Un tema espinoso

No son pocas las noticias durante los últimos meses sobre contenidos o aspectos específicos de algunos títulos que provocan quejas en las redes sociales. Podemos encontrar ejemplos recientes como el caso de Mr. Game & Watch transformándose en un nativo americano en Super Smash Bros. Ultimate, el desenlace del DLC “Shadow Heritage” de Assassin’s Creed Odyssey, o el rumoreado y polémico final de Catherine Full Body.

La mayor parte de estas quejas vienen dadas porque algún contenido se tacha de ofensivo y no encaja en la moral de un colectivo en concreto, o bien porque creen que ciertos contenidos establecen estereotipos negativos o dañinos de una parte de la sociedad. Esto también ha llegado a la mítica saga de lucha Tekken, a la que el propio director ha respondido a través de una serie de Tweets.

Katsuhiro Harada responde de forma muy acertada a una problemática cada vez más común en la industria, no solo del videojuego pero de todos los sectores de la sociedad. Tal y como comenta, es imposible apelar a la moral y visión del mundo que tiene cada individuo que habita este planeta, porque entonces ni si quiera podríamos plantearnos crear nada sin que existiese la posibilidad de que alguien no se sintiese ofendido o atacado.

La identidad del individuo (o cultura) acabará volviéndose homogénea. Tal vez todo todo el mundo debería llevar una camiseta y unos tejanos. Las camisetas serían de un color plano, sin nada más. Si tiene algún diseño, podría ofender a alguien en algún lugar, ¿cierto?

Por otro lado, creer que el arte siempre debe entrar dentro de los estándares de la sociedad actual y no tocar ningún tema sensible es algo que va en contra de su propia naturaleza. Si algo ha definido al arte, es precisamente todo lo opuesto. La posibilidad de expresar y hablar de cosas que están fuera de la zona de confort de la sociedad. De lo políticamente incorrecto o que está fuera del límite de aquello que llegamos a conocer y en base a lo que construímos nuestra realidad. Está en ese espacio donde existe la posibilidad de hablar sin miedo de ideas transgresoras, ofensivas o que ponen en peligro el status quo. Es ahí donde reside la esencia de la cultura y lo que nos permite evolucionar, no solo como espécie, pero también como individuos.

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El arte y la cultura siempre han tratado de explorar lo desconocido, e incluso transgredir las ideas de la sociedad preestablecidas hasta el momento.

Siempre van a existir cosas que no le gusten a alguien y que a otra persona sí. Algo que nos ofenda, que nos parezca que no encaja en nuestra moral o aquella visión en la que creemos que la sociedad debería encajar. Pero bajo ningún concepto deberíamos forzar ni demandar esas preferencias sobre la obra de otra persona o entidad. Si por ejemplo algo no te gusta o no apela a lo que tú quieres, puedes decidir no comprarlo y buscar otro videojuego o película que consumir. Porque al fin y al cabo, todo es susceptible de ofender a alguien en algún lugar del mundo, sea por la razón que sea.

El hecho de que las empresas estén cediendo y disculpándose solo hace que empeorar la situación. Podemos entender que son negocios al fin y al cabo, y como tal, deben apelar a lo que sus consumidores quieren. Pero ya hemos podido ver que en la mayoría de casos, los colectivos que se quejan de este tipo de aspectos en realidad son una minoría, o ni si quiera forman parte de los potenciales compradores.

Un ejemplo bastante claro fué el lanzamiento de Battlefield V, del que la base de fans se quejó por haber cedido a esa clase de colectivos. Posteriormente, Electronic Arts respondió a estos que lo aceptaran o que no compraran el juego. Curiosamente, las ventas del título han acabado siendo las peores en su historia y no han llegado a cumplir los objetivos de la empresa.

No me malinterpretéis. Con esto no estoy diciendo que esté en contra de que ciertos colectivos que no han sido tan representados en los videojuegos en el pasado no puedan o deban aparecer en ellos.

No obstante, la decisión de incluirlos debe venir dada por las necesidades de la historia que se quiere contar, y no por cumplir con cuotas de diversidad que solo pretenden complacer a todo el mundo. Es decir, a un personaje se le debería valorar por cómo está escrito, y no por el colectivo social, de género o de raza al que pertenece. Esta actitud solo nos lleva por un camino que poco a poco hará que la gente tenga miedo a expresarse a si misma o lo que piensa. Dónde las opiniones, ideas y visiones que no conforman la realidad de esta parte de la sociedad que se impone sobre el resto, serán anuladas y castigadas. Y todos sabemos a qué destino se dirige este tipo clase de camino, ¿Verdad?