Dos caras de una moneda...

Los puntos de vista son claves en toda historia, en cada una de ellas hay dos como mínimo. Uno por cada lado del conflicto, por cada cara de la moneda. Pero muchas veces hay más de dos. Incluso dentro de un mismo lado del conflicto, este se puede abordar desde diferentes focos o perspectivas, y explorarlas puede hacer que una historia, a priori agotada, pueda ganar interés una vez más. Y eso, en esencia, es Road 96: Mile 0. Esta precuela de la aventura original nos cuenta la historia de origen de uno de los personales principales del primer juego, además de explorar un poco más sobre los personajes secundarios de la historia, así como sobre el clima de tensión política de Petria. Sin embargo, esos no son sus principales alicientes, el plato fuerte es la dualidad de los conflictos sociales en función de las clases sociales.

Road 96: Mile 0 toma como protagonistas a dos adolescentes residentes de la capital de Petria que comparten una íntima amistad. Sin embargo, a pesar de vivir en la misma ciudad, Zoe y Kaito pertenecen a mundos distintos, y sobre esa idea basculará la narrativa del juego. Ella pertenece a la clase alta, a la élite, pero como toda adolescente tiene un lado rebelde y contestatario, y cuestiona la realidad que la rodea, aunque con cierta cautela y “suavidad”. Por otro lado, Kaito es un joven hijo de obreros que enfoca ese descontento desde un ángulo mucho más agresivo y radical. Esto los llevará a chocar y confrontarse en muchas ocasiones, y permitirá que el jugador, controlando ambos puntos de vista, pueda tomar pequeñas y grandes decisiones que vayan moldeando el carácter de ambos personajes. O bien Kaito se deja suavizar por la visión más acomodada de Zoe, o, por el contrario, ella rompe su burbuja gracias a las experiencias de él.

A través de esta dualidad el juego nos muestra (de manera figurada y también literal) como la misma ciudad se dibuja de manera totalmente distinta para ambos protagonistas, y como el escaso espacio entre los barrios de cada personaje encierra en un abismo de desigualdad entre ellos. Al igual que en el título original, esta precuela hace uso de una experiencia mayormente narrativa, con escasa acción y centrada en los diálogos y los detalles que registrar. Sin embargo, también implementa una novedad en las mecánicas de juego que también se utiliza como nueva herramienta narrativa. Cada cierto tiempo, normalmente para afrontar momentos claves de la historia, accedemos a niveles musicales en los que profundizamos en el lore de Petria o en las emociones de los personajes a través de paisajes metafóricos. En estos niveles tendremos que jugar con la velocidad y los reflejos mientras recorremos vertiginosas secuencias en patín o patines, tratando de acumular el máximo número de puntos. Todo esto está acompañado por un decisivo apartado musical que añade tensión y ambiente a estos niveles. Como ocurría en la primera entrega, la música es parte clave de la experiencia y trata de reforzar los sentimientos que el juego busca expresar a través de sus personajes y sucesos.

Si bien esta nueva dinámica aporta un cambio de aires bien introducido, la parte narrativa se resiente bastante en ritmo e impacto si lo comparamos con la anterior entrega. Sigue siendo una historia bonita y reflexiva, que combina la problemática social y política con los sentimientos de dos adolescentes que son iguales y, al mismo tiempo, totalmente distintos. Sin embargo, los momentos impactantes y emocionales no llegan con la misma fuerza, ni están cocinados de la misma forma. El ritmo es más irregular, y su salto hacia una exploración menos lineal de los entornos hacen que pierda fuerza narrativa. Si vemos a la primera entrega como un puñetazo directo a los sentimientos, esta precuela es más bien una caricia disimulada. Ni la música ni la narrativa tienen la misma fuerza, y no deja recuerdos tan impactantes. No obstante, sabe construir algunos buenos momentos retratando la rebeldía o la terquedad adolescentes. Sería difícil que no funcionara un nivel de velocidad en el que controlamos a una adolescente alternativa y rebelde mientras de fondo suena No Brakes de The Offspring. Por otro lado, la jugabilidad más allá de estos niveles musicales será bastante similar a la de la entrega original. Tendremos que desarrollar conversaciones, buscar objetos clave y resolver pequeños puzles sin demasiada complicación. Sin embargo, se siente más vago o superficial que en la primera entrega, sobre todo en lo referente al desarrollo de las conversaciones. Además, también presenta una duración más breve y con menor rejugabilidad que la aventura original, lo que es lógico si lo entendemos como un spin-off de la misma.

Un elemento muy positivo de esta aventura es cómo sabe aprovechar el mundo y los personajes que presentó en la primera entrega para atacar al cariño de los jugadores sin caer en el exceso de fanservice. Por el camino nos encontraremos con viejos conocidos de forma puntual, y en situaciones que conectan perfectamente con lo que vimos en el primer juego. El único de estos personajes que destaca sobre el resto, con apariciones recurrentes, es Sonya Sánchez, la excéntrica e insoportable reportera de televisión. En general, la conexión entre ambas aventuras es uno de los mejores aciertos del título, ya que el camino de Zoe, así como de otros personajes secundarios se enlaza de manera orgánica y lógica con los hechos de la primera aventura.

… o una moneda de dos caras

Road 96: Mile 0 es un juego que trata de extender el legado y el cariño que pudo construir su predecesor. Sin embargo, se mueve bajo la sombra de este, y no logra destacar o ponerse a su misma altura. Esperaba una experiencia igual de impactante, y no fue así.  Quizás, lo mágico de esas experiencias las hace irrepetibles, pero eché en falta el carácter de la primera entrega. Estamos ante un buen juego que disfrutaremos y agradeceremos si nos gustó la primera entrega, para seguir explorando el mundo de Petria, pero que pierde impacto sentimental y narrativo. Su punto fuerte es el acierto a la hora de mostrar la dualidad de un conflicto desde el punto de vista de clases sociales opuestas. Los niveles musicales son un añadido interesante y acertado que aporta dinamismo a la experiencia. Sería genial ver otra entrega algún día que combine la profundidad y el mimo narrativo de la aventura original con los niveles musicales y la acción de esta precuela.


Este análisis ha sido realizado con una copia digital para PlayStation 5 facilitada por PLAION.