Entre comer (mejor) y respetar los ideales

En el actual estado de la industria del videojuego, los casos de censura o restricción artística (si obviamos la intervención de editoras y publishers en los procesos creativos de los estudios de desatrollo) suelen contarse, por suerte, con los dedos de una mano. Por lo general, los tiempos en los que Wolfenstein requería de una versión totalmente distinta y cubierta para publicarse en Alemania han quedado atrás, pero The Callisto Protocol no ha tenido la misma suerte en sus propias tierras, Japón, territorio en el que el juego no verá la luz, ya que para hacerlo tendría que asumir cambios relevantes que en el estudio prefieren no llevar a cabo para no comprometer la integridad artística del proyecto, y así lo han anunciado (en perfecto japonés) en sus redes sociales.


Ante su llegada a las tiendas (en el resto del mundo) para el próximo 2 de diciembre y con el juego ya terminado, nos encontramos, al margen de todo tipo de consideración, ante una decisión valiente por parte de Striking Distance Studios (estudio de desarrollo) y Krafton (como editor, que algo habrá tenido voz y poder de veto en la decisión), haciendo frente a la pérdida de un nicho de mercado, en el que además los juegos de terror suelen tener cierto tirón, con todo el barullo económico que ello implica. Desde fuera, esto puede verse como un espaldarazo de confianza por parte de Krafton hacia Striking Distance Studios (ya que saber de antemano que va a ser inviable cumplir con los estándares de calificación por edades, CERO en el caso nipón, no es tampoco algo baladí), pero la relación de puertas para dentro sí puede ser algo más tensa.

Los casos de recortes de contenido o censura en estos casos suelen ir más orientados a superar los requisitos de los reguladores en China, como suele pasar con la sangre, fantasmas o según que representaciones de la muerte (y un mercado tan jugoso no es como para dejarlo pasar si puedes evitarlo), y aunque Japón sigue siendo un bastión en lo que al mercado de consolas se refiere, habrá que ver las consecuencias de este movimiento. Por lo pronto, ha ganado puntos para pasar a ser considerado juego de culto como mínimo, al contar ya con una anécdota reseñable sobre un desarrollo que, al menos por la información que se ha dado a conocer, The Callisto Protocol ya está en principio más que cerrado y terminado.

En muchas ocasiones se da el debate acerca de si el videojuego tiende más hacia un producto cultural o hacia uno comercial (sin ser necesariamente etiquetas excluyentes entre sí), y The Callisto Protocol, que ojalá me equivoque pero apunta a ser un título que probablemente vaya a caer en la categoría de juegos olvidables más pronto que tarde y el año que viene nadie se acuerde de él puede servir para reavivarlo ligeramente. Desde luego, con los VideoGame Awards cada vez más cerca, punto en el que esta contradicción se ve ampliada a su máximo esplendor, en un evento que debería premiar el medio pero que a la hora de la verdad sirve más como escaparate publicitario para proyectos que ni siquiera forman parte de la gala que otra cosa. Y The Callisto Protocol probablemente no llegue a formar parte de ninguna de las categorías, pero al menos sus creadores podrán afirmar con toda la paz mental del mundo que primaron su visión artística sobre unas cuantas ventas más, que a buen seguro no les hubieran repercutido de forma significativa en ninguno de los casos.