"En la jungla tendrás que esperar hasta un cinco o un ocho sacar"

La Organización Mundial de la Salud recomienda el consumo de 400 gramos diarios de frutas y verduras, pero a algunos de nosotros se nos hace complicado seguir estas indicaciones. Las bolsas de Doritos y las CocaColas light llenan un montón; nadie tiene tiempo en un día para comer tanta fruta. En SpaceCan conocen la sensación de tener los dedos llenos de colorante naranja, y por ello han desarrollado Juicy Realm, el roguelike que desafía a la OMS.

No es el típico Fruit Ninja; aquí las frutas opondrán resistencia. Fase a fase, habitación a habitación podríamos decir, nos encontraremos con las piezas que han caído de los árboles de la selva, han llegado cual capitana al desierto, armadas hasta las semillas para pararnos los pies cual raíces y usar nuestro frío cuerpo como abono. Tengo la necesidad de hacer frases con guiños a los vegetales y lo estoy pasando mal, disculpad que lo vaya evitando a partir de ahora.

Descubrí este juego mientras leía nuestras listas de lanzamientos del mes, y poco tardé en hablar con los desarrolladores para intentar echarle la mano encima antes de que madurase demasiado y se echara a perder. El día de salida pude jugarlo y su estado me pareció bastante precario. Lo primero que hice fue salir del juego porque su música me estaba reventando los tímpanos y en su menú de ajustes no había forma de bajar el volumen de ninguna de las maneras así que tuve que asistir al propio mezclador de sonidos de Windows. Empezábamos con mal pie; a pesar de que la música me había parecido interesante antes de que me hubiera quitado los cascos, Juicy Realm iba a tener que remontar.

Un cortito tutorial obligatorio mientras entramos a la selva nos mostraba las mecánicas que ya habíamos podido ver en juegos del estilo, nada nuevo. En un campamento podíamos ver cómo esperaban varios personajes, cada cual con su arma inicial preferida y su habilidad especial, a que nuestro dedo seleccionador les escogiese para comenzar nuestra aventura. Arma en mano y dedos en el teclado, – me ha gustado muchísimo más jugar a Juicy con teclado y ratón que con mando, pero en ambos está todo bastante bien conseguido – empezaba el viaje.

La primera partida que jugué – con el gafotas – empezaba agradablemente. Recibí algún que otro impacto mientras me hacía a los controles, decidía entre si usar el mando o qwerty y me quedaba encantado con el apartado artístico.  No es que este sea un antes y un después en la industria, tampoco lo pretende, pero cuenta con un arte que queda a la par con otros juegos del mismo género y consigue destacar en algún detallito que otro. Desde luego, tras un puñado de horas, este es el apartado que mejor han logrado. En las diferentes zonas nos encontraremos con enemigos diferentes, cada cual con su ataque único, su comportamiento al perseguirnos y su animación de muerte. Los escenarios están genialmente decorados a pesar de que a veces sea un poco confuso encontrar el camino de salida.

Los roguelike han sido un recurso indie muy utilizado y hemos podido disfrutar de títulos que realmente han sido un buen drenaje de horas. Hablo, por ejemplo, de The Binding of Isaac, The Swords of Ditto y Enter the Gungeon, el cual guarda bastantes referencias con Juicy Realm, ahí va el gran pro y el gran contra de esta macedonia hecha videojuego. No os voy a hacer perder el tiempo, el juego es un intento de Enter the Gungeon pero cambiando las mazmorras cerradas por los espacios naturales abiertos y la bélica munición por cabreada fruta.

Ambos nos presentan varios personajes esperando unirse a la aventura, tiendas en las que renovar el equipo, bosses que nos hagan el paso un poco más arduo y muchas, pero muchas, bromas y referencias a otros juegos, personajes, etc. No es nada raro encontrarse con el arma de Steam que dispara descuentos y suelta alguna moneda que otra, la sartén de Player’s Unknown Battlegrounds, el guante de Cuphead, frases de Bob Ross,… Pero es que esto lo hace – y bastante mejor – EtG ya que las armas más “normales” son bastante complicadas de encontrar en Juicy. Me ha parecido un intento demasiado forzado por parecerse a un juego que ya ha funcionado y que no hace ningún bien en ser copiado porque no ofrece nada novedoso y pocas cosas diferentes.

Es una verdadera pena porque no os imagináis el potencial que tiene. Si me dejaran todos sus conocimientos podría implementar cientos de ideas que se me han ido ocurriendo según jugaba. Hay detalles muy pulidos como que si vemos un árbol frutal y lo destruimos – sí, casi todo es destruible – caerán las frutas al suelo y crecerán en irá para darnos lo que nos merecemos. Cosas así son las que suman y suman para que un juego merezca la pena pero no si a lo que aspira a ser es una copia de otro.

¿Te vas a comer eso?

Juicy Realm se sube al carro de los roguelike con la única pega de que no tiene nada nuevo que aportar, simplemente cambia el diseño de lo que ya conocíamos por frutas. Mecánicas, trama y bromas que se asemejan a algo que ya conocemos. Este es un bonito déjà vu que, no me malinterpretéis, podréis disfrutar durante unas cuantas horas pero ninguna de ellas os sabrá a nuevo.


Este análisis se ha realizado con una clave cedida por el estudio X.D. Network