no es un supuesto, sino una realidad; basta con ver lo que ocurrió con 3DS. Mantener servidores significa dinero y si dicha inversión supera a las ganancias generadas por las compras que se hacen aún en esa plataforma –y las empresas siempre pondrán en primer lugar a lo que sea que les haga más dinero– es natural pensar que estos cerrarán tarde o temprano. Si a esto le sumamos el hecho de que las consolas no nos dejarán jugar a nuestros juegos que tenemos físicamente sin actualizarlos y dichas actualizaciones no estarán disponibles ya que no hay servidores de donde bajarlos, pues entonces es natural llegar a la conclusión que nuestros juegos se convertirán en nada más que unos lindos pisapapeles con los que adornar la casa.

formato fisico

Se puede argüir –no sin un toque de ingenuidad, al menos– que las empresas quitarán este bloqueo de seguridad anti piratería antes de cerrar los servidores para que la gente pueda seguir jugando a sus juegos. El problema con esta línea de pensamiento es que: primero, nada nos asegura que efectivamente las empresas vayan a hacer esto a menos que haya una ley que los obligue a hacerlo y, segundo, en esta era donde reinan los remakes y remasters no es para nada exagerado pensar en que las empresas incentivarán la compra de estos en sus nuevas plataformas para incentivar las compras tanto de consolas como de juegos. Después de todo, a éstas no les genera nada de dinero que sus consumidores se queden en plataformas antiguas que ya no generan nuevas ventas.

Y a todo esto, hay que sumarle el hecho de que en muchos discos y cartuchos no vienen con el juego completo; a veces ni siquiera vienen con el juego, sino que actúan de llave digital para tener el acceso a poder descargarlo a través de –y digan conmigo– los servidores de dicha plataforma.

También está la ingente cantidad de juegos que requieren una conexión a internet constante aunque no cuenten con funcionalidades online, cuyos creadores han puesto ahí sólo para asegurar que no los piratees. Luego, cuando estos dejan de ser rentables, pues se cierran sus servidores y tú juego, el que compraste y que en ningún momento –quitando, quizás, una pequeña sección enterrada en los eternos contratos de acuerdos de licencia– se menciona que más que el producto has adquirido un derecho de acceso de tiempo limitado a éste, deja de funcionar. Esto ocurrió hace no mucho tiempo con The Crew, la cual fue la gota que rebasó el vaso y que instó a crear la iniciativa Stop Killing Games, la cual luchó y perdió contra el gobierno británico para que crease una ley que prohibiera este tipo de prácticas abusivas.

Inclusive en el mejor de los casos, cuando los juegos efectivamente vienen con todo lo necesario para poder jugarse a completitud dentro del disco o cartucho, hay que considerar que una cantidad nada desdeñable de estos requieren descargar los famosos parche día uno, que suelen quitar un montón de problemas de rendimiento y bugs que hayan estado presentes en la versión del juego cuando éste llegó al estado gold (así se le dice a cuando el juego se imprime en formatos físicos) y eso sin considerar las quién sabe cuántas actualizaciones que hayan ido saliendo por el camino. Como mencioné en mi artículo sobre La Extraña Monetización del Videojuego: “Títulos como Anthem, Fallout 76, Cyberpunk 2077 y muchos, muchos más han usado a sus jugadores más fieles que reservan sus títulos o los compran el día uno como beta testers para que les den retroalimentación acerca de un producto claramente engañoso y sin pulir para que luego en meses o incluso años llegue a ser lo que se prometió en un principio”.

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Nadar en aguas internacionales *guiño, guiño*

Y para mas inri, hay que considerar la descomposición de los discos. Así es, por si no lo sabías, todos los discos, desde los CDs hasta los Blu-Ray tienen un tiempo limitado de vida —aunque, siendo totalmente franco, puede aumentarse considerablemente si estos son resguardados en las condiciones adecuadas—, así que si planeas tener tus juegos de PlayStation 5 para cuando te jubiles, lo más probable es que ya no puedas jugarlos porque, simplemente, estarán descompuestos y ni hablar de legar los juegos a futuras generaciones. Pero podrás jugar al eventual remake hecho por Blue Point o empresas similares que desproveen de toda la intención artística detrás de la obra original. No me pregunten a mí, pregúntenle a los fans del Demon’s Souls original qué les pareció el remake de PS5.

Y esto no significa que los juegos digitales en cualquier plataforma estén a salvo, porque los discos duros y los discos de estado sólido –siendo estos últimos los que usan las consolas de última generación– también tienen un tiempo de vida limitado.

Así que, como adivinarán por el título de esta sección, la única forma de salvar nuestros juegos es la piratería e, idealmente, un esfuerzo de preservación de parte de entidades como The Internet Archive. Siendo la mayor amenaza frente a estas únicas verdaderas soluciones el lobby que hacen las grandes empresas de videojuegos frente a los gobiernos (especialmente de Estados Unidos, que te desproveerán de todos tus derechos de la manera más libre del mundo) para que creen leyes que penalicen estas prácticas, como ya se ha hecho en el pasado.

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Y, basado en el hecho que comenté sobre The Crew y el cómo Ubisoft defendió su postura de cerrar el acceso al juego argumentando que nosotros como jugadores tenemos que acostumbrarnos al hecho de que comprar juegos no significa ser dueños de estos, todo indica que el panorama al respecto de si realmente somos dueños de nuestros juegos y tenemos el derecho al su acceso siempre que tengamos su disco o cartucho se pondrá cada vez peor. Pero como dice el dicho que pulula por internet: “Si comprar un juego no significa ser su dueño, entonces piratearlo no significa robarlo”. Así que a no sentirse mal por piratear obras de las empresas de videojuegos que usan prácticas abusivas e idealmente no apoyar a aquellos títulos que usen sistemas anti-piratería como Denuvo que afectan gravemente el rendimiento de estos en PC.

kofi

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