(Y que te hayas olvidado de 1-2 Switch)

Ante la más nimia posibilidad de que cayese sobre mis hombros la responsabilidad de analizar el reciente Nintendo Switch Sports que durante la pasada noche desembarcó en el sistema de la compañía parcialmente homónima, y para nada coaccionado por una igualmente apremiante temporada de verano cuyos primeros estragos ya se han querido hacer notar por la Valencia en la que me hallo, a un servidor no le quedó más opción que hacer lo ineludible, enfrentar lo insoslayable, encarar lo inexorable: entrenar, como no he entrenado en poco menos de diez meses. Qué remedio. Suerte la mía que, al menos, recordé entre las primeras sesiones de retorno al gimnasio (y sus consecuentes primeras agujetas) cómo mi compañera de piso reservó en un cajón tiempo ha un aro de plástico, negro vantablack, con el que uno aparentemente podía ponerse en relativa forma sin salir de casa. Suerte la mía.

Ring Fit Adventure es tremendo. A opinión personal (faltaría más), me parece de los mayores aciertos que Nintendo ha tenido en esta generación, y de los mejores experimentos que se han hecho jamás con aquello de vincular dos aficiones tan contrarias como videojuegos y deporte. Conseguir que se levante del sillón un jugador medio de videojuegos, con obvios problemas de obesidad derivados de una ingesta diaria descontrolada de Doritos y Mountain Dew, ya es algo elogiable, pero Ring Fit Adventure no se conforma con eso, sino que va mucho más allá ofreciendo una experiencia pseudo-RPG adictiva, artísticamente impresionante y, sobre todo, súper, súper variada. En su cartucho hay lugar para una divertida y muy extensa campaña de corte tradicional —con sus “mundos”, sus cinemáticas y su sistema de progresión, y donde se nos incita a realizar una serie de ejercicios capaces de activar todas las partes de nuestro cuerpo cual rutina full body—, pero también hay espacio para modos como el autodescriptivo Partida Rápida o el Multitarea, que permite usar el Ring-Con de manera complementaria a nuestra rutina mientras, por ejemplo, vemos la televisión. Hay hueco, incluso, para un minijuego de ritmo, que nos invita a movernos con las canciones principales de propuestas como The Legend of Zelda: Breath of the Wild o Super Mario Odyssey.

Ante todo, Ring Fit Adventure da opciones al jugador, y encuentra su valor en una profundidad notable que lo acerca mucho a una definición lúdica e impide verlo como otra aburrida forma de hacer deporte en casa. Actualmente, no solo sigo jugando Ring Fit a diario, sino que me apetece hacerlo, y aunque ya he perdido esa ilusión por explorar sus praderas con la que sí contaba en un inicio, sigo queriendo mejorar a mi personaje mientras trato de mejorarme a mí mismo. Con Nintendo Switch Sports ya en las tiendas (y, espero, pronto también en mi consola), no tengo la intención de que dicha actividad desaparezca de mi rutina, y es que no creo que el nuevo party game deportivo de la compañía vaya a sustituir, por naturaleza, a un videojuego que está completamente centrado en el entrenamiento individual.

Sin embargo, sí que espero que Switch Sports me siga reconciliando con el deporte en casa que siempre detesté, y que acabe mi jornada de trabajo con ganas de llegar a casa y jugar a Switch Sports con mis compañeros de piso. Al final del día, Nintendo Switch Sports Ring Fit Adventure son propuestas muy diferentes, y deben de entenderse como tal (por lo que, mientras que en el segundo caso no fue necesario, espero en el primero un gran soporte post-lanzamiento), pero también pienso que deben de partir de un objetivo común: no solo permitir que los aficionados al videojuego hagan deporte en casa, sino que tengan ganas de practicarlo y que se aficionen a él. Venga, Nintendo, ya lo has hecho una vez. Demuestra que no fue casualidad.