Un rayo de sol

Kasuga IchibanLas obras culturales pueden no saber envejecer, deteriorarse con cada secuela pasada de revoluciones o, por el contrario, pueden ser como el buen vino y ganar en calidad a la par que en antigüedad. Ese segundo caso es el de Yakuza, renombrada ahora como Like a Dragon, una franquicia que parece no conocer un techo a la hora de refinarse y profundizar en sus propias entrañas cada vez más con cada entrega. Voy a poner las cartas bien claras sobre la mesa desde el principio, y no exagero al decir que Like a Dragon: Infinite Wealth está en el podio absoluto de entre todos los juegos de los que he escrito, aunque me cueste determinar en qué peldaño exactamente. Al igual que lo hicieron con la anterior aventura de Ichiban Kasuga en 2020, Ryu Ga Gotuku regresa cuatro años después a la fórmula RPG con una propuesta sólida y pulida hasta el detalle como pocas, conformándose como un tempranísimo candidato al GOTY de este 2024, cosa que puedo afirmar sin temor alguno.

Para entrar en materia, Infinite Wealth retoma las bases jugables idénticas de la entrega anterior, y aunque las pule y enriquece enormemente, es evidente que se sustenta sobre los mismos cimientos. Estamos ante una aventura de corte RPG que deja atrás el combate beat ’em up de las entregas “clásicas”, una aventura que se centra en los atributos, la buena combinación de habilidades, elementos y debilidades, el equipo adecuado y las clases que mejor combinen dentro del grupo de luchadores activos. Para los que hayáis jugado Like a Dragon esto no será nada nuevo, y no tiene demasiado sentido profundizar ahora en los principios más básicos con los que funciona la saga de Ichi. Para los que no lo hayáis probado, es indispensable que antes de jugar Infinite Wealth, o incluso antes de que leáis sobre él, probéis la entrega anterior.

Infinite Wealth, al igual que su predecesor, toma las bases ambientales y narrativas de la saga que comenzó su andadura en PlayStation 2 y la combina con las fórmulas del RPG clásico. Mientras avanzamos en una trama que, como es marca de la casa, está plagada de giros de guión, personajes profundos y temáticas sociales, tendremos que mejorar y potenciar a nuestro grupo de protagonistas, aumentado su nivel y sus rangos de clase, equipándose lo mejor posible y creando un plantel de habilidades lo mejor combinado posible. Los combates de acción desenfrenada en tiempo real quedan atrás para ceder el sitio a los combates por turnos, la exploración de mazmorras y las decisiones más tácticas que de habilidad a los mandos. Mientras tanto, fuera del combate, la exploración de la ciudad en toda su grandiosa profundidad será más “tradicional”, y fiel a la línea principal de la saga.

Ahora, una vez sentadas las bases, hay que explicar qué es lo que hace tan especial y profundo a Like a Dragon: Infinite Wealth. Es necesario despiezar y organizar todo lo que se puede y debe decir de este título, ya que en cada una de sus facetas es reseñable y digno de mención, y lo hace prácticamente todo más que bien, de forma exquisita.

De Yokohama a Honolulu

Si algo ha sabido asentar a lo largo del tiempo la saga de Ryu Ga Gotoku es su ambientación. Las calles de Kamurocho, así como sus locales, puentes y cruces se han vuelto reconocibles y familiares para los fans de la saga, que a estas alturas saben más que de sobra orientarse sin la necesidad de un minimapa que los guíe. Y es que más de seis entregas dan más que de sobra para que dichos entornos se graben en las mentes de los jugadores. Sin embargo, cuando en 2020 el estudio decidió dar el doble salto de fe hacia el género RPG y hacia el cambio de protagonista, la acción conllevó también un cambio de localización dentro del Japón contemporáneo.

De Kamurocho pasamos a Ijincho, una ciudad que, si bien conserva el evidente “toque” del estudio, cambia los aires de vida nocturna y cosmopolita de Kamurocho por otra atmósfera más de “pequeña ciudad”, más tranquila y pausada. El mérito del estudio con esta nueva ubicación fue lograr hacerla familiar en tan solo una entrega recorriendo sus calles. Y es que, si venimos de jugar al título anterior, en Like a Dragon: Infinite Wealth no tenemos más que poner un pie en Ijincho para “volver” a un lugar que conocemos perfectamente. Es un reencuentro con una ciudad donde ya hemos vivido. Con personas a las que ya conocemos.

Y esto no se consigue sólo a través del escenario propiamente dicho, sino a través de las interacciones que se le permiten al jugador: los puntos de interés que captaron su atención durante horas en el anterior título y que ahora vuelven a resultar familiares de manera instantánea. Los restaurantes o tiendas, o los diversos productos que podemos comprar y utilizar, funcionan como un poderoso punto de referencia que nos hace sentir de nuevo en casa.

En Like a Dragon: Infinite Wealth, lejos de contentarse con eso, el estudio da otro salto aún más bestial que cambia por completo la atmósfera y el ambiente que envuelve al juego. A las pocas horas de comenzar la aventura nos veremos arrastrados fuera de Ijincho y fuera de Japón. Acabaremos en las calles de Honolulu, en Hawái, para afrontar esta nueva odisea en la vida de Ichiban Kasuga. Y también aquí, una vez más, el juego está tan bien diseñado y estructurado a nivel de ambientación, que permite al jugador acomodarse en su mundo y conocerlo, moverse con soltura, en apenas unas horas.

El Hawái de Infinite Wealth está construido con una desbordante sensación orgánica y de vida real. Es habitual que en juegos de mundo abierto ambientados en ciudades contemporáneas o futuristas la sensación global sea fría e inorgánica, y pocos juegos más allá de la franquicia GTA consiguen crear ciudades “vivas”. Yakuza siempre ha sido una de las excepciones, y sus calles y avenidas desprenden actividad, vida y movimiento. Al cruzar el charco para irse hasta Hawái, Ryu Ga Gotoku abandona su zona de confort y el Japón que tan pulido tenían para explorar un entorno radicalmente diferente. Un entorno que, para mi sorpresa, resulta igualmente pulido como Ijincho o Kamurocho.

Cultura presente en la ambientación y en las mecánicas

Como es costumbre, el estudio detalla minuciosamente diferentes aspectos de la cultura del lugar en el que se ubica, y si bien no consigue la profundidad tan trabajada que reflejan de Japón, como es natural al pasar una única entrega en Hawái, logran un resultado más detallado de lo esperado. Su representación del lugar y la cultura no se limita a la estética del escenario, sino que se refleja en productos consumibles, comidas, ropas, o incluso las clases disponibles para nuestros personajes.

Especialmente en lo referido a las técnicas y “magias”, que una vez más hacen gala del apabullante ingenio de Ryu Ga Gotoku para convertir elementos cotidianos en técnicas y ataques mágicos, vistos a través de la mirada quijotesca de Ichiban. Algo tan mundano como una batería de coche se convierte en una fuente de relámpagos, un martín pescador congelado es una espada gélida o las herramientas de un chef en armas elementales de fuego. Así, con decenas de habilidades más, Infinite Wealth integra lo cotidiano y cultural en la fantasía que tan bien casa con el género RPG.

Algunas de las clases que vimos en Like a Dragon, como el capataz, el músico o el vidente, entre otras han desaparecido del plantel disponible, pero a cambio se han introducido una importante cantidad de nuevas opciones. Algunas de ellas asociadas al nuevo entorno cultural de Hawái, como la bailarina tropical, el acuanauta o el bailarín de fuego, mientras que otras como el samurái, la kunoichi o la asistenta reflejan aspectos de la cultura o la tradición japonesa. Con este nuevo abanico de posibilidades se abren ante el jugador muchas más opciones o vías para potenciar a sus personajes en diferentes estilos de combate, combinando en un mismo personaje habilidades de varias clases gracias al sistema de herencia de habilidades, que permite cambiar de clase manteniendo algunas de las técnicas aprendidas en la anterior.

Japón y Hawái con una profundidad de vértigo

Like a Dragon: Infinite Wealth es un juego increíblemente denso, profundo y amplio, con una cantidad y variedad de contenido desbordante. Sin embargo, puede hacerse (hasta cierto punto) tan ligero como el jugador desee, en función de lo que quiera y no quiera completar. Y aún centrándonos en su campaña principal, también bastante extensa, el juego muestra esa extraña virtud de que no le pesen las horas que dura. Gracias a una trama rebosante de ritmo en todo momento, al carisma de sus personajes y al cambio de aires que alterna entre Japón y Hawái es muy difícil que resulte aburrido.

La amplia oferta de misiones secundarias, minijuegos, mazmorras y otras actividades de la que podemos disfrutar no es solo detallista hasta el extremo, sino que es probablemente la más variada de todas las que se han propuesto en la saga, y eso es mucho decir. Desde un simulador de Tinder hasta un “minijuego”, por llamarlo de alguna forma, al más puro estilo de Animal Crossing en el que tendremos que gestionar una isla propia.

Sólo esta actividad puede llevarnos (si queremos) decenas de horas, y tiene contenido suficiente como para considerarse otro juego en sí mismo. Desde la construcción de edificios y mobiliario hasta la gestión de visitas turísticas a nuestra isla, así de completo se presenta este Dondoko Island. Por otro lado tendremos minijuegos alocados al más puro estilo de la saga, como puede ser el de repartidor de comida a domicilio, o también amplias mazmorras para fortalecer a nuestro grupo y cubrirnos de recompensas, como ya vimos también en la entrega anterior.

Like a Dragon: Infinite Wealth

Por si gestionar una isla, tener citas románticas, fotografiar a pervertidos o repartir comida fuera poco, Infinite Wealth esconde “otro juego más” dentro de sí, y es la Liga Sujimon. Mientras recorremos Hawái podremos convertirnos en una suerte de entrenadores Pokémon y capturar a cientos de criaturas con las que luego celebrar combates, derrotar a líderes de gimnasio y disfrutar de otra trama más, sustentada sobre mecánicas de combates por turnos de estas criaturas, denominadas sujimon.

Los sujimon convierten en “criaturas” al amplio abanico social y de delincuentes que nos encontramos en el juego, clasificándolos en tipos elementales con sus habilidades, fortalezas y debilidades, y a los que tendremos que levear y hacer evolucionar para participar en combates 3 vs 3. Con más de 200 criaturas, entrenadores por toda la ciudad, tipos elementales e incluso gimnasios sujimon, este minijuego es casi “otro juego más”.

Cabe mencionar, que los personajes que conforman este amplio plantel son los mismos que se presentan como enemigos durante la aventura, y cuyo diseño es de una brillantez absoluta, con el humor por bandera. El estudio, como hizo en la entrega anterior, utiliza la visión fantasiosa de Ichi para reflejar a una amplia gama de personajes sociales, desde criminales hasta policías, transformados en criaturas fantasiosas. Desde un hombre en saco de dormir que emula a un Metapod, de Pokémon, hasta gymbros de manual convertidos en una parodia de ellos mismos.

Más allá de los minijuegos al uso, las historias secundarias que encontraremos por Hawái están destinadas, entre otras cosas, a profundizar en la cultura del país, y de ahí que dijéramos que la ambientación no se limita al escenario, sino también en plasmar el aspecto cultural. Como es costumbre en la saga, el retrato social es uno de los principales pilares de la aventura, y las historias que a menudo presenciamos en estas misiones secundarias nos hablan sobre clases sociales, amor y desamor, amistades, etc. Mediante estos elementos conoceremos elementos tan dispares, y a la vez tan relacionados, como pueden ser la gastronomía de Hawái, la atención a los turistas o la marginación social, entre muchas otras temáticas.

Personajes de ensueño: humanos y carismáticos

Like a Dragon: Infinite Wealth no pide permiso. Es una historia que entra a degüello, juega con tus sentimientos, y te lleva constantemente del drama a la comedia. De la tensión a la risa. No exagero, apenas llevaba una hora jugando y ya estaba sudando de tanto reír gracias al carisma de sus personajes, y también al impecable trabajo de localización al castellano. Pero no mucho más tarde, esas risas se convierten en situaciones tremendamente dramáticas si empatizamos con los personajes.

Es gracias al carisma de sus personajes, tanto de las nuevas incorporaciones, como del antiguo grupo de amigos de Ichiban, que se refuerzan los mensajes sociales y humanos del juego. La lucha de clases encarnada en Nanba, por ejemplo, o los deseos de libertad y autodeterminación en Chitose, son temas en los que el juego profundiza con gran habilidad, y no sólo nos ayudan a empatizar y conocer a los personajes, sino que revelan temas sociales y de actualidad que el estudio nipón quiere reflejar en su obra.

Como único punto negativo de la obra, en este aspecto a veces afloran algunas tendencias más “rancias” de lo deseable, por ejemplo en cuanto al papel de la mujer en la sociedad. Una de las clases es la de asistenta, que convierte objetos y habilidades del cuidado doméstico en técnicas de combate, y esta clase es exclusiva de las mujeres del grupo.

El grupo de protagonistas llega a sentirse como amigos propios en cierto sentido, están escritos e interpretados con una humanidad tan sincera y pura que es imposible no sentir nada por ellos. Esas ya “familiares” conversaciones en el bar Survive, o en Revolve en el caso de Hawái, se disfrutan hasta el punto de soltar el mando y casi celebrar escuchar a un personaje durante largos minutos “sin jugar”. No son diálogos que apetezca saltar machando el botón equis para volver a la acción, sino momentos para ponerse cómodo y coger algo de beber o comer, casi como si estuviéramos nosotros también en ese bar, sentados a la mesa con Nanba, Adachi o Chitose.

Diseño e imaginación de sobra

La gente de Ryu Ga Gotoku decidió poner toda la carne en el asador en lo tocante a imaginación, originalidad y creatividad. Y esto es especialmente en el plantel de enemigos al que nos enfrentamos, y que ya mencionamos de pasada. La cantidad de enemigos distintos a los que nos enfrentamos a lo largo del juego, sin contar jefazos, asciende a más de 200 modelos diferentes, y no son, para nada, repetitivos. Tomando como “excusa” la imaginación del propio Ichi, que visualiza a sus enemigos como monstruos de leyenda, influenciado por Dragon Quest durante su infancia, el estudio ha convertido a criminales y demás personajes hostiles en criaturas delirantes, que combinan un concepto social o criminal con un aspecto fantasioso.

Quedan excluidos de esta dinámica los jefazos más importantes, para no restar seriedad o drama a los momentos clave, pero más allá de ellos nos enfrentaremos a todo tipo de aberraciones, como convertir a un mendigo hostil en su saco de dormir en un “gusano miserable” que se mueve como un Metapod, o representar a un borracho como una criatura con cabeza de barril y aliento alcohólico, entre muchas otras locuras. Esta convergencia entre lo cotidiano y lo “mágico” se aplica también a los objetos consumibles y el equipo, que combina objetos de lo más normal con los arquetipos básicos del género RPG para, por ejemplo, convertir un batido de proteínas en una pócima de maná o un bolso de mano en un arma elemental encantada.

Por otro lado, Infinite Wealth abraza por completo el surrealismo en según qué ocasiones, y nos propone enemigos que son de por sí auténticas locuras, sin necesidad de pasar el filtro imaginativo de Ichi. No quiero hacer spoilers, pero por mencionar uno de estos casos, nos enfrentaremos a un tiburón gigante a modo de jefazo. Un “jumping the shark” de manual literal.

Una historia absorbente y sorprendente

Una vez más, Ryu Ga Gotoku reafirma su capacidad para gestionar guiones con una genialidad pasmosa. Giros argumentales magistrales, el perfecto balance entre el drama y el humor, y la capacidad para exprimir al máximo cada suceso en las vidas de los personajes. En esta ocasión, la trama se divide en dos grandes frentes, que no tardan en separarse para desarrollarse en paralelo. Son dos historias que acabarán convergiendo en una sola, gracias a una serie de lazos argumentales genialmente pensados, y que se van revelando lentamente, en los momentos precisos.

Uno de estos frentes estará capitaneado por Ichi y su grupo, en Hawái, mientras que el otro será tarea del legendario Kiryu, y tendrá lugar en Japón. Esta alternancia entre ambos lugares da frescor y dinamismo al desarrollo de la trama, y combina con habilidad diferentes motivaciones personales de héroes y villanos para converger en un núcleo común e hilado con precisión de relojero. La decadente yakuza japonesa, tratada con fidelidad a la realidad que vive actualmente la organización criminal, se entrelaza con el fanatismo religioso y las corruptelas políticas, en una colmena de sucesos que también incluye las historias personales de decenas de personajes.

Además, y sin entrar en demasiados spoilers, Like a Dragon: Infinite Wealth supone un evidente fin de ciclo para la franquicia, y es por ello que gran parte de su contenido está destinado a rendir un auténtico homenaje a Kazuma Kyriu, el Dragón de Dojima, y protagonista de la mayoría de títulos de la saga. Una serie de misiones y actividades secundarias que harán emocionarse a todo aquel que haya vivido el viaje de Kiryu, y que al mismo tiempo sirve para poner en contexto a los jugadores que se hayan subido al barco con la entrega de 2020.

Todo conduce a un final apoteósico en el que se entrecruzan decenas de tramas personales, un desenlace cargado de emotividad, y en él que se hará imposible no sentir nada por esa panda de peculiares personajes de los que sin duda el jugador acabará enamorándose.

Genialidad infinita

Like a Dragon: Infinite Wealth es una obra que no sólo alcanza la excelencia, sino que fija nuevos estándares en muchos aspectos. Se afianza en el género RPG ampliando su profundidad de mecánicas, ofrece una cantidad inmensa de contenido secundario cuidado hasta el más mínimo detalle, y también es más que merecedor de formar parte de esta legendaria franquicia caracterizada por la calidad de sus guiones y la humanidad de sus personajes.

Es un juego que se te queda grabado en el corazón gracias a sus personajes, a las historias que nos cuentan y en las que nos podemos ver reflejados. Es una historia sobre sentimientos y vidas humanas, que te sacará sonrisas y te arrancará lágrimas. Ichiban y compañía son, fácilmente, de los personajes mejor escritos de la historia del medio, y espero que hayan venido para quedarse. En mi opinión, un juego perfecto, y sólido candidato a GOTY.


Este análisis ha sido realizado mediante una copia digital para PlayStation 5 cedida por PLAION España.