Al son de la música

NOTA: Este texto puede contener spoilers menores de las primeras horas de The Last of Us Parte II
Escribo estas líneas nada más guardar mi partida empezada de The Last of Us Parte II y apagar mi PlayStation 4. Apenas llevo unas ocho horas jugadas durante su fin de semana de lanzamiento pero, a pesar de que mi hype por él se esfumó durante estos últimos meses, me cuesta no admitir que estoy ante un videojuego especial, al menos durante su primer tramo de historia. Se ha hablado demasiado durante estos últimos días de toda la polémica que ha rodeado su planteamiento por parte de Naughty Dog, una que sinceramente no debería ni existir, y la única conclusión clara que he sacado tras estos primeros momentos dentro de la piel de Ellie es que muchas de las quejas provienen de usuarios que ni si quiera han probado el juego y simplemente se guían por el odio hacia las minorías. Para gustos, colores, supongo, pero para valorar e incluso criticar una obra hay que vivirla.

Si bien es cierto que a tramos se ve de forma evidente toda la grandilocuencia que rodea el desarrollo de Naughty Dog, pudiendo llegar a molestar a cierta gente ver esa forma -tan pomposa en ocasiones- de mandar un mensaje de este calibre, con un apartado gráfico simplemente apabullante y escenas que parecen salidas de cualquier blockbuster; no es ahí donde consigue brillar de verdad este The Last of Us Parte II. Lo hace en su mundo -o lo que queda de él-, en sus conversaciones mientras cogemos por vigésima vez ese bote de alcohol para crear vendas. Lo hace mientras nos enseña a tocar la guitarra y en todas esas pequeñas notas que nos vamos encontrando por los edificios. Lo hace, en definitiva, a través de Ellie.

The Last of Us Parte II es una historia de venganza, una que seguramente hayamos visto en mil y un sitios antes de aquí. Quizás luego se desarrolle de una forma sorprendente, pero de momento, y tras esas ocho horas de juego, no deja de ser lo mismo visto desde otra perspectiva. Sin embargo, es desarrollo que hemos visto tantas veces en series y películas aquí tiene un factor importante a tener en cuenta: estamos ante un videojuego. Uno que se puede permitir tener todas las pausas que quiera para desarrollar sus personajes y su mundo al depender todo de ti como jugador.  De una forma parecida a Uncharted 4, en TLOU2 tenemos pequeñas zonas abiertas que podremos explorar a nuestro gusto. ¿Quieres avanzar en la historia? Adelante. ¿Quieres ir a ver qué te encuentras en ese banco por el que has pasado antes? Todo tuyo. Y lo cierto es que consigue fomentar muy bien la exploración, con pequeños momentos de calma e interacciones entre los personajes, fuera de tiroteos y de escapes cinematográficos, haciendo que el juego conecte de verdad contigo.

En este primer tramo por Seattle, Ellie va acompañada de Dina, su novia. Esta no es Joel, por lo que por delante nos queda todo un desarrollo de personaje por conocer. A medida que avanzamos hay pequeñas conversaciones tontas entre ambas, que nos ayudan a conocerla. Pero es quizás en un momento muy específico y, de hecho, opcional donde personalmente me venden su relación. Al entrar en una tienda de música encontramos una guitarra y Ellie se dispone a probarla. La canción –Take On Me de ah-ha- les recuerda a ambas una noche en la hoguera del campamento donde se conocieron, donde la propia Ellie le cantó a Dina esa misma canción. Al acabar, Dina le confiesa que Ellie debería haberla besado entonces. A lo que ella contesta que quería hacerlo, mientras se regalan una pequeña mirada cómplice.

Una escena sencilla, sin grandilocuencias ni escenas espectaculares de disparos llenas de drama, que te hacen desarrollar una relación entre dos personajes. Porque a veces simplemente hacen falta un par de frases y una guitarra para introducirte de lleno dentro de un romance que está asediado por las complicaciones del mundo donde viven, donde ni ellas mismas tienen tiempo para tomarse un pequeño respiro. The Last of Us Parte II está lleno de estas pequeñas anécdotas en forma de conversaciones triviales y de momentos sencillos que nos hacen olvidar por un momento el infierno que estamos viviendo fuera. Porque, a pesar de las circunstancias que le han llevado a ese punto, Ellie no deja de ser una adolescente enamorada. Una que quiere descubrir el mundo y simplemente ser feliz con la gente a la que quiere. Ellie se merece de vez en cuando coger algo de oxígeno para volver a ser humana durante un momento, y en ese sentido Naughty Dog ha conseguido un equilibrio muy interesante en este The Last of Us Parte II.

Tener un gran presupuesto está bien, y mandar varios mensajes importantes, así como actuales a través de una gran producción como esta es algo que siempre apoyaré. Pero, a pesar de ello, suele ser más importante la forma en la que lo haces. Es una verdadera pena que mucha gente se pierda esta obra y sus pequeños grandes momentos simplemente por un discurso político o los prejuicios que este pueda llegar a crear. Creer que los videojuegos hoy en día no son políticos es de ser un ingenuo, mas no todo tiene que ser siempre rebuscado, filosófico, lleno de efectos gráficos de última generación o con un mensaje potente que te deje al borde de la lágrima. A veces lo más sencillo llega a ser lo que más fuerza tiene. Y The Last of Us Parte II consigue serlo a pesar de todo lo que lo rodea.