Los héroes ocultos de Japón

El sigilo es la pesadilla de muchos jugadores. Incluso los títulos que no lo incluyen como una parte esencial, sino como un añadido, suelen suponer una debacle en la conversación. Siendo realistas, el plataformeo y el combate suelen producir mayor interés en un jugador al que no le apetece estresarse intentando esquivar conos de visión y que, simplemente, prefiere ir de frente y recurrir a otro tipo de habilidades. Sin embargo, aunque nuestra concepción de “pasar desapercibidos” sea sacar la ametralladora y acabar con todo lo que se mueva, no podemos negar que el sigilo se presenta como una de las mecánicas más identificables de los videojuegos. Miles son los títulos que apuestan por alguna escena de ocultación donde, aunque el propio juego no incluya demasiadas herramientas para ello, tenemos que evitar las alertas de los enemigos.

Hoy hablamos de Shadow Tactics: Blades of the Shogun  un juego desarrollado por Mimimi Games que tuvo bastante éxito, llevándolos a hacer una entrega de la saga Desperados y un futuro juego que mezcla sigilo con piratas fantasmales con poderes mágicos que, personalmente, no puedo esperar a probar: Shadow Gambit: The Cursed Crew. Pero, en este caso, la obra se ambienta en el Japón feudal y se centra en los arquetipos y tropos más tradicionales que la cultura popular posee sobre la época. Sin ir más lejos, los personajes son un ninja, una trampera aprendiz, una kunoichi, un samurái y un anciano acompañado de su mapache. Cualquiera diría que unos son más útiles para el sigilo que otros. Y sí, Hayato, el ninja, posee capacidades que el samurái no, pero este a su vez es útil en otro sentido.

Los juegos de sigilo son bastante especiales. Es curioso, pues se trata de una mecánica muy “jugable”, que pone al jugador a interactuar con un concepto muy básico. Además, sus bases se centran casi exclusivamente en coordinar movimientos con el tiempo. Por ello, hay que afrontarlos con confianza. Mis primeras fases de sigilo en los videojuegos solían acabar a guantazo limpio. Pero, con la práctica, uno adquiere esa confianza en el desarrollador porque sabemos que, si nos ha dicho que tenemos unos segundos desde que el enemigo nos ve hasta que nos “detecta”, esos segundos son parte de la acción también. Así que arriesgamos más y la adrenalina se dispara, convirtiendo lo que parece algo aburrido en una experiencia divertida.

Tenemos una sucesión de misiones que pueden completarse en pocos minutos si somos speedrunners, pero que pueden durar cerca de una hora en algunas ocasiones. En cada misión dispondremos de determinados personajes, pues no suelen participar todos salvo en ciertos momentos, por lo que tendremos que acostumbrarnos a las habilidades de cada uno si queremos ser efectivos. Pese a este formato episódico y su orientación hacia el sigilo en perspectiva isométrica, posee una trama bastante funcional, repleta de giros de guión, politiqueo, traiciones y subterfugios al más puro estilo japonés. No tiene mucha chicha, pero reproduce los tópicos de forma amena. Así, tenemos samuráis que ansían batallar en tiempos de paz y aparatos de poder militaristas que solo buscan alimentar la maquinaria de guerra. Con ello acompañamos la historia de cierta reflexión sobre el gasto militar descontrolado cuando dentro de las fronteras la gente muere de hambre y vive pobre sin tener enemigos declarados con el exterior donde cualquier apuesta por la diplomacia queda totalmente descartada (vaya, puede que esto os suene demasiado).

Como decía, los juegos de sigilo están hechos para arriesgarse. Para los que quieran completar las misiones a su gusto, el guardado rápido es una buena opción porque es extremadamente rápido y el propio juego nos insta a utilizarlo. Es algo a lo que yo recurría, por ejemplo, en mi primera partida de Dishonored, donde quería que las cosas salieran bien. En algunos casos es más interesante dejarse llevar por cómo sucedan las cosas, algo más propio de los RPG, pero en Shadow Tactics es buena opción ir guardando constantemente para así completar los desafíos. Estos nos instan a hacer cosas específicas, como no disparar en ningún momento durante una misión o completarla sin llegar a disfrazarnos.

Estas acciones como disparar o disfrazarse son específicas de personajes concretos, siendo cada uno experto en determinadas técnicas. Hayato, por ejemplo, podrá distraer a los enemigos utilizando piedras para provocar sonidos y que miren en otra dirección, además de eliminarlos a cierta distancia gracias a su shuriken. Sin embargo, dominar todas las técnicas puede ser algo complicado, ya que cada una funciona mejor en determinados escenarios, por lo que tendremos que utilizar mucho el ensayo y error. Solo así podremos complacer al Shogun, que requiere de los servicios de este equipo de cinco para acabar con Kage-sama, el líder oculto de una rebelión interna que amenaza al propio shogunato y al honor de sus huestes.

Aiko's Choice
Shadow Tactics: Blades of the Shogun posee un DLC standalone que puede adquirirse sin el juego base. Aiko’s Choice vuelve a un capítulo intermedio en la trama principal del juego para que nos aventuremos contra una nueva amenaza secundaria que ha surgido y que tiene mucho que ver con el pasado de Aiko, la kunoichi.

Si algo es relevante en la jugabilidad de Shadow Tactics es su facilidad para controlar los conos de visión enemigos. Encontrar puntos ciegos, así como agacharnos para ampliar nuestra eficiencia ocultándonos, es clave para poder ir superando los sectores más custodiados. Los personajes más sigilosos serán la mejor opción para atravesar conos con velocidad, siempre y cuando tengamos la valentía de introducirnos en el rango de visión para ajustar al máximo nuestros movimientos sin que salte la alarma. También podemos recurrir a puertas y escondrijos aquí y allá donde ir escondiendo cadáveres o simplemente ocultarnos.

Estas puertas también sirven como atajo en algunas ocasiones, lo que abre nuevas formas de afrontar el terreno. Así, con los ninjas podemos subir a tejados utilizando ganchos mientras que Mugen, el samurái, se encarga de los enemigos a pie de calle. Las posibilidades son varias y es nuestra inventiva la que tendrá que resolver cualquier imprevisto. Algunos escenarios, además, nos proponen rutas dispares o separarán a nuestros personajes desde el inicio, ofreciendo en algunos casos dos soluciones para finalizar la misión. ¿Queremos disfrazarnos? ¿O tal vez prefiramos emplear arbustos para ir sigilosamente hasta nuestro destino y realizar un ataque conjunto? Bueno, como decía, Shadow Tactics garantiza cierta versatilidad, sobre todo con el modo “sombra”. Esta función permite “programar” la acción de los personajes, ejecutándolas al pulsar un botón. Así no tenemos que ir cambiando para, por ejemplo, acabar con dos individuos a la vez, sino que podemos programar la muerte de uno y, mientras pulsamos el botón, acabar nosotros con el otro.

Como comentaba al inicio, los juegos de sigilo pueden llegar a ser obtusos en determinados momentos. Muchos títulos proponen innecesariamente etapas donde abandonar todo conocimiento previo y dedicarnos, de repente, a la ocultación. Sin embargo, algunos juegos como Shadow Tactics parecen hechos pensando en el equilibrio perfecto. Los novatos disfrutan de una experiencia bastante satisfactoria que puede controlarse con mando o con teclado y ratón sin ningún problema. Todo es muy intuitivo y pronto aprenderemos qué se supone que tenemos que ir haciendo para superar a los diferentes enemigos, cada uno con sus particularidades. Quizás eche en falta algo más de variedad en el tipo de enemigos, pero son suficientes como para comernos la cabeza sobre cómo demonios afrontar algunas zonas con los personajes de los que disponemos. Por su parte, los más experimentados no tendrán demasiados problemas, por lo que pueden apostar por dificultades más elevadas y por afrontar desafíos para cada misión. Además, intentar completar las misiones en un tiempo reducido es reto más que de sobra para cualquiera.