Videojuegos y novela negra, estupenda combinación

He de admitir que soy muy cabezota. Sin saber muy bien cómo, me he plantado en verano con 3 libros pendientes, dos de ellos cortos y el otro es Jane Eyre en inglés (este último porque soy un bocazas y dije “A que me lo leo en un mes”, seguido por la amenaza de mi amiga pronunciando la maravillosa frase castiza “No hay huevos”), así que si no vuelvo a escribir aquí sabréis que ha sido porque he realizado el Hara Kiri a la luz de la luna. Con todo, y porque el ser humano tropieza dos o más veces tendiendo al infinito con la misma piedra, he empezado con otra novela completamente distinta pero que me ha enganchado como pocas veces me ha ocurrido: Hotel Dusk. Porque Hotel Dusk: Room 215 es una novela, como bien se puede apreciar en la forma que tienes que coger la consola para jugar. No lo digo a malas por su teórica falta de jugabilidad, que tiene para rato, sino porque tiene todos los elementos clave para estar impresa en papel: una historia misteriosa, personajes llenos de secretos y un avatar con tantos matices que empiezas a seguirle por un camino y te da una vuelta de 180º pero pudiendo entenderle, ya que no se trata de otra faceta más de nuestro querido Kyle Hyde; y digo avatar porque el protagonista de este juego no eres tú, sino el propio hotel. Pero antes de todo vamos a hablar del origen de este juego.

Hotel Dusk es obra de Cing, una desarrolladora independiente que se acabaría convirtiendo en una suerte de second-party de Nintendo allá por los años de DS y Wii, ya que terminó quebrando en 2010. Aparte de un juego para PlayStation 2 y varios para móviles, destaca por otros tres títulos al margen de Hotel Dusk: Room 215: Last Window: El Secreto de Cape West (su secuela), Another Code: Two Memories y Another Code: R, Gateway of Memories (secuela de este último). Los cuatro juegos tienen en común elementos de puzles, sus complejas historias y la integración perfecta con los distintos sistemas que ofrecían sus respectivas consolas. Aunque he jugado al primer Another Code, ha sido Hotel Dusk el que me ha pillado por sorpresa, no solo por el tono costumbrista (dentro de lo que cabe) que tiene como toda buena novela negra, sino por la ambientación tan embriagadora que te hace creer estar en un hotel perdido de la mano de Dios.

Hotel Dusk-ParallaxEstamos en la piel de Kyle Hyde, un expolicía que dejó la placa con malas maneras y que ahora trabaja como vendedor de puerta en puerta… más o menos. Su principal motivación es encontrar a Bradley, un antiguo colega y compañero de servicio, siguiendo su pista gracias a este nuevo “trabajo”. Tras llegar al Hotel Dusk y conocer al resto de huéspedes del mismo descubrirá no solo sus historias individuales, todas relacionadas con la pérdida de un ser querido, sino que quizá Bradley no era quien él pensaba. Lo primero que destaca del juego es su estética, donde todos los personajes son presentados como un bosquejo, siendo las sombras de los mismos los que dan vida a estos personajes, como si vivieran en un cuaderno. Esto choca con el mundo en 3D que se nos presenta, y donde podremos investigar a nuestras anchas, teniendo cuidado de no levantar sospechas, claro.

Pero el juego no solo trata de buscar objetos y resolver puzles; la salsa del asunto se encuentra en las conversaciones, las cuales variarán tanto la historia como los detalles que los distintos personajes nos darán. Aunque la historia es lineal y los diálogos al principio algo predecibles, poco a poco la línea entre lo permisivo y lo ofensivo se difuminaran hasta llegar a la sensación de estar hablando con un ser humano al que acabas de conocer y no sabes por donde te va a salir. Son los pequeños detalles, como las formas de hablar, los comportamientos de la gente, el hecho de que automáticamente seas capaz de darles una voz a cada uno lo que lo convierte en toda una experiencia. No os voy a revelar nada de los personajes, porque son para verlos y creérselos.

Tampoco me puedo olvidar de la música, que sabe encajar a la perfección en cada situación y sin despeinarse. No hay tonadilla que vayas a olvidar, y mucho menos dejar de tararear. Así mismo, también saben buscarte las cosquillas en cada momento. Hay que decir que en ciertos puntos me he visto perdido al no saber qué hacer exactamente o hacia donde ir, aunque es parte de la experiencia. Hay que pensar como un expolicía venido a menos pero cuyo espíritu de detective está volviendo a renacer. De nuevo, esto también moja todas las partes del juego, ya que, por ejemplo, habrá segmentos donde arrinconaremos a un personaje y le interrogaremos como si de Phoenix Wright se tratase, y al final del capítulo (cada uno corresponde a una hora, dividida cada una en 3 secciones de 20 minutos) tendremos un pequeño soliloquio donde ordenaremos nuestras ideas para no perdernos en la trama.

Sin embargo, y como bien había dicho al principio, el verdadero protagonista de este juego es el mismo hotel, puesto que, incluso sin estar lleno de pasadizos ocultos ni cosas del estilo, tiene una personalidad propia muy marcada. En nada nos sabremos de memoria el plano del hotel, incluso las áreas reservadas por los encargados del hotel, y es que como bueno libro que es quiere que te relajes y disfrutes de la experiencia. Algunos puzles son opcionales y otros variarán el final al igual que los diálogos, y así mismo en algunos puntos pueden registrarnos por si llevamos algo sospechoso, ya que no es normal que haya desaparecido una palanca y que precisamente nosotros tengamos una. Hay que ser meticuloso, actuar como lo haría Kyle, y sobre todo disfrutar de la experiencia. Es uno de esos juegos que recuerdas y no deja indiferente, y no puedo esperar a echarle el guante a su secuela, la cual según tengo entendido es más enrevesada, más cautivadora y más redonda que este juego casi perfecto. Si tenéis oportunidad echadle el guante, recostaos en vuestro asiento favorito, aislaos del mundo y disfrutad de esta oscura y trepidante aventura.