Sálvate tú, yo ya estoy muerto

El cine bélico americano se basa, principalmente, en heroíficar a sus soldados y convertir en monstruos a todos aquellos que se pusieran en su camino, sea riguroso históricamente o no. Una de las últimas obras que convierte en héroe nacional al joven portador de las rayas y estrellas de la libertad y un rosario entre las manos es Hasta el último hombre, que narra la historia de Desmond T. Doss, americano con el sueño de ser médico que se alista para proteger su preciado país pero… sin empuñar un arma. Durante una misión en la que los soldados americanos fueron masacrados, él se dedicó a sacar a los heridos del campo de batalla nipón tras pedirle a Dios “Déjame salvar a uno más“.

Esa misma frase, sin la súplica a Dios, es el título del pequeño juego que hoy analizo. Lo encontré por Twitter y hablé en cuanto pude con el único desarrollador, la premisa me interesaba y siempre está bien conocer lo que a uno le interesa. Esta aventura comenzaba con el típico recuadro de los juegos pequeños cuando ejecutas el juego en el que te preguntan la resolución y calidad gráfica.

En este juego controlamos a un médico militar sin arma, como en la película aunque… no del todo igual, por no tener armas no tienen ni el resto de soldados más que uno que a veces va dando vueltas sobre si mismo y soltando algún disparo que otro, como si le cobraran a fin de mes cada pizca de pólvora esparcida por el campo de batalla. Estaba claro que este no iba a ser un juego de guerra en el que me fuera a sentir como en Salvar al soldado Ryan o Rambo pero no esperaba que fueran figuritas (que parecen sacadas de Roblox) andando una al lado de otra en un camino extremamente scripteado en la que nosotros, como si fueramos los pájaros detrás de las semillas de Hansel y Gretel para revivirlos con el único fin de que se estampen una vez más con el pelotón de enemigos que anda de un lado a otro sin ser vistos o atacados.

Así que, más que sentirte como un héroe con vendas y jeringuillas te sientes como si fueras el pringado del pelotón que tiene que jugarse el pellejo ayudando a otros tan (o incluso más) tontos que tú que han conseguido entrar en el ejército porque tenían un boleto dorado.

Es una pena porque esperaba bastante de este jueguico, quizás demasiado. El control de nuestra unidad médica es mediante el ratón, no, no como estáis pensando. No buscaremos un destino con el puntero, clicaremos e irá, no, seguirá la posición del puntero con una rapidez directamente proporcional a la distancia que la flechita (que no se ve en pantalla) esté del soldado. Es un control que no entiendo. Teniendo las teclas WASD o el ratón para hacer point and click, ¿por qué elegirías este método para el movimiento? Con clics reviviremos a los soldados que estén tendidos en el suelo, sean amigos o enemigos ya que no podremos distinguirles una vez hayan caído heridos y con la barra espaciadora les daremos la orden de moverse en cuanto lleguen a cierto punto, si nosotros no queremos que se muevan caerán como moscas en los bombardeos enemigos, tal y como ocurre en la vida real… El frustramiento ha estado conmigo cada minuto de juego.

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En el apartado visual tengo sentimientos encontrados porque en algunas escenas se da un toque cinematográfico de aviones, desembarcos, etc. que aparecen en el tráiler y, también, en el juego pero el resto de la batalla desentona muchísimo. Si el creador hubiera apostado por mantener la cinematografía, las balas silvando nuestra cabeza, la tierra cayendo sobre nuestros cascos, … en vez de ver como cientos de compañeros descerebrados caen tras rozarse con otro con uniforme de diferente pantone, otro gallo cantaría.

Morfina para el dolor

En definitiva, y cerrando este análisis porque poco más tengo que comentar, este es un juego que a día de hoy no recomendaría. Con otro enfoque y alguna opinión externa a tiempo se podría haber conseguido un juego bélico muy interesante pero eso no es lo que he jugado yo. Espero bastante de este desarrollador y ojalá me sorprenda en sus futuras entregas.


Este análisis se ha realizado con una clave para Steam cedida por Stas Shostak.