No me aconsejes en tu posición

Lo que vivió Don Omar a principios de febrero en Las Vegas no debería experimentarlo nadie. El artista puertorriqueño, conocido por crear un himno que nos hermanó bajo el amparo de la noche, vivió en sus propias carnes como un público desagradecido fue incapaz de estar a la altura de su gesta. Durante una interpretación de Ella y yo, esa canción que debería sonar en todos los colegios cada 30 de enero, nuestro dios entre mortales se vio solo frente a un escenario mudo. ¿Y quién tuvo la culpa? Como siempre, los fanáticos de League of Legends.

Perdónalos Don Omar, no saben lo que hacen

Sí, es cierto. Los seguidores del juego de Riot, conocidos por infectar cada lugar al que tienen acceso, pusieron a Don Omar en una tesitura que nadie debería vivir. Ella y yo, esa manifestación artística que tantas líneas blancas ha pintado en inodoros de discotecas, no tenía que sufrir un destino tan cruel. Por desgracia, allí estaban los testigos de Shako, Jinx, Viktor y esos campeones que desconozco porque, a diferencia de este sector de jugadores, yo sí tengo gusto musical y una vida que valoro. El chat de sus partidas, una muestra de lo variada que es la ponzoña humana, consiguió manifestarse en el Festival Calibash de Las Vegas y demostrarle a Don Omar (y al mundo de paso) porque nunca deberían abandonar las alcantarillas que los acogen.

No les culpo, yo también soy hijo de padres divorciados o tengo traumas por ciertas situaciones. Mas, aún con esta mochila de hombre blanco cis-heterosexual a mis espaldas, he sabido sobreponerme y evitar caer en el pozo más infecto de la industria. Ojo, lo he probado, defiendo que hay que acceder a ciertas cosas para odiarlas con conocimiento de causa. Un ejemplo podría ser ese sector de la legión de seguidores de Harry Potter que, con los huevos negros y una varita de plástico, defiende que J.K. Rowling «tampoco tal». O el tabaco, dado que fumé un solo fin de semana y me bastó para cogerle manía. Y era Marlboro, aquí si fumamos lo hacemos bien.

Sin embargo, ser usuario de League of Legends es más grave que todo esto. Que te guste este juego implica, por pura lógica y estadística, que no conoces Ella y yo de Don Omar. Y si es así, si de verdad tu cerebro es incapaz de recordar la letra de este himno, deberías hacértelo mirar. El artista multidisciplinar puertorriqueño, por azares del destino, pisó ese escenario para ver que nadie le acompañaba. Los allí presentes, más centrados en la jungla y esas cosas del título de Riot, ignoraban que vivían un momento histórico. Y las personas de bien, en su casa viendo una pantalla, la tocaban y le pedían perdón a Don Omar. De verdad, perdónalos porque no es tu culpa.

«Tú no sabes quién es víctima en esta confusión». Esta frase lapidaria, que ronda el minuto y medio del tema, va en contra de lo que pasó en Las Vegas. La confusión generalizada, el desconcierto de un artista incapaz de comprender qué pasaba, tiene un culpable claro: League of Legends. Si no existiera, si este juego nunca hubiera salido a la luz, a Don Omar le habrían acompañado decenas de miles de gargantas. Los pulmones de los fanáticos, sin aire por gritar un himno, habrían terminado extasiados. Pero no, no nos tocó vivir esa realidad. Para nuestra desgracia, en nuestra línea temporal varios fanáticos de League of Legends casi tumban a Don Omar. Por suerte, el ‘King of Kings’ es fuerte y, como el Ave Fénix, supo revertir la situación.

Desde aquí, hago un llamamiento: que no se vuelva a repetir. Por favor, no juguéis a League of Legends, ni siquiera a vosotros os gusta.