En un momento así sólo se puede reír

Repose es un dungeon crawler inspirado en los clásicos, de esos en los que te vas moviendo por casillas, que trata sobre un futuro cuya lejanía se desconoce, en la cual tenemos el trabajo de recolectar tanques de oxígeno [NO PREGUNTES PARA QUÉ SON] de cuerpos de astronautas perdidos en acción y que tenían el mismo empleo que nosotros.

El atractivo principal de Repose es que la atmósfera de su mundo es tan opresiva que incluso para desplazarnos por su mundo tenemos una cantidad de movimientos predeterminado antes de morir y para avanzar necesitaremos llegar a un punto de descanso –los cuales son representados por distintas camas repartidas por su mundo– donde recuperaremos nuestra energía y donde, al descansar en una cama por primera vez, se irá desarrollando la mayor parte de la trama de éste.

Nuestro trabajo consistirá, entonces, en descender cada vez más a través de los diferentes niveles de internet –el nombre de lo que sería una mazmorra en otros dungeon crawler de corte más clásico– para recuperar los tanques de oxígeno. Cada nivel, aparte de volverse más laberíntico que el anterior, contará con más y más trampas y amenazas, siendo esto subsanado con la posibilidad de ir abriendo atajos para poder acceder al punto de descanso del nivel y poder explorar más lejos de lo que podríamos de recorrer todo el mapeado de un solo viaje, lo cual se hará imposible cuando estemos lo suficientemente profundo en internet.

fin del mundo

¿Disonancia cognitiva, tal vez?

Ahora, si el futuro que nos muestra Repose es tan desolador, ¿qué tiene que ver con el título de este texto? ¿Disfruto, acaso, de ver representaciones de lo que nos podría –hasta cierto punto– deparar el destino, por muy desolador que esto sea? Pues sí y no.

Así como mi zona de confort son los juegos de terror que no exigen mucho de mí ni jugable ni intelectualmente hablando; obras a las qué sé a lo que me atengo al comenzar a jugarlas, que puedo adivinar cuándo se viene un jumpscare o cuándo un tropo manido como aquel del espectro que cruza la intersección de un pasillo sólo para desaparecer una vez lo alcancemos, entre otras cosas. A pesar de que estas obras puedan contener imágenes horrendas o representar historias trágicas que, cuando ocurren en la vida real, no dejan más que a muchas víctimas detrás. Es justo en este último punto donde ocurre el paralelo entre estas obras previsibles y formulaicas de terror con las historias de distopías y apocalipsis.

fin del mundoPor una parte ver mundos totalmente arruinados por el capitalismo o las guerras reafirma mis creencias sobre lo destructivos que son ambos elementos en nuestro mundo actual y, aunque si llegase el día en el que estuviéramos en una situación similar a la que se representa en estas obras, seguramente ni siquiera estaría con vida para apuntar a los culpables o a quienes dejaron que todo ocurriese y decirles “se los dije”, no porque crea que dicho futuro distópico sea tan distante como para que ocurra antes de que yo muera, sino que como vivo en un país tercermundista –específicamente en Chile– que depende demasiado de Estados Unidos y China económicamente y, de desatarse una guerra entre ambos, dudo que mi país aguante una crisis económica de la magnitud que ésta produciría y ante otros eventos catastróficos los países más vulnerables serían los primeros en verse más afectados. Si ya de por sí como país nos hemos visto afectados por guerras como la de Ucrania y por las decisiones del gobierno fascista de Trump que ya han superado toda sátira política, que si bien no son eventos menores, son a mucha menor escala que otras cosas que podrían ocurrir.

También, es natural que resulte agradable leer/jugar/ver historias que se alineen con nuestras ideologías y, el poder ver a los estafadores anti progres vociferando y pataleando cuando hay obras que desafían las suyas es un gran añadido. Todo esto, eso sí, mientras no se pasen de complacientes, sino que estando en un punto idóneo; historias como la de la película de Bong Joon-Ho: Parasite, la cual, si bien tengo claro quiénes son los verdaderos parásitos de la película, deja el espacio suficiente para que sea interpretada de distintas maneras.

En tercer lugar, vivir obras tan desoladoras que permitan desconectar de la realidad –aunque cada vez menos, desgraciadamente por lo mucho que se está acercando nuestra realidad a éstas– y sentirse mejor con nuestra situación mundial actual nunca viene mal.

fin del mundo

Aunque la última razón y la más importante por la cual soy capaz de encontrar confort en las historias del fin del mundo se debe a que en muchas de éstas –y cada vez son más, o. al menos, esa es mi percepción–, que muestran a personajes resilientes que siguen con su vida a pesar de la mala mano que les ha dado el destino; con menos Joel Miller y Brad Armstrong y más personajes como Kit Kitsuragi, de Disco Elysium, con su integridad férrea que ha enamorado a todo quien haya jugado a la única obra buena que saldrá del estudio ZA/UM; el trío protagónico de Interstate 35, que trata de sacar lo mejor de su manera de vivir mientras mantienen su espíritu juvenil a pesar de todo; o la sociedad de cazadores de Shin Megami Tensei IV: Apocalypse, la cual no sólo se ve mucho más desarrollada en esta entrega que en su precuela –aunque midquel sería el término más apropiado, (¿Cómo se diría en español? ¿Entrequela?)–, sino que, además, y a pesar de todas sus falencias, defienden a su comunidad y rescatan lo que sea que les pueda brindar abrigo y alimentos en un mundo infestado de amenazas y otras facciones con las que tienen más de algún roce.

De hecho, en SMT IV: Apocalypse, una parte no menor del juego consiste en ayudar a la comunidad a través de cumplir sus solicitudes. Ya sea a través de cosas tan banales como recuperar un afiche de un distrito comercial hasta algo tan urgente como defender la vida de los más vulnerables frente al ataque incesante de los demonios que infestan su mundo.

Comodidad en el apocalipsis

Si bien juegos como The Last of Us nos muestra la peor cara de la sociedad en las épocas más duras y la saga Fallout –y tantas otras del estilo– no hacen más que convertir su mundo en un campo de tiros glorificado, también hay juegos que muestran el cómo las personas sobreviven a pesar de las inclemencias, cómo algunos individuos hacen todo lo posible para mantener intacta su humanidad y cómo hay quienes defienden a los más débiles y mantienen unida a su comunidad porque, arriesgándome a parafrasear a Night in the Woods, cuando ya no queda nada, hay que aferrarse a lo que sea.

kofi

¿Disfrutaste el artículo? ¡Apoya al redactor en Kofi!