Ha nacido una superviviente

Tomb Raider llegó en 2013 para dar un soplo de aire fresco a una franquicia que llevaba varias entregas en las que se hacía evidente su estancamiento, su declive, y su imperiosa necesidad de reinventarse. Cómo se comentó hasta la saciedad, la nueva aventura de Lara Croft imitó la exitosa fórmula de Uncharted, debido a la cercanía temática de ambos títulos. Sin embargo, no se parecen tanto como pueda aparentar a primera vista, el título desarrollado por Eidos y Crystal Dynamics tomó ciertos elementos de la aventura de Naughty Dog y añadió otros muchos de cosecha propia. El resultado fue una aventura más que satisfactoria, meritoria de saber redirigir un personaje mítico de la industria en una dirección completamente nueva, con el peso que supone.

En primer lugar, hay que entender Tomb Raider como un renacimiento, una reinvención del génesis de un personaje mítico, al más puro estilo del mundo del cómic de super héroes. Adelantando algunos acontecimientos, así se autodefine el propio juego en su escena final, cuándo nos lanza un mensaje muy claro: “A survivor is born”. Como ha ocurrido con Batman, Daredevil u otros tantos personajes del cómic, en esta entrega vemos nacer a una nueva Lara Croft, a otra Lara, y este es uno de los rasgos más definitorios de esta segunda vida de la arqueóloga que vimos nacer en la primera PlayStation.

Esta aventura nos muestra a una Lara inexperta, incluso miedosa en su primera toma de contacto con el mundo de las aventuras, que hasta parece arrugarse la primera vez que le toca realizar una larga escalada, que tiembla de frío bajo la lluvia y que teme enfrentarse a una manada de lobos a pesar de ir armada. En definitiva, una Lara más humana, bastante alejada de los primeros esbozos del personaje, que seguía los estándares de la época, de crear personajes durísimos y listos para enfrentarse a cualquier amenaza sin dudar. Aunque es cierto que esa Lara inicial de los primeros juegos fue madurando en entregas posteriores que ahondaron en su carácter, nunca pudimos ver una génesis tan humana y natural como hasta ahora, debido a las características del mercado en aquel momento. Sea como sea, es de agradecer poder disfrutar de esta reinvención del personaje y empatizar con ella.

Sin embargo, también hay errores en esta nueva Lara, y una vez más, son fruto de las demandas y tendencias de la industria en el momento en el que se lanzó Tomb Raider. La acción era uno de los lenguajes principales del videojuego, como sigue ocurriendo hoy en día, aunque sea en menor medida. Es decir, los tiroteos, las muertes y la violencia eran imprescindibles para crear una aventura de acción y para cautivar a muchos jugadores, y esa “imposición” hace caer al juego en una disonancia ludo-narrativa similar a la que se hizo tan famosa en Uncharted. En el inicio de Tomb Raider nos encontramos a una Lara que teme disparar, y que al matar por primera vez reacciona como cabría esperar de casi cualquier ser humano, se ve sobrepasada por el shock. Sin embargo, tiempo después la podemos oír casi disfrutar con los disparos, e incluso desbloqueamos mecánicas para ejecutar a nuestros enemigos de maneras bastante violentas e innecesarias.

El renacimiento de Lara es un proceso de luces y sombras, pero en el que considero que pesan más los aspectos positivos, que sirven para impulsar el juego hacia un resultado mucho más satisfactorio que sus predecesores, desde mi punto de vista. Con personajes más humanizados y reales, especialmente la protagonista, que ayudan a conseguir la inmersión del jugador, así como el impacto emocional y lúdico del juego.

Por otra parte, dejando a un lado a nuestra protagonista, la jugabilidad de Tomb Raider también dio un giro bastante brusco respecto a lo que habíamos visto en la saga, y que imitó algunas de las tendencias más populares del momento. Picoteó un poco de los mundos abiertos que empezaban a adueñarse del mercado, lo combinó con la acción trepidante de Uncharted, y añadió una pizca de mecánicas de survival para crear una mezcla jugable realmente amena y satisfactoria. En primer lugar, el juego se estructura en una serie de pseudo mundos abiertos, estructurados de manera lineal, pero que pueden, y deben, revisitarse para acceder a nuevas áreas u obtener nuevos objetos, cuando dispongamos de las habilidades necesarias para ello. Por ejemplo, habrá puertas que debamos abrir con armas más poderosas que conseguiremos más adelante u objetos que tendremos que quemar con las flechas de fuego, entre otras muchas opciones.

Además, no serán pocas las tareas secundarias en forma de coleccionables y objetos útiles que encontraremos por todos los mapas, y que, en algunas ocasiones nos otorgarán experiencia y otras recompensas. También se implementa un nuevo sistema de mejora de habilidades y armas, las primeras a través de los puntos de experiencia nombrados anteriormente, y las armas gracias a unas piezas de recursos, que encontraremos al derrotar enemigos o repartidas por los escenarios en forma de cajas. En las hogueras y campamentos, que a su vez sirven como zonas de guardado, podremos acceder a este sistema de mejoras.

El plataformeo, por su parte, es algo más libre que en su eterna comparativa, Uncharted. Las posibilidades para recorrer el escenario en el plano horizontal y vertical se sienten más liberadas que en los títulos de Naughty Dog, menos encorsetadas por la linealidad de los escenarios. El desplazamiento por las zonas abiertas de Tomb Raider cuenta con una faceta de verticalidad bastante libre, que nos permite explorar muchas áreas en el orden que queramos, tanto para registrar en busca de objetos como para afrontar las amenazas de enemigos. Sin embargo, esta mayor amplitud de acción conlleva un estilo menos refinado, más brusco que el que nos ofrece Drake en Uncharted, y que muchas veces dejará algunas animaciones de movimiento algo forzadas y menos realistas.

La ambientación de este juego es un cóctel de todo lo que funciona en las aventuras de caza tesoros más clásicas. Desde selvas de vegetación densa hasta cuevas y tumbas que saquear, poblados abandonados o templos antiguos. El toque distintivo de Tomb Raider es que se aleja de las localizaciones más típicas, como países del continente sudamericano o el antiguo Egipto, y se desplaza hasta Japón, para aportar esa estética asiática tan éxotica, repleta de contrastes y magníficas piezas de arquitectura.

Hay que entender Tomb Raider como un renacimiento, una reinvención del génesis de un personaje mítico

En cuanto al combate, Tomb Raider no aportó ninguna novedad notable, y no se desmarcó del estándar de shooter en tercera persona de su época. Todos los combates del juego nos enfrentan a otros enemigos humanos, por lo que todos ellos se traducen en tiroteos y juegos de coberturas.  Durante la mayor parte del juego tenemos a disposición las 4 mismas armas, que pueden mejorarse y modificarse en distintos niveles y características. En líneas generales se trata de combates bastante amenos y disfrutables, y este tipo de acción se complementa perfectamente con la exploración pausada en busca de recursos y las escenas de persecución y plataformeo.

El argumento, sin dejar de ser previsible en lo que a giros de guion se refiere, es bastante correcto y atractivo, gracias a su temática y a la ambientación de la aventura. Una historia de aventuras y exploración de aroma clásico, al estilo de Indiana Jones, en la que se mezcla misticismo y sucesos paranormales con acción a raudales. Sin embargo, la diferencia más evidente de Tomb Raider con su competidor más similar, Uncharted, reside claramente en el tono de la historia. La aventura de Lara deja a un lado el humor gamberro y despreocupado que caracteriza a Nathan Drake y compañía, y se enfoca en un estilo algo más oscuro y serio.

La historia nos lleva a unas islas cercanas a la costa japonesa, en la que, según los estudios de Lara, se oculta un antiguo mito y el consiguiente hallazgo. Lara y el resto de su expedición viajan a bordo de un barco que se dirige al archipiélago en cuestión, pero una brutal tormenta los hace naufragar, y llegan a la isla de Yamatai de forma accidentada. Nuestro principal objetivo es encontrar la tumba de Himiko, la Reina del Sol y soberana de Yamatai, pero ese objetivo va directo a un misterioso suceso sobrenatural que iremos descubriendo a lo largo de la historia. Durante su odisea en la isla, Lara se enfrentará a la oscura leyenda de la isla, a sus pobladores y a la verdad que nunca quiso aceptar. A medida que avanzamos iremos descubriendo que las leyendas siempre encierran algo de verdad, y este mensaje se convierte en el late motiv del juego, junto con el crecimiento de Lara como aventurera.

En definitiva, se trata de un juego de acción y aventuras muy redondo y divertido, que sabe lo que quiere hacer y cómo ejecutar sus ideas. Algunos fallos enturbian ligeramente la experiencia, y denotan que faltó pulir ligeramente ciertas ideas para convertirlo en un título sobresaliente, pero que aún con todo consigue hacerse un hueco entre las mejores entregas de la franquicia.