Y mira que era fácil

Cada vez que Nintendo implementa una nueva funcionalidad, surge la eterna duda. ¿Podía hacerse de una peor forma? Y la respuesta, por desgracia, suele ser habitualmente que es complicado hacer las cosas de una manera más cutre o poco trabajada de la que lo hace la multinacional japonesa. En esta ocasión, se trata de la nueva funcionalidad estrella de Nintendo Switch, la llegada de títulos de Nintendo 64 y Megadrive como la nueva Consola Virtual. Disponibles bajo previo pago de la suscripción Nintendo Switch Online junto con el paquete de expansión (la cual hay que elegir forzosamente para 12 meses, de manera que no podamos arrepentirnos tras un solo mes de estar pagando este servicio). Esto podría tener un pase, si por lo menos funcionaran, no ya como en la consola original, sino como en la Consola Virtual de Wii. Pero no es el caso, y pruebas de este delito hay ya de sobra.

 

 

 

Ya no es que haya errores a la hora de emular una consola que ha cumplido ya la friolera de 25 años, sino que además se trata de su propia consola, la cual además ya utilizaron de forma satisfactoria en Wii. Y no es que sea cuestión de potencia, ya que precisamente la sucesora de GameCube podría equivaler ahora mismo a un tostador, hablando en plata. Y ya no es cuestión de shaders que se pueden haberse interpretado mal, sino que el añadido a estos clásicos, el modo online, tampoco funciona como debería.

¿Están los usuarios pagando por unos clásicos mal emulados, cuyos añadidos restan más que suman?

Por mucho que Nintendo siempre sea el niño especial de este patio de colegio llamado industria del videojuego, las chapuzas técnicas constantes no resultan ya graciosas, por más que se miren desde la lupa de la ironía. Y lo mejor, es que la compañía tiene ya planeados más títulos (sin haber probado, parece, la hornada inicial con la que han dado vida al Paquete de Expansión), según han podido descubrir algunos usuarios, entre los que se encontrarían pesos pesados de Nintendo 64 como The Legend of Zelda Majora’s Mask, Super Smash Bros. o Wave Race, entre otros.

Si bien en ocasiones pueden excusarse según que cambios o adaptaciones para que un título funcione en Nintendo Switch, dado que es realmente una tablet, con todas las implicaciones a nivel técnico (y energético) que ello conlleva, esto ya no se si puede calificarse directamente de vagueza, desinterés, tomadura de pelo, o engaño. Nintendo debería ser la primera interesada en proteger el legado de sus iconos y licencias, y si tanto miedo y pánico le dan los emuladores, con este tipo de actos no hacen más que dar motivos a los usuarios a que los utilicen sin ningún remordimiento. El resumen de la situación podría resumirse perfectamente en la siguiente frase:

¿Para qué voy a pagar por un juego de hace 25 años que encima tiene problemas de rendimiento?