La Sombra de los Titanes
Comenzar la crítica de un juego comparándolo con otro es un poco feo, pero hablar de Denbora sin mencionar a Portal es prácticamente imposible. Los juegos de puzles en primera persona sufren a veces lo mismo que los souls-like, y es que apoyarse sobre una obra maestra ya existente te quita muchos dolores de cabeza. Tienes toda una plantilla con buenas ideas y conceptos que se han ido puliendo desde entonces. Fallar estrepitosamente con una base sólida es complicado, además de ahorrarte problemas con los que otros se han pegado antes. Asimismo es un arma de doble filo, ya que las comparaciones e inspiraciones van a ser constantes, más aún cuando se ven las costuras, notándose que el primero lo hacía mejor. Se hace una apuesta interesante a que el jugador no pensará “está bien, pero X sigue siendo mejor”, a riesgo de dejar la personalidad del título por el camino.
La mecánica principal son los viajes temporales, pudiendo realizar acciones en el presente y en el futuro. Como consecuencia, las primeras tendrán efecto en las segundas, pero no a la inversa. Los escenarios también cambian, por lo que será necesario analizar ambos espacios y mover cada elemento en la dimensión temporal correspondiente. Hay dos tipos de viajes, uno que nos dejará en el mismo punto cuando peguemos el salto y otro que nos mandará de vuelta a la última posición desde la que saltamos. Si aparezco en el presente en el punto A, me voy al punto B y salto al futuro, apareceré en A. También tendremos los típicos compañeros en estas aventuras: cubos varios, interruptores, puertas que devuelven los objetos a un punto concreto si se cruzan, barreras que no dejan parar objetos, plataformas y puentes que se mueven… Le añadimos un robot porculero que nos insulta cada vez que entramos en una sala y se hace complicado no pensar en portales.
Las mecánicas no son muchas, pero exigen que gires el cerebro para dar con ciertas soluciones. La curva de dificultad está hecha de aquella manera, con salas complejas y retorcidas seguidas de paseos por el campo. Por suerte, podemos elegir qué salas hacer y no hay por qué completarlas todas, cosa que ayuda si nos atragantamos demasiado. Un conveniente botón del mando deshará el último salto temporal, por si nos hemos dado cuenta que el cubo había que moverlo en el futuro para que no cambiase en el presente. En algunas salas los saltos de cada tipo estarán limitados, dando ciertas pistas del desarrollo del puzle y evitando que optemos por la prueba y error. Aparte, podremos visualizar ambos escenarios a la vez por si no nos dan las neuronas, pero es una vista que no ayuda demasiado; tapa media pantalla y no es muy legible que se diga. Mejor dicho, Denbora no es muy legible en general.
El diseño visual aséptico de Portal ayuda a que pongas atención a lo relevante, que de un vistazo leas el entorno. Aquí es normal perderse en según que partes, entre el brilli brilli de Unreal, las texturas que no cargan y los fallos gráficos. El rendimiento deja mucho que desear y empeora el asunto aún más. Entiendo que en parte es un problema de base de Unreal Engine 5, que da más disgustos que alegrías, pero hay que decirlo. No tengo el ordenador más puntero, pero que pegue petardazos en habitaciones pequeñas es sorprendente cuanto menos. Por otra parte, se tienen los escenarios del presente y del futuro cargados a la vez, cosa que no debe ayudar mucho a que el juego vaya bien. La música es genérica y pasa completamente desapercibida, no tengo mucho más que decir al respecto. No lo son tanto los discursitos que te suelta la IA al empezar cada nivel, que de estridentes a veces ni se entienden. Los subtítulos aparecen para salvar el día, aún con una cantidad considerable de faltas ortográficas.
Si he comparado Denbora con Portal es porque necesita ser comparado. No es el primero en coger su concepto con la intención de subvertirlo y contar otra historia con los mismos elementos. Tampoco quiere destronarlo ni diferenciarse tanto como The Talos Principle o The Turing Test. Seguimos siendo una “cobaya” resolviendo problemas con una voz artificial de fondo, pero esa es parte de la gracia. No quiero desvelar mucho, pero se traza un paralelismo entre repetir pruebas una y otra vez porque la inteligencia artificial es adicta a ello (Portal 2) con la monotonía del mundo laboral. Por desgracia, Denbora no sabe explicarse muy bien y tampoco tiene mucho interés por ello. Prefiere colar consignas de Twitter sobre lo malo que es el capitalismo y quedarse ahí. Hay un intento de algo más, pero para cuando empieza a volverse interesante decide hacer un giro pochísimo y el juego termina. No esperaba una disertación filosófica ni nada por el estilo, pero dame algo o no hagas nada, que quedarse a medias es peor.
Influencias poderosas en un conjunto inexplotado
Denbora tiene una premisa muy chula que no sabe desarrollar. Los puzles están bien, el problema es lo que hay alrededor. Le falta una personalidad propia, veo su mundo y paso de largo, no me interesa saber por qué estoy donde estoy. La “historia” hace más mal que bien, pero hay un esfuerzo porque prestes atención para que al final todo quede en nada. Con esto no quiero decir que el juego sea una castaña, simplemente intenta hacer más de lo que puede abarcar. El juego es cortito y se hace pesado a causa de ello. No me arrepiento de haberlo probado, pero hay muchas opciones con mecánicas temporales más interesantes y mejor planteadas. Otra vez será.
Esta crítica ha sido realizada con una clave de descarga para Steam cedida por Bionic Ape.